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Ecoterrorismo. Terrorismo separatista. Los terroristas de Hamás. Terrorismo hutí en el Mar Rojo

Análisis histórico y contemporáneo revela cómo la etiqueta ‘terrorista’ se ha convertido en una herramienta para deslegitimar movimientos de resistencia y controlar la narrativa política


Esta pieza está basada en la sección de Sara Serrano de La Base y redactada por Lucía Parro.

La falta de consenso internacional sobre la definición de terrorismo ha llevado a un uso arbitrario del término. Incluso los Estados miembros de la ONU han dejado al mundo sin una definición unificada de terrorismo. También la Corte Penal Internacional, encargada de enjuiciar una amplia gama de crímenes, ha tenido que excluir el terrorismo internacional de sus competencias recientemente.

El término «terrorismo» hizo su primera aparición en el escenario mundial durante la Revolución francesa, cuando el gobierno jacobino de Robespierre fue acusado de utilizar el «Gran Terror» como una herramienta política. Desde entonces, la etiqueta de «terrorista» ha sido arrojada en diversas ocasiones, muchas veces con objetivos propagandísticos. Robespierre, en su momento, defendió el terror como «el ejercicio de la justicia».

El primer teórico en plantear una doctrina coherente sobre el terrorismo fue el republicano alemán Karl Heinzen en 1848. En su ensayo «Mord und Freiheit» —el homicidio y la libertad— abogó por todas las vías, incluso el atentado suicida, como válidas para acelerar la llegada de la democracia. A lo largo de los siglos, aquellos que defendieron el terrorismo como «el recurso legítimo de los oprimidos» a menudo se transformaron en respetados líderes estatales, como Charles De Gaulle o Menahem Begin.

La historia está llena de ejemplos que desafían la categorización simplista del terrorismo. Figuras como Ben M’hidi, líder del Frente Nacional Argelino, fueron consideradas terroristas durante la ocupación francesa, pero se convirtieron en padres de la patria tras la independencia. Nelson Mandela, antes de ser presidente de Sudáfrica y ganador del Nobel de la Paz, fue encarcelado como un «terrorista comunista».

En la actualidad, la ambigüedad en la definición de terrorismo persiste y se refleja en casos recientes. El auto del juez García Castellón en el caso Tsunami vincula al expresidente Carles Puigdemont con delitos de terrorismo, mostrando la facilidad con la que el término se aplica a actos políticos. Además, la memoria de la Fiscalía General del Estado de 2022 incluyó al «ecologismo radical» bajo la categoría de «terrorismo», ilustrando la tendencia a criminalizar movimientos sociales y políticos.

La historia del terrorismo sigue siendo compleja y resistente a las definiciones sencillas. Mientras el mundo continúa debatiendo sobre qué constituye el terrorismo, la falta de un consenso internacional deja espacio para interpretaciones subjetivas y arbitrariedades, haciendo que el término sea tanto una herramienta política como una etiqueta que moldea la percepción pública.


Madrid –

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