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infiltraciones policiales en movimientos sociales

Agente de policía infiltrado — La Directa

Las infiltraciones policiales en movimientos sociales producen graves daños a las víctimas

El centro de asistencia integral a víctimas de violencia política, Centro Sira, ha publicado un informe donde se desgranan los impactos que han sufrido las personas afectadas directamente por las infiltraciones policiales en movimientos sociales


Durante la “Comissió d’Investigació sobre la Infiltració de Policies dels Cossos Policials de l’Estat en els Moviments Socials, Polítics i Populars d’Arreu del País” que se llevó a cabo hace dos semanas en el Parlament de Catalunya compareció Pau Pérez Sales, psiquiatra experto en salud mental en violencia política y doctor clínico del Centro Sira, especializados en la atención integral a personas víctimas de violencia política, vulneraciones graves de Derechos Humanos, malos tratos y tortura a través del Protocolo de Estambul.

Pau Pérez Sales, durante su intervención, expuso los impactos que han sufrido la gran mayoría de personas que se vieron afectadas directamente por las infiltraciones policiales en los movimientos sociales de todo el Estado en los que participaban. En su intervención, expuso algunos detalles del “modus operandi” de la policía que aún no habían salido a la luz y que son escalofriantes.

Tan solo hace un par de días, el Centro Sira publicó un informe general a partir de los informes periciales individuales, con los datos que mencionó Pérez Salas durante la Comisión del Parlament de Catalunya y ha ampliado la información.

En primer lugar, el informe señala que la gran mayoría de activistas afectadas por estas infiltraciones policiales son mujeres, las cuales establecieron relaciones de militancia, amistad y sexoafectivas engañadas con el fin de “obtener información privilegiada”.

Los impactos psicológicos más graves que se han obtenido a través de los informes periciales son alarmantes. Entre ellos, los más recurrentes entre las víctimas son los episodios de depresión, crisis de angustia y cuadros de insomnio. En cifras, para comprender la magnitud del problema, resultó que el 70% confirmó tener ideas de suicidio en algún momento desde que se publicó la infiltración, de las cuales el 90% señaló que el motivo principal era la vergüenza, la humillación sufrida o la irreversibilidad del daño. Entre un 72% y 85% de víctimas aludieron pérdida de autoestima como impacto destacable. Por último, el 40% manifestó tener acciones obsesivas en sus domicilios, o donde conviviese con el infiltrado, al considerarlos espacios contaminados.

El informe pericial señala que las víctimas sienten culpabilidad al auto atribuirse la responsabilidad de que la infiltración policial en su espacio íntimo, familiar y/o político se llevase a cabo a través de ellas. Un sentimiento frecuente en víctimas de agresiones sexuales. Además, en el informe se destacan varios impactos ontológicos como “la pérdida de confianza en el ser humano, sentimientos continuados de humillación o la búsqueda obsesiva de lógica”.

Respecto al ámbito laboral o educativo, el impacto en las víctimas es muy claro, vieron reducido su rendimiento académico y la capacidad para desempeñar su trabajo, incluso algunas tuvieron que solicitar una baja laboral. La desconfianza en el uso del teléfono móvil es un impacto que sufren las víctimas en la actualidad al sentir que siguen estando vigiladas sus vidas, el correo electrónico, las aplicaciones de mensajería, etc.

Aunque Pau Pérez lo expresó durante la Comisión del Parlament de Catalunya, y por lo tanto es público, no se prestó atención a una información muy delicada respecto a la desaparición de algunos enseres personales de las víctimas y que en el informe se señala. Si en general ya sienten miedo por si son inculpadas injustamente en algún otro caso judicial futuro, las víctimas que aseguraron la desaparición de ropa o artículos de higiene temen que se las pueda “construir un caso” a partir de haber recogido muestras suyas biológicas.

En el ámbito social, las víctimas se han visto muy agraviadas, la participación en espacios sociales y de militancia ha disminuido notoriamente al percibirlos como lugares no seguros. Estas infiltraciones también han tenido impacto en las relaciones afectivas de las víctimas que han “disminuido considerablemente” debido a la desconfianza en individuos externos a su círculo de confianza.

Derivado de este último impacto mencionado, las víctimas, de forma generalizada, sienten humillación y ataque a su dignidad al haber sido utilizada una relación amorosa en contra de ellas. El informe deja muy claro que hubo engaño deliberado por parte de los agentes de policía, por las identidades falsas, y por lo tanto relaciones sexo-afectivas no consentidas. Todas las víctimas aseguraron que si hubiesen sabido la identidad real de los agentes infiltrados no hubiesen establecido relaciones sexuales, por lo que no hubo consentimiento. La declaración de una de las víctimas respecto al no consentimiento lo contextualiza a la perfección “Con la persona esta que no existe, sí hubo consentimiento. Pero como no existe, yo no di consentimiento y, si lo hubiese dado, habría sido a una persona que no existe. Un consentimiento a un ser que no existe. No hay consentimiento”.

Estas infiltraciones policiales no solo tienen víctimas individuales, también existen consecuencias colectivas, los movimientos sociales, que sobre los activistas caerá un pensamiento de desconfianza sobre espacios de participación por estar expuesto a futuras infiltraciones y ser el objeto de vigilancia. Que el Estado haya llevado a cabo estas acciones, no tiene la finalidad de encontrar actos delictivos “filoterroristas”, es un señalamiento a los movimientos sociales y un aviso de advertencia para todo el activismo político y social actual y, sobre todo, venidero.


Madrid –

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