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Castillo, Petro y los nuevos golpismos latinoamericanos

El empoderamiento de la ultraderecha y su desprecio por la democracia requieren ser denunciados, rechazados y contestados en todos los frentes


Hace unos dรญas, el presidente de Colombia Gustavo Petro hizo un llamado a las โ€œorganizaciones de derechos humanos, partidos progresistas y organizaciones de trabajadores de Colombia y del mundo a defender la democracia frente a una ruptura institucionalโ€. Alertaba sobre la nueva arremetida del fiscal general esta vez investigando supuestos gastos de campaรฑa no declarados. En los trece meses de gobierno Petro ha enfrentado las presiones de la Fiscalรญa y la deliberada pretensiรณn de la derecha de no dejarlo culminar su mandato. Cualquier parecido con el asedio judicial y mediรกtico que viviรณ el presidente Pedro Castillo en Perรบ los quince meses de gobierno no es coincidencia. Ambos son casos representativos del nuevo golpismo latinoamericano.

La concertaciรณn de acciones para destituir gobiernos constitucionales se ha vuelto una prรกctica cada vez mรกs frecuente de las derechas que debilita e incluso transgrede la democracia, configurando golpes de estado de nuevo tipo. Lo vimos en Bolivia con el intento de Aรฑez y sus aliados por quedarse en el poder. Lo vimos en Perรบ donde lograron su objetivo de deponer a Castillo. Lo estamos viendo en Colombia y puede ser el destino de Bernardo Arevalo en Guatemala y otros mandatarios que no se alinean con los intereses de las รฉlites.

Los nuevos golpismos latinoamericanos proclaman su desprecio por la democracia sin empacho, abren investigaciones fiscales, construyen narrativas mediรกticas y suman a los tibios y dubitantes de siempre. Luego se imponen por la fuerza con la venia de sus aliados internacionales. Es importante por ello dar cuenta de este accionar que amenaza cada vez mรกs la voluntad popular.

Lafware, maniobras institucionales y asedio mediรกtico

Histรณricamente, las รฉlites y grupos de poder de paรญses como Perรบ o Colombia han gobernado bloqueando procesos de cambio que pusieran en riesgo sus privilegios. Pese a las obscenas desigualdades sociales, la creciente concentraciรณn de la riqueza y problemas como el narcotrรกfico, la violencia y la corrupciรณn, se mantuvo el orden neoliberal al punto que ninguno de los dos paรญses tuvo gobiernos progresistas la primera dรฉcada del 2000. Con persistencia, los sectores populares forjaron sus respuestas polรญticas y orientaron su respaldo electoral a propuestas de cambio, crรญticas con el sistema imperante. En Perรบ, eligieron a Pedro Castillo, profesor rural, dirigente sindical, rondero y campesino. En Colombia, a Gustavo Petro, con una trayectoria polรญtica militante que incluรญa la guerrilla y la alcaldรญa de Bogotรก.

Salvando las particularidades, la respuesta de las derechas en ambos paรญses ha sido bastante similar. No importa si realmente estos gobiernos populares tienen fuerza y/o capacidad de concretar los cambios prometidos, el solo hecho de que gobiernen es una amenaza para sus privilegios y, por lo tanto, deben ser removidos. Conforman asรญ coaliciones golpistas entendidas como la articulaciรณn de poderes econรณmicos, judiciales, institucionales y mediรกticos que trabajan coordinadamente para destituir presidentes legรญtimamente electos. Si bien pueden existir diversos intereses y matices ideolรณgicos, los unifica el objetivo de (re) tomar el poder del Ejecutivo.

Sin duda la Fiscalรญa tiene un rol privilegiado en la coaliciรณn golpista, siendo el lafware o guerra jurรญdica una pieza fundamental para deponer al presidente y/o generar condiciones favorables a su destituciรณn. En Perรบ la ex Fiscal de la Naciรณn Patricia Benavides, asumiรณ protagonismo en la cruzada golpista tomando la inรฉdita decisiรณn de investigar un presidente en funciones. Benavides abriรณ mรกs de 60 carpetas fiscales contra Pedro Castillo, allanรณ reiteradamente Palacio de Gobierno, encarcelรณ tres meses a la hija del presidente y entregรณ al Congreso la acusaciรณn correspondiente para el juicio polรญtico. En Colombia el guion es similar, no en vano Patricia Benavides y el Fiscal General Francisco Barbosa han sostenido sendas reuniones. El lafware contra Petro empezรณ tambiรฉn desde el primer dรญa de gobierno, expurgando los gastos de campaรฑa e involucrando a su hijo y otros colaboradores. Puede que las acusaciones fiscales nunca se confirmen, pero mientras tanto consiguen el objetivo de desestabilizar al presidente, socavando su autoridad y poniendo en cuestiรณn su honestidad.

