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‘El maestro que prometió el mar’: la historia que molesta a Vox y al PP y se ha convertido en la película sorpresa de la temporada

Enric Auquer deslumbra con un trabajo creíble y humano como el docente Antoni Benaiges, asesinado por los fascistas, en una sencilla película nominada a cinco Premios Goya y que ha superado el millón de euros


En España todavía nos rodea gente que considera que una obra de teatro (o una película) sobre un buen profesor que fue torturado, asesinado y arrojado a una cuneta es una obra “política” o “ideológica”. El final del maestro Antoni Beniages es uno de esos horrores de los que cierta morralla no quiere hablar porque “reabre heridas”.

De 1934 a 1936, Benaiges dio clases a los niños de Bañuelos de Bureba, un pequeño pueblo a cinco kilómetros de Briviesca, en la provincia de Burgos. Su trabajo se caracterizó por una enseñanza laica y sin crucifijos en clase y una propuesta revolucionaria para la época. Sustituyó al cura que daba clases a los niños y se distinguió por no esconder sus ideas políticas anticapitalistas y por prometer a sus alumnos que los llevaría a ver el mar, algo que todavía no habían experimentado.

Este verano fue noticia la obra de teatro sobre Benaiges, titulada El mar: visión de unos niños que no lo han visto nunca y dirigida por Xavier Bobés y Alberto Conejero. La obra viajó por toda España hasta que llegó el día más especial: actuar en Briviesca, pueblo muy cercano a Bañuelos de Bureba, el destino del maestro Benaiges. La emoción era máxima. Además, iban a actuar de forma benéfica. Pero la nueva corporación municipal, del PP, Vox y Ciudadanos, canceló el espectáculo. Lo hacían por “razones económicas como el caché de la compañía y gastos de infraestructura”.

Patricia Font, directora de la película, que también contó con una emotiva proyección en Briviesca, fue informada de la censura de la obra de teatro cuando estaban acabando El maestro que prometió el mar, en cuyo rodaje no tuvieron ningún problema. De hecho, el filme contó con la colaboración de la anterior corporación.

Por fortuna para Font y sus productores, El maestro que prometió el mar se ha codeado con Wonca y Napoleón y se ha mantenido entre las diez películas más vistas, algo realmente inaudito y completamente inesperado. El filme se estrenó en salas el pasado 10 de noviembre con 83 copias y ha aumentado el número de copias hasta llegar a las 124. Su recaudación ha superado el millón de euros y los números más altos de taquilla de todo el país se han dado en cines de Burgos.

El más complicado reto al que se enfrentaba Albert Val en el guion de El maestro que prometió el mar, nominada a cinco Premios Goya, era evitar ser previsible. Por eso la película empieza en la actualidad, en las excavaciones de una fosa común, destino final del protagonista. Y Val logra que olvides lo predecible construyendo bien el personaje del buen maestro. Enseguida seduce al espectador, igual que el profe de La lengua de las mariposas, la película más cercana a El maestro que prometió el mar. Y eso que sabemos poco de él (su pasado, origen, familia…), solo sabemos que es un buen hombre y que tiene ideas progresistas para la enseñanza y para su país.

El maestro que prometió el mar se ha codeado con Wonca y Napoleón y se ha mantenido entre las diez películas más vistas, algo realmente inaudito y completamente inesperado.

Ayuda, claro, el enorme trabajo de ese actorazo que es Enric Auquer. Por desgracia, no ocurre lo mismo con la otra protagonista de la película, Laia Costa. Su personaje es un auténtico desastre, es muy antipático (no sabes por qué trata como trata a su madre ni lo que la atormenta) y su interpretación es desganada y plana. Una verdadera pena, porque las partes del presente requerían de mayor emocionalidad y rigor.

En el fondo, el debate cinéfilo que puede plantear El maestro que prometió el mar es si es una película simple o simplona. Yo me decanto por lo primero y creo que es una película tan franca como poco compleja. Su guion requería de mayor profundidad en sus personajes y en la realidad histórica. Pero, por otro lado, esa realidad histórica es de una simpleza aterradora: aquí hubo unos salvajes que se levantaron contra la democracia y torturaron, mataron e hicieron desaparecer miles de personas buenas. Y hoy los herederos de esos salvajes hablan de “no reabrir heridas”.

Y las personas buenas pueden resultarnos empalagosas, pero existen. Y son tan reales como las bestias sanguinarias de Falange, el cura delator o el alcalde traidor. El maestro Antoni Beniages, que adopta y enseña a leer y escribir a un niño cuyo padre está preso, come con la mujer que le limpia la casa y organiza un viaje al mar para sus alumnos es tan rematadamente bueno como el Don Gregorio de La lengua de las mariposas. Esa gente existe. No hay mucha, pero existe.

Se nota que esta película ha preferido hablar más del bien que del mal. Los dos en estado de pureza. Y para demostrarlo está su gran elipsis: en El maestro que prometió el mar no se nos muestra la salvaje y larga tortura a la que sometieron los fascistas a Beniages, al que le arrancaron todos sus dientes, uno por uno, antes de pasearlo desnudo para que todo el pueblo le viera. Quizás con estas escenas la película no hubiese logrado colarse entra las diez primeras de la taquilla.

Lo peor: Laia Costa y su personaje.

Lo mejor: Enric Auquer y el justo homenaje que es toda la película a un hombre sabio y bueno como Antoni Beniