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‘20 días en Mariúpol’: un documental tan valioso como devastador

Mstyslav Chernov ha sido nominado al Óscar por su trabajo, una crudísima película que relata el horror del asedio ruso de 2022


El documental 20 días en Mariúpol, que ya pueden ver en Filmin, está montado a partir de 30 horas de imágenes tomadas por el periodista (de Associated Press) Mstyslav Chernov y sus compañeros, el fotógrafo Evgeniy Maloletka y la productora Vasilisa Stepanenko. Los tres llegaron a Mariúpol una hora antes de que Rusia comenzara a bombardearla. Mientras otros periodistas internacionales abandonaban la ciudad, ellos se quedaron y grabaron el asedio para informar y para montar un crudelísimo documental en el que no solo ves morir a personas, incluso bebés, también ves morir a una ciudad.

Lo primero que se hace para matar a una ciudad es buscar que sea invivible: se corta el agua, la luz, el gas, internet, el transporte… De repente, una ciudad del siglo XXI vuelve al siglo XIX. La gente cocina y se calienta con leña y sus móviles solo son válidos como precarias linternas. 20 días en Mariúpol impacta, entre otras cosas, porque lo que ves podría suceder en el asedio a una ciudad en los años 30 o 40 del siglo XX. Nada ha cambiado. También porque los informativos son incapaces de acercarse, como lo hace Chernov, al mayor horror de la guerra, al humano. Al desgarro de una madre a la que le comunican que ha muerto su bebé o al padre que acaba de perder a su hijo adolescente.

Todo comienza con una atmósfera extraña, aterradoramente sosegada. Como dice Chernov, cuya sigilosa voz escuchamos siempre en off, “las guerras no empiezan con explosiones, sino con el silencio”. Y, de la noche a la mañana, pasas de estar en tu sala de estar viendo tu serie favorita a dormir con tus hijos en un sótano infecto (en Mariúpol no había refugios en condiciones) y a perder tu casa y la que era tu vida. En uno de esos refugios improvisados, un gran gimnasio, escuchamos a una aterrada y llorosa cría decir: “No quiero morir”.

En 20 días en Mariúpol Chernov hace una apuesta narrativa y visual arriesgada: nos muestra las muertes de inocentes sin reservas, sin alejar la cámara, sin elipsis de ningún tipo. Hasta nos enseña los cadáveres sin adornos. No hay recato en un documental en el que vemos morir a Evangelina, de solo 4 años. También su cadáver. Y a Illy, de 16 años. Entra moribundo en el hospital, con las piernas reventadas, y muere ante el espanto de su padre. O a Kyryl, un bebé de 18 meses al que vemos morir en la mesa de operaciones.

“Graba esto”, demanda un médico del hospital ante la cámara de Chernov, mostrándole la morgue improvisada y los cadáveres. El relato era fundamental en ese momento: mostrar que los rusos estaban asesinando a civiles de forma indiscriminada y bombardeando barrios residenciales. De hecho, Chernov introduce el fundamental tema de la lucha por el relato en el montaje de su película. Cuando sus imágenes, de barrios residenciales y hospitales atacados, llegaron a las televisiones de medio mundo, Rusia sugirió que aquello era una puesta en escena digna de Hollywood. El ministro de Exteriores ruso, Serguéi Lavrov, hasta negó el ataque al hospital infantil de Mariúpol, grabado por Chernov y su equipo.

Chernov también es honesto introduciendo la cara menos heroica del pueblo ucraniano: los saqueos. Ante las tiendas y los centros comerciales bombardeados y gravemente dañados, los habitantes de Mariúpol se llevaron lo que pillaban, a veces hasta jugándose la vida y ante la indignación de los militares. Ante estas irritantes imágenes, Chernov recuerda una gran frase: “En la guerra las buenas personas son más buenas y las malas peores”.

Otra de las imágenes más devastadoras de Chernov y que dieron la vuelta al mundo fueron las de las fosas comunes. Ante la imagen de los cadáveres, algunos en bolsas y otros sin ellas, semidesnudos, es inevitable recordar imágenes que nos suenan a las páginas más tenebrosas del siglo XX. Un mes más tarde a lo grabado por Chernov, el que fue alcalde de Mariúpol, Vadym Boychenko, denunció, mostrando las imágenes tomadas desde un satélite, una gran fosa común en la que habrían podido ser enterrados miles de cadáveres.

Pero no se queda ahí la revelación del periodista de Associated Press. También dieron la vuelta al mundo las imágenes del ataque ruso a un hospital materno-infantil. Ante el descubrimiento, la Embajada de Rusia en Reino Unido llegó publicar una serie de tuits en los que tildaba de “bulo” las imágenes de Chernov, que tampoco duda en incluir el ataque de la diplomacia rusa en su documental. También el final de una de las embarazadas, Iryna, que cuando supo que su bebé había muerto dijo: “Matadme”. Vivió solo unos minutos más que su hijo. Frente a esta imagen de muerte, la vida en otra imagen, la más impactante del documental: un médico, desesperado, mueve a un recién nacido pálido y que parece muerto… hasta que empieza a llorar y a respirar.

El documental de Chernov se estrenó en el Festival de Sundance, donde ganó el Premio del Público en la categoría de Documental de Cine Mundial. También ha sido nominado por los BAFTA, el Sindicato de Productores, el Sindicato de directores y competirá en los Oscar. Cuando se enteró de la nominación, Chernov también supo que su ciudad natal, Járkov, había sido bombardeada ese mismo día por las fuerzas rusas. Según Naciones Unidas, los ataques con misiles habían matado a seis personas y herido a 57, entre ellos ocho niños. También la ONU se volcó con 20 días en Mariúpol y organizó una proyección al comienzo de la 78ª sesión de su Asamblea General. La proyección provocó la ira del Kremlin, cuyo embajador ante la ONU, Vasily Nebenzia, insistió: el ataque con misiles contra el hospital materno es un montaje.

Tras 25.000 muertos y la ciudad en ruinas, el asedio de Mariúpol terminó el 20 de mayo de 2022 con la rendición de un grupo de soldados ucranianos, totalmente superados en armamento por los rusos, en la planta siderúrgica de Azovstal. Según Naciones Unidas, las tropas rusas destruyeron el 90% de los edificios de Mariúpol, urbe que hoy el Kremlin dice intentar reconstruir.

20 días en Mariúpol muestra, de forma inclemente, desgarradora y sin artificios, que la guerra es como una enfermedad mortal. En cuanto aparece, primero de forma silenciosa y luego estrepitosa, todo lo que eras se va desintegrando: tu hogar, tu coche, tu trabajo… y finalmente tu ciudad y tu futuro. En definitiva, estamos ante uno de los documentales de guerra más crudos que hayamos visto nunca. Un buen trabajo de periodismo y de cine documental.


Madrid –

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