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“Agila”, o cómo Extremoduro se convirtió en un fenómeno de masas

Extremoduro pasó de la noche a la mañana del underground, las cintas grabadas de cassette y las maquetas, a ser un grupo adorado por la inmensa mayoría de la chavalada y no tan chavalada de la época. Su irrupción como un elefante en una cacharrería fue por un motivo muy sencillo: crearon 13 canciones antológicas


Para los que todavía no lo sepan “Agila” significa “espabila” en castúo, dialecto extremeño. La verdad es que Extremoduro se lo tomó al pie de la letra y espabilaron de lo lindo con la publicación un 23 de febrero de 1996 de un álbum que pasaría a la historia. Nos encontramos no solo con uno de los mejores álbumes de la carrera de los extremeños, con el permiso claro está de “La Ley Innata”, si no con uno de los mejores álbumes del historia del rock de nuestro país. Dicho esto así parece que es algo muy grandilocuente, pero el tiempo lo único que ha hecho es engrandecer aún más lo creado por Robe Iniesta y cía en Granada hace ya más de dos largas décadas.

Extremoduro pasó de la noche a la mañana del underground, las cintas grabadas de cassette y las maquetas, a ser un grupo adorado por la inmensa mayoría de la chavalada y no tan chavalada de la época. Su irrupción como un elefante en una cacharrería fue por un motivo muy sencillo: crearon 13 canciones antológicas.

Pongamos la máquina del tiempo en marcha y viajemos a esos días tan cruciales en la carrera de la banda. Tras editar el experimental “Pedrá” en 1995, Robe Iniesta seguía buscando la estabilidad que la banda requería. Ya no estaban ni los músicos de su Plasencia natal, ni aquella alocada banda formada en Barcelona para el álbum “¿Dónde Están Mis Amigos”. Robe estaba un poco harto de esa imagen poco seria y alocada que tenía la banda y decidió marchar a Granada en busca de nuevos caminos y algo de paz. Fue la mejor decisión de su vida, musicalmente hablando.

Su llegada a Granada supuso para Robe poner el contador a cero y empezar a calibrar cuál debía ser el camino que debía emprender su proyecto. Su encuentro con Iñaki “Uoho” Antón en la ciudad andaluza fue determinante para el devenir de Extremoduro. Uoho había tocado en los dos últimos álbumes de la banda, además de ser el actual guitarrista de Platero y Tú. Robe necesitaba un escudero, un compañero de armas que estuviera al frente de la nave. Tras mostrarle las canciones en las que estaba trabajando, aceptó el reto y en unos meses se trasladan a Madrid (Estudios Box) para terminar de darle la estocada final al álbum. Estamos hablando de finales de 1995.

El dream team que se juntó para crear “Agila” estaba compuesto, además de los ya mencionados Robe y Uoho, por Ramón “Mon” Sogas (bajo), Iñaki “Milindris” Setién (guitarra) y Alberto “Capi” Gil (batería). Robe fue el creador de todos los temas y Uoho guitarra solista y multiinstrumentista. La conjura estaba preparada y el resultado fue pura magia.

El éxito llegó y subió como la espuma de cerveza. Ya no eran un grupo maldito, under, de gente “tirada”, se convirtieron de la noche a la mañana en los abanderados del rock de nuestro país.

Fue un disco que mezclaba sabiamente la transgresión, con partes poéticas llenas de vida y alegría. Una producción cuasi perfecta dotó al disco de una impronta fuera de toda duda. Lanzaron además su primer vídeo clip con el tema “So Payaso”, llevándose el premio al mejor vídeo musical en la I edición de los Premios de la Música organizados por la SGAE en 1997. Las ventas se dispararon. Más de 200.000 copias se despacharon consiguiendo un doble álbum de platino por todo lo alto. Todo esto provocó que se reeditaran los discos anteriores de la banda, que se vendieron como churros igualmente.

De la gira brutal de presentación del disco se grabó el único directo de la banda llamado “Iros Todos A Tomar Por Culo” que también fue un éxito de ventas. Extremoduro eran semidioses del rock de nuestro país, sin que nada ni nadie les hiciera sombra.

Robe se fue a vivir a Euskadi para estar cerca de Uoho dando paso a una nueva etapa de la banda, más reposada, más seria. Todo ello desembocaría en su obra maestra “La Ley Innata” llegando con ella a la cima de su carrera.

Pero vayamos a lo importante: la música. Visitemos los 13 temas que componen esta maravilla llamada “Agila”. Pero antes no quisiera pasar por alto comentar el fastuoso comienzo del álbum. Los primeros 5 temas que lo componen para este junta letras es lo más perfecto que se ha creado hasta la fecha en el rock de este país. Tener la capacidad de crear estos temarrales y ponerlos en fila como quien no quiere la cosa, está solo al alcance de muy pocos.

Esta maravilla sonora comienza con “Buscando Una Luna”. Robe a la guitarra y José Sañudo al saxo nos hacen de guías especiales ante lo que vamos a vivir. Nada hace pensar que estamos ante algo tan grande, pero en nada se desatan las hostilidades. Ds+istorsión por doquier con poemas de Antonio Machado, y la voz de Robe quejumbrosa y a la vez cálida. Se palpa en el ambiente que estamos ante algo muy grande. Se ha levantado el telón y espabila que “Agila” ha echado a volar.