Las bancadas opositoras del Congreso forman parte tambiรฉn de dichas coaliciones golpistas obstruyendo las propuestas del gobierno y realizando las maniobras legales necesarias para allanar el camino de la destituciรณn en caso de juicio polรญtico. En ambos paรญses, los Parlamentos obstruyen el poder del ejecutivo frenando reformas importantes y hostigando a funcionarios pรบblicos como ministros de Estado que son suspendidos o sancionados. En Perรบ, la nefasta figura de โ€œVacancia por incapacidad moralโ€ fue usada a discreciรณn por la oposiciรณn, llegando a presentar una mociรณn cada cuatro meses. Ademรกs, el fujimorismo y la derecha encontraron en Dina Boluarte y varios parlamentarios oficialistas los traidores de turno para destituir al presidente Castillo y hacerse del poder sin ganar las elecciones. En Colombia la lealtad de Francia Mรกrquez y parlamentarios decididos a jugarse por su presidente pueden hacer la gran diferencia.

Por supuesto, los grandes medios de comunicaciรณn son parte activa del nuevo golpismo, respondiendo directamente a los intereses de sus dueรฑos, grandes empresarios que orquestan campaรฑas mediรกticas de desprestigio e incluso difunden fake news para boicotear al gobierno popular. En Perรบ, desde que anunciaron ganador de la segunda vuelta a Pedro Castillo, los grandes medios iniciaron una campaรฑa de demoliciรณn contra el presidente, su familia y partidarios con altas dosis de clasismo y abominable racismo. Cotidianamente, medios como Willax, el Grupo El Comercio y varios otros presentaban noticias, reportajes y afiebrados comentaristas que presentaban un gobierno tomado por bandidos y terroristas. Lo vemos tambiรฉn en Colombia donde importantes medios y periodistas, distorsionan noticias y faltan el respeto al presidente, acosando a su familia y denigrando a sus votantes. Numerosas veces, desde su cuenta X, Petro ha tenido que denunciar el papel desestabilizador de los grandes medios. Con total impunidad, estas empresas mediรกticas, agravian a los gobernantes y la poblaciรณn, envileciendo la democracia y allanando el camino del golpismo.

En Perรบ, tras quince meses de asedio, la coaliciรณn golpista se saliรณ con la suya, destituyรณ presidente electo, se impuso a sangre y fuego y hoy gobiernan con Dina Boluarte de mandadera. En Colombia podrรญan hacerlo y ante eso, para quienes creemos en la democracia sรณlo hay una respuesta posible; cerrar filas con la voluntad popular.

Cerrar filas con la voluntad popular

Frente al golpismo de nuevo tipo, donde las derechas y grupos de poder minimizan el voto popular, las fuerzas democrรกticas, progresistas, de izquierda no tendrรญan que hacer concesiones. En Perรบ, estas fuerzas tuvieron serias dificultades para ubicar la โ€œcontradicciรณn principalโ€ relativizando el golpismo del fujimorismo y la ultraderecha. Mรกs allรก de sus deficiencias y limitaciones, Pedro Castillo era el presidente legรญtimamente electo y encarnaba la opciรณn de las mayorรญas excluidas y su destituciรณn iba a ser un triunfo de los mรกs atรกvicos conservadores que ya conspiraban con Dina Boluarte. No se entendiรณ asรญ y, consumada la destituciรณn, no faltรณ la congresista progre que alabรณ a la primera mujer presidenta ni los que desfilaron por Palacio saludando a la nueva inquilinaโ€ฆcomo si de la traiciรณn y la usurpaciรณn pudiera surgir un gobierno mรญnimamente democrรกtico.

Gustavo Petro sรญ advirtiรณ acerca de la ilegal destituciรณn de Pedro Castillo y la imposiciรณn de una dictadura sangrienta. Denunciรณ los atropellos a los derechos de los peruanos que cometรญan Dina Boluarte y sus cรณmplices, disparando contra la poblaciรณn civil movilizada especialmente en Los Andes. La solidaridad del presidente Petro con Castillo y el pueblo movilizado que era masacrado en las calles llevรณ a que el Congreso mรกs desaprobado de la historia peruana lo declarara โ€œpersona no grataโ€, expulsando al embajador de Colombia en Lima.

El empoderamiento de la ultraderecha y su desprecio por la democracia requieren ser denunciados, rechazados y contestados en todos los frentes. La movilizaciรณn popular es fundamental y asรญ lo demostrรณ el pueblo colombiano que el 8 de febrero marchรณ en todo el paรญs. Sindicatos, estudiantes, organizaciones indรญgenas y diversas organizaciones se movilizaron anteponiendo diferencias polรญticas, ideolรณgicas e incluso justas crรญticas al gobierno. Ese compromiso de la gente con la defensa de la voluntad popular marca el camino y deberรก ser correspondida por los gobiernos, siendo leales a sus promesas de cambio.


Madrid –

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Editorial

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