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Estas fueron las mentiras de la prensa para encubrir la masacre de Pasaia

El periódico ABC, colaboró para disfrazar lo que había sido un fusilamiento a sangre fría con 4 asesinatos impunes (113 tiros disparados por la Policía contra ninguno) de “enfrentamiento” y “tiroteo”


“No fue una emboscada ni un asesinato extrajudicial, fue un tiroteo, ellos dispararon primero”. La versión oficial sobre la masacre de la Bahía de Pasaia hace 40 años fue esa, y en su construcción participaron, por supuesto, las autoridades políticas y policiales de la época (gobernaba el PSOE de Felipe González y ya habían creado los GAL), pero también, claro, los medios de comunicación, que publicaron toda una serie de falsas informaciones para reforzar la mentira.

Este comportamiento del poder mediático es habitual en este tipo de casos. Porque lo de la Bahía de Pasaia y la colaboración de la prensa para construir una falsa versión oficial que encubriera 4 ejecuciones extrajudiciales no es una excepción; sin ir más lejos, el pasado 11 de septiembre, con motivo del 50 aniversario del golpe de Estado contra Allende en Chile, ya hablamos del papel cómplice de El Mercurio y La Segunda, los periódicos de los Edwards, a la hora de encubrir desapariciones y asesinatos de ciudadanos chilenos en la etapa pinochetista, por ejemplo, en el llamado “caso de los 119”.

119 chilenos y chilenas, la mayoría militantes de grupos revolucionarios, que fueron secuestrados y asesinados por la dictadura, pero sobre los que esos periódicos publicaron que habían muerto en “enfrentamientos”, en tiroteos, con las fuerzas de seguridad. “Exterminados como ratones. 59 miristas chilenos caen en operativo militar en Argentina”, fue una de las portadas cómplices de La Segunda.

Efectivamente, que haya periódicos dispuestos a ser cooperadores necesarios de la mentira y la impunidad del terrorismo de Estado no es nada muy original. Es una práctica habitual… aunque, eso sí, propia de dictaduras, no de un régimen supuestamente democrático como el que existía en España en 1984. “Transición modélica”, le llaman.

Transición modélica y prensa democrática. Vamos a ver en primer lugar precisamente esto: cómo la prensa de la época, en particular el periódico ABC, colaboró para disfrazar lo que había sido un fusilamiento a sangre fría con 4 asesinatos impunes (113 tiros disparados por la Policía contra ninguno) de “enfrentamiento” y “tiroteo”.

Los principales ingredientes de ese falso relato mediático fueron dos: el primero, la prensa retrataba a esos cuatro jóvenes “terroristas” o “etarras”, les adjudicaba una ristra de atentados y les adjudicaba también supuestos planes para cometer nuevos atentados en España, razón por la que estarían cruzando la frontera desde Francia.

Eso decía, por ejemplo, el diario ABC dos días después del crimen, el 24 de marzo de 1984: “Un largo historial de crímenes tras los etarras muertos”.

Y lo mismo en una segunda pieza dedicada a reforzar ese mismo mensaje: “La Policía llevaba un mes al acecho de los terroristas”.

Vamos, que estaban bien matados.

Y el segundo ingrediente fue el que adelantábamos antes: que fue un “enfrentamiento” y que “ellos dispararon primero”. Ese mismo día 24 de marzo de 1984, ABC publicó una tercera “noticia” sobre la masacre de Pasaia dedicada esta vez a introducir ese segundo ingrediente del relato (tres noticias en un solo día para cooperar con la versión oficial, la verdad es que se lo curraron en ABC): “Factor sorpresa y rapidez, las claves de la operación policial”, fue el titular.