“Prometeo” emerge como una figura ráuda y segura ante el paroxismo que produce escuchar las notas de esta increíble canción. Más poesía por doquier, en este caso aparecen versos de Miguel Hernández, engalanados con los riffs de Uoho y los acordes guitarreros de Robe. Una canción destinada a ser muy grande… el tiempo me ha dado la razón.

Unidas de la mano aparece “Sucede”, la vertiente más rockera del grupo aparece en esta dupla sin igual. “Sucede que me canso de ser hombre” extraído de un poema de Pablo Neruda llamado “Walking Around”. Poesía y rock de la manos en una fusión nunca antes vista en nuestro país, que muchos han querido copiar y que nadie ha podido conseguir la formula magistral que elaboraron estos genios.

La canción. “So Payaso” es el himno de Extremoduro. Una canción de amor/odio/humillación que lleva a los extremeños a lo más alto de su carrera. Desde la letra a la fusión musical entre Robe e Iñaki hacen que este tema sea algo colosal. Su final mult-iinstrumental a lo big band es realmente apabullante y sobrecogedor. Se empiezan a ver atisbos de lo que harían en un futuro en “La Ley Innata”, es solo un atisbo, pero suficiente para entrever que todavía serían capaces de superarse así mismos con el álbum anteriormente comentado.

Llegamos al quinto sello de la obra. “El Día de la Bestia” tema que se hizo muy popular al esta incluía en la BSO del film del mismo nombre dirigido por Álex de la Iglesia. No sé si recordáis el petardazo que significó la película y lo bien que funcionó su banda sonora, ya que recopiló lo mejorcito del rock nacional de la época. Ritmo brutal, desenfreno castúo… locura.

El homenaje llega de la mano de “Tomás”. Una canción dedicada al que fuera manager de la banda Tomás Guerrero que falleció durante la gira del disco. Un corte alocado que lleva como invitado estelar al Reverendo que se encarga de aporrear las teclas del piano.

Otro invitado de campanillas asoma el hocico en “¡Qué Sonrisa Tan Rara!”, nada menos que el ínclito Albert Pla que se nos muestra como un rapsoda susurrante. La verdad que pocos artistas empastan tan bien con Extremoduro que el catalán. Esa mezcla de locura y humor hace que la combinación sea de lo más explosiva.

Uno de los puntos fuertes del menú es el temazo “Cebazabajo”. Sonidos contundentes, de lo más duro del disco, hacen de esta canción un misil de largo alcance. Iñaki Uoho sigue mostrándonos que es el gran revulsivo que la banda necesitaba. Las letras son de lo más oníricas que el grupo ha sido capaz de hacer. Realidad y fantasia se dan la mano teniendo a las drogas como eje catalizador de la canción.

Robe nos muestra una de sus mejores letras escritas por Extremoduro. En “Ábreme El Pecho y Registra” la pasión y el desasosiego se hacen canción de la manera más abrupta. Una estrofa fantástica nos susurra al oído “y no es nada, comparado con el doler que le da a mí alma: tu mirada.

Uno de mis cortes preferidos: “Todos Me Dicen”. Caña burra, desenfreno y Robe totalmente desatado. El saxo sigue siendo un elemento imprescindible a lo largo de todo el álbum, que en concreto aquí, se torna en total protagonista. Todo ello a lomos de un caballo desbocada que parece que no tiene frenos ni límites en su camino.

Otro de los hits del álbum es sin ninguna duda “Correcaminos, Estate Al Loro”. Una letra de las que hacen época, en un tema vacilón que hace mención a los famosos dibujos animados y que hace que la banda entre en una borrachera de sonidos rockeros de lo más efectiva. Iñaki dio el do de pecho de nuevo, una vez más.

Lo crudo y descarnado se agiganta con “La Carrera”. Este es un tema recuperado de la banda Dosis Letal, el primer grupo de Robe Iniesta. Un corte que en el que también fue creador Zosi allá por 1983 y que terminaría fuera de si por culpa de las drogas. Parece como si el final del disco nos quisiera llevar al mismo lugar, al puto infierno del consumo de estupefacientes.

Todo lo dicho anteriormente engarza perfectamente con el cierre final del álbum. La rumbera “Me Estoy Quitando”, una versión del grupo malagueño Tabletom,  nos hace de revival de tiempos pasados que ya no volverán, pero que siguen estando ahí acechando como un gato callejero. Un broche final digno de un álbum sencillamente apoteósico.

Podría estar hablando de este disco semanas. Espero haber podido recoger en estas líneas lo que ha significado esta obra para la música contemporánea de nuestro país. “Agila” significó el reconocimiento a la labor de un genio, Robe Iniesta, que junto a otro llamado Uoho supieron engarzar una seria de piedras que andaban sueltas y no terminaban de funcionar. La unión de estos dos titanes de la música llevo a Extremoduro ha salir del underground y ser una de las bandas más importantes y reconocidas de nuestro país. Ya nada fue igual.

Nuevos maravillosos capítulos nos esperaban de Extremoduro, pero “Agila” es sin duda alguna la piedra fundamental del edificio en torno al cual se construyó uno de los mitos más grandes de la historia del rock de nuestro país.


Madrid –

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