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Pedro Sánchez con Albert Rivera

Pedro Sánchez con Albert Rivera en el Congreso.

Jesús Hellín / Europa Press

Con Ciudadanos se vivía mejor

Los cuatro diputados que le faltan a Feijóo para lograr la investidura los hubiese encontrado de no haber existido Vox, que fue impulsado justamente porque Ciudadanos dejó de servirle al Régimen como perro de presa


Cuando este martes Alberto Núñez Feijóo esté leyendo su discurso de investidura en la tribuna del Congreso, en el PP se van a estar acordando de Ciudadanos, y a lo mejor hasta haciendo examen de la poca piedad que han tenido para matar a Ciudadanos, el Podemos de derechas que decía Josep Oliu, el presidente del Banco Sabadell que allá por 2014 pronunció en público la necesidad de armar una herramienta electoral a la que se pudieran subir desencantados con el PSOE y con el PP para garantizar la gobernabilidad de España, sin que ésta tuviera que pasar por los independentistas ni por una izquierda popular que cuestiona el Estado del 78.

Aunque el crecimiento de Ciudadanos no se hizo sobre una derecha civilizada y democrática, como quisieron hacer creer los medios de comunicación que hormonaron al partido de Albert Rivera, la formación naranja era leída como una derecha que no olía a rancio y que en la Unión Europea podía ser equiparable a los liberales, familia política cofundadora, junto a socialdemócratas y democristianos, de los grandes consensos en política económica y exterior sobre los que se cimienta la construcción europea. 

Una derecha anclada a los liberales europeos, que es lo que la intelectualidad del suplemento cultural de ABC llama “tercera España”, no ha existido nunca porque la identidad de la derecha, herencia de 40 años de hegemonía cultural del franquismo, es el anticomunismo, lo que ha impedido hasta ahora la existencia de una derecha civilizada. A pesar de esto, y gracias al poder mediático, durante unos años Ciudadanos pudo ser leída como una formación centrista y liberal fuera de Cataluña. 

Acuérdense de Pedro Sánchez en 2016 pactando con Ciudadanos y de Iñigo Errejón, Joan Baldoví, Ángels Barceló, Pepa Bueno, Antonio García Ferreras, Gaspar Llamazares, Manuela Carmena y de los intelectuales de Babelia firmando un manifiesto para pedirle a Podemos que apoyara un “gobierno progresista” con Albert Rivera de vicepresidente. 

Vox no sólo evita una salida de régimen por el lado monárquico, por el bipartidismo, sino que moviliza al electorado progresista a acudir a las urnas a depositar un voto democrático

Los cuatro diputados que le faltan a Feijóo para lograr la investidura los hubiese encontrado de no haber existido Vox, que fue impulsado justamente porque Ciudadanos dejó de servirle al Régimen como perro de presa justo cuando Puigdemont leía en el Parlamento catalán una declaración unilateral de independencia, con un objetivo más homeopático de cara a la afición indepe que real. 

Vox no sólo evita una salida de régimen por el lado monárquico, por el bipartidismo, sino que moviliza al electorado progresista a acudir a las urnas a depositar un voto democrático, cuyo resultado es que Junts o PNV, formaciones que en lo económico tienen más en común con el PP que con Sumar, Podemos o Bildu, se sumen al bloque democrático y hagan imposible una salida al conflicto catalán por el lado del Régimen, que es lo que realmente desearía el PSOE si no fuera porque esa salida excluye a los socialistas del poder, algo que no se puede permitir un partido cuya única ideología es ostentar el poder. De ahí que Pedro Sánchez defendiera la aplicación del 155 contra la autonomía catalana con el mismo desparpajo que ahora defiende la amnistía.

Estos días, la derecha mediática pero también la progresía, como eldiario.es, andan dándole visibilidad a una operación a varias manos de rearmar un espacio “ni de izquierdas ni de derechas” con los restos de UPyD, Ciudadanos y del PSOE caoba, cuya misión sería frenar a los nacionalismos y a una izquierda no subalterna a los relatos de la progresía mediática. 

La función social de Vox fue gritar “a por ellos” a los policías y guardias civiles que fueron enviados a Cataluña a pegarle palizas a los catalanes que quisieron votar en el referéndum del 1 de octubre de 2017. Pero ahora mismo Vox es una rémora, su presencia evita una salida monárquica a la crisis territorial de España. El PSOE no se puede permitir sin coste electoral pactar con el PP, porque en esa ecuación está Vox, y el PP queda invalidado como opción centrista y europeísta si pacta con la ultraderecha. El Régimen se ha bloqueado a sí mismo y ahí entra Puigdemont, que ahora mismo es la única posibilidad democratizadora del Estado del 78 como en 2015 lo fue Podemos.

La noche del 23J respiraron aliviados en Bruselas al saber que PP y Vox no iban a poder formar gobierno. Entre amnistía y Vox, amnistía. Cuando el miércoles se vote la investidura de Alberto Núñez Feijóo, en el PP se acordarán de Ciudadanos. Pero también se estarán acordando de la formación naranja los socialistas que van a tener que tragarse el sapo de la ley de amnistía si quieren seguir en el Gobierno. Con Ciudadanos se vivía mejor y por eso al Régimen ya le sobra Vox.


Madrid –

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