Y decía el ABC: “a las 22:30 hs. de la noche, la embarcación llamada ‘Igueldo’ penetró con celeridad en el puerto y buscó su amarre. En ese momento, los policías dispusieron sus armas y colocaron en la dirección apropiada potentes focos que servirían para iluminar la escena. La lancha del comando terrorista aminoró la velocidad y se dirigió hacia una pequeña dársena conocida con el nombre de ‘Puntas’. Ya con el motor parado, los cinco “autónomos’ se dispusieron al desembarco. Y los acontecimientos se precipitaron a una velocidad de vértigo. En diez apretados segundos, los focos se encendieron y las voces de alto quebraron la falsa calma del puerto. Los terroristas, sorprendidos por las luces y los gritos, vaciaron los cargadores de sus pistolas en dirección de las voces”.

“La respuesta de las Fuerzas de Seguridad fue inmediata: los tres terroristas que habían logrado poner pie en tierra cayeron abatidos en décimas de segundo; los dos restantes intentaron en vano poner la lancha en funcionamiento y sus cuerpos fueron a parar a las aguas del puerto… Después, por, unos instantes, volvió el silencio. Segundos más tarde los policías se adelantaron a detener al único superviviente, que vestía un chaleco antibalas”.

Esta versión oficial se ha mantenido durante 40 años y apareció en más periódicos en aquel momento —La Vanguardia, por ejemplo, no solo fue ABC—. Pero lo cierto es que está más que desmontada, por varias vías.

Por una parte, por los testimonios del propio Joseba Merino: en 2002, tras salir de la cárcel después de más de 17 años, Joseba contó toda la historia con pelos y señales y en 2008 se publicó el libro “Emboscada en Pasaia. Un crimen de Estado”, de José Rafael Aizpuru, que narra los hechos tal y como sucedieron.

Además, en 2017 se estrenó en Pamplona un documental, “Pasaiako Badia”, de Xabier Otamendi, Yuri Agirre y Erik Aznal, financiado mediante crowdfunding, que incluye también el testimonio de Joseba Merino.

En tercer lugar, los dos supervivientes de la masacre, Joseba y también Rosa Jimeno, explicaron los hechos en dos entrevistas, una en Gara en 2008 y otra en Naiz en 2014.

Y en 2020, la Cátedra UNESCO de Derechos Humanos y Poderes Públicos Universidad del País Vasco, por encargo de la Secretaría General de Derechos Humanos, Convivencia y Cooperación del Gobierno Vasco, publicó un informe oficial, ”Informe sobre los sucesos en la Bahía de Pasaia, Gipuzkoa, del 22 de marzo de 1984”, en el que afirma definitivamente que aquí no hubo ningún enfrentamiento sino un “fusilamiento extrajudicial”.

Pero, en realidad, a diferencia del papel de ABC y compañía, hubo otros medios de comunicación que desde el día siguiente al fusilamiento ya habían desmontado la falsa versión oficial. Y el medio que más contribuyó a desmontar esa mentira ya en aquellos días de marzo del 84 fue el periódico vasco EGIN. Los elementos de ese informe de la Cátedra UNESCO de la Universidad del País Vasco que tardó 36 años en certificar lo sucedido, ya estaban sembrados en las informaciones de EGIN de los dos días siguientes a los hechos, el 23 y 24 de marzo de 1984.

“Cuatro muertos, resultado de una operación policial en Pasajes”, fue aquel titular de portada del EGIN del 23 de marzo, que no se cerró hasta las 2 de la madrugada y que no incluía fotografía porque se impidió a los periodistas acceder a ese punto concreto de la Bahía de Pasaia. El relato que hacía la noticia ya apuntaba pocas horas después de los hechos en la dirección de lo que acabaría contando Joseba Merino tras salir de prisión.

Y al día siguiente, 24 de marzo, nueva portada del EGIN: “Los testigos desmienten la versión del gobernador” (el entonces gobernador civil de Gipuzkoa, Julen Elgorriaga).

