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Activismo climático y desobediencia civil: claves de la entrevista a Bilbo Bassaterra, de Futuro Vegetal

Desde los nuevos modelos de activismo y las cuestiones performativas, el entrevistado nos cuenta los engranajes de Futuro Vegetal y cuál es el futuro del activismo climático en España


Desde las bases de la organización, pasando por los nuevos modelos de activismo y las cuestiones performativas, como cofundador de la organización, el entrevistado nos cuenta los engranajes de esta y cuál es el futuro del activismo climático en España.

Bilbo Basaterra, uno de los actuales cofundadores de Futuro Vegetal, ha sido entrevistado este pasado 28 de enero en Canal Red para responder en nombre de su organización a preguntas que, lejos de buscar simplemente la justificación de sus actos, profundizan más allá e intentan despejar dudas que no siempre son abordadas por los medios de comunicación.

A lo largo de la entrevista se tocan diversos temas, desde las bases ideológicas de la organización y de dónde se inspiran hasta la posible vinculación del movimiento con algún partido o asociación política.

Bilbo, lejos de responder de una forma teórica y superficial, afronta las respuestas tanto desde una perspectiva personal como desde la imagen colectiva de su organización, sincerándose además acerca de los miedos y riesgos que conlleva, en la actualidad, pertenecer a una organización que busca soluciones para la emergencia climática y ha llegado a ser tildada de “eco terrorista”.

Desde un principio Bassaterra es claro: los objetivos de Futuro Vegetal son diversos. Poniendo como centro de la problemática climática española la sequía crónica que sufre el país, enfatiza en que gran parte de ese agravamiento es consecuencia de la inversión pública en las grandes empresas de la industria cárnica, que acaban provocando que la agricultura esté en grave peligro y el impacto de la ganadería aumente considerablemente: aumento de la deforestación y de la emisión de gases de efecto invernadero, mayor uso del suelo…

Desconfianza en las instituciones, esperanza en el activismo personal

El papel de las instituciones es importante: aun a pesar de que no confían en la implicación real de éstas en la lucha contra el cambio climático, si asumen que como actores de poder pueden fomentar la funcionalidad de sus reclamos y agradecen su apoyo a la hora de apoyar medidas activistas como la derivación de subvenciones que impulsen el desarrollo de la industria cárnica a alternativas social y ecológicamente responsables basadas en vegetales.

Hoy en día reclama que “hay municipios en el Estado español que no tienen acceso al agua potable” y que existen leyes impuestas que lejos de proteger a la ciudadanía están destinadas a “proteger los intereses económicos de una pequeña élite”, motivo por el cual están dispuestos como organización a transgredir esa normativa para “luchar por la supervivencia tanto de nuestra especie como del resto, para que el territorio donde desarrollamos nuestra vida siga siendo habitable”.

No sólo se trata del medio ambiente, sino de hacer una crítica al sistema socioeconómico

Las nuevas generaciones activistas han sido más críticas tanto con el sistema como con sus propias proclamas y actividades performáticas. Según Bassaterra, uno de los principales errores de las grandes organizaciones que luchan contra el cambio climático es “querer contentar a todo el mundo”: consideran que peticiones como las de la derivación de subvenciones son una “minucia, pero tienen un impacto muy grande: le quitas poder a las grandes empresas y (…) favoreces que la gente ostente su soberanía y seguridad alimentarias”.

En ese sentido, las nuevas generaciones han supuesto un antes y un después tanto a nivel ideológico como activista. Toda la nueva ola nace de jóvenes que han visto como las medidas influenciadas por los grandes movimientos no tenían un impacto real y acababan desapareciendo entre legislaturas. Por ello, desde Futuro Vegetal han “intentado hacer algo muy potente y en muy poco tiempo. La situación es la que es y nos ha hecho ser críticas con nosotras mismas”, debido al carácter urgente de la emergencia climática y al blanqueamiento por parte de las élites políticas que, aun a pesar de llevar considerando el problema como una emergencia desde hace años, su implicación real no demuestra ningún tipo de preocupación o urgencia. 

“El objetivo es que se genere una situación de tensión que haga que las instituciones públicas tengan que tomar partido”

Sus acciones de desobediencia civil no sólo han sido llevadas a debate interno dentro de Futuro Vegetal, sino que han sido decididas basándose en estudios de efectividad y en colaboración con otras organizaciones climáticas, además de basarse en la influencia de figuras importantes en la lucha contra la cuestión climática como Andreas Malm y Roger Hallam, uno de los cofundadores de Extinction Rebellion.

El coste y el peligro de ser una cara visible

Bilbo empezó estuvo muy implicado en ExtinctionRebellion durante cuatro años, pero se planteaba constantemente si merecía la pena arriesgarse tanto por acciones que no tenían un impacto real en la causa climática.

Analizando cómo poder ampliar la ventana de Overton (modelo teórico que busca cuál es el límite mediático que está dispuesto a soportar la sociedad con tal de que el activismo sea efectivo) llegaron a la conclusión de que era imprescindible hacer mucho hincapié en concienciar acerca de la situación climática, aun a pesar de que pueda generar rechazo social y de que el eco mediático pudiese hostilizar, aún más, su situación legal.

Y es que, desde el inicio del activismo de la organización, han sido detenidas más de 20 personas. Esas detenciones generan en los participantes del movimiento una sensación de indefensión y de vulnerabilidad fuertes: son conscientes de que entre ellos hay agentes de los cuerpos de seguridad del Estado y eso ha generado, además, desconfianza entre los propios activistas.

De activistas a “eco terroristas”

Al inicio de la organización, un informe de la fiscalía consideró al movimiento como una organización “eco terrorista”, término vejatorio del que luego se han hecho eco algunas instituciones y medios de comunicación con el objetivo de “dañar la imagen del movimiento”.

Aun a pesar de ello, han sabido sobreponerse a todos los ataques recibidos, puesto que consideran que la imagen del movimiento quedaría muy deteriorada si cayesen en ese tipo de dinámicas. Cuando las estrategias mediáticas de silenciar el movimiento no han sido suficientes, “ha intervenido fuertemente la policía”. Prueba de ello fue el anticipo a actividades que tenían programadas en el mes de abril en Madrid, que fueron disueltas antes comenzar.

Ante el aumento del eco mediático y la no eficacia de la intervención mediática o policial, consideran que “como no han podido frenar el activismo, entra en juego la memoria de la fiscalía, en el apartado de ecologismo radical, y dentro de éste, en el subapartado de terrorismo nacional”, llegando a incluirlos en un mismo apartado con asociaciones neonazis.

Una petición honesta

Para terminar la entrevista, Bilbo Bassaterra pide a los medios que dejen de criminalizar y utilizar el clickbait con sus actividades. Desde el límite de la no violencia reclama que “lo que nosotros estamos pidiendo es más soberanía alimentaria, más seguridad alimentaria en un contexto de crisis climática, redistribución de la riqueza y de la propiedad de la tierra…” y que la gente reclame el poder que tiene y se crea con la capacidad de ostentarlo y aplicarlo, enfatizando en “el apoyo mutuo, la colaboración, la organización y las redes de resistencia”.


Puedes ver el la entrevista completa por Canal Red aquí:

Madrid –

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