En la información, varios testimonios presenciales apabullantes que negaban esa versión oficial: nadie había oído disparos cruzados, sino solo un ametrallamiento por parte de la Policía, tampoco habían oído ninguna llamada de “alto” de los agentes. Y el dato inequívoco: 113 disparos por un lado y ninguno por el otro. Un poco raro para ser un “enfrentamiento”…

Hay que decir que el diario El País también publicó ese mismo día 24 de marzo esos testimonios:

“Un testigo de los hechos contradice la versión oficial sobre el tiroteo de Pasajes, en el que murieron cuatro terroristas”, fue el titular. Y el testimonio: “Yo no oí voces de alto ni tiros hasta escuchar las ráfagas de los GEOs, que dispararon simultáneamente desde distintos puntos sobre la lancha, que se encontraba entonces a menos de 20 metros de la orilla. El ametrallamiento duró un minuto y pico y después aparecieron tres zodiac —lanchas— de la Guardia Civil, que hasta entonces habían permanecido sin luces, y empezaron a recoger paquetes de cartón que flotaban en el agua. En la orilla de Pasajes de San Pedro se encendieron entonces dos luces colocadas encima de dos coches”.

Y también ese mismo 24 de marzo, El País publicó incluso un editorial, titulado “Pasajes y Biarritz”, en el que decía: “Las trabas puestas a los periodistas, situadas en la línea de política desinformadora aplicada por el Ministerio del Interior en los últimos tiempos, arroja unas dudas tan innecesarias como alarmantes sobre el desarrollo exacto de los hechos”. Y añadía: “La cuestión central sería establecer si la envenenada consigna de la Guerra del Norte ha sido interiorizada por el Gobierno socialista hasta el punto de sustituir los procedimientos de orden público por técnicas propias de un auténtico conflicto bélico”.

…O —insisto— por técnicas propias de una dictadura genocida, no de un Estado de Derecho. Porque lo que define a un Estado de Derecho es que el Estado también tiene que cumplir la ley y llevar a cabo juicios justos contra aquellas personas a las que se acuse de cometer delitos, no ejecuciones extrajudiciales que además, 40 años después, siguen impunes.

Recordemos, para entender el contexto de este editorial de El País: no era solo Pasaia, era marzo de 1984 y un poco más al norte los GAL ya habían cometido 8 asesinatos y un secuestro en su guerra sucia en Euskal Herria.

Dos cosas más para acabar. La primera: además de los materiales ya mencionados, algunas piezas de prensa más recientes sobre la masacre de Pasaia:

La que publicó El Salto en 2023, con motivo de la rueda de reconocimiento que había ordenado la Audiencia Provincial De Gipuzkoa: “Bahía de Pasaia: un crimen de Estado bajo investigación 39 años después”.

También la que publicó en 2023 eldiario.es: “Emboscada de Pasaia, caso abierto: un informe sobre la “ejecución extrajudicial” de militantes de los Comandos Autónomos”. En ella se puede leer que “El lehendakari Urkullu ha pedido perdón en el Parlamento después de que el Gobierno vasco haya tardado tres años en proporcionar el documento a las familias” (el documento es el informe de la Universidad del País Vasco de 2020 que citábamos antes; vaya con el PNV).

Y, por último, la que publicó Naiz hace unos días, el 22 de marzo, con motivo del 40 aniversario de los hechos: “El «enfrentamiento» que no fue en Pasaia: 113 disparos contra ninguno y cuatro muertes impunes”, en la que se reconstruyen una vez más los hechos reales.

La otra cosa que cabe recordar es lo que pasó con EGIN, el periodico que desde el día siguiente ya desmontaba la falsa versión oficial.

El 15 de julio de 1998, el juez Baltasar Garzón, bajo la doctrina del “todo es ETA”, ordenó el cierre de EGIN y la detención de varios de sus responsables. En 2009, 11 años después, los tribunales resolvieron que la actividad de EGIN era perfectamente lícita y que el cierre no debió haberse producido, pero ya había pasado demasiado tiempo y no fue posible reabrir el periódico…

EGIN, cerrado, y el ABC ahí sigue, mintiendo desde 1903 y recibiendo cientos de miles de euros de dinero público en publicidad institucional. La verdad se persigue, la mentira se premia.


Este texto es una adaptación del análisis de Manu Levin en La Base, puedes ver el episodio completo aquí:

Madrid –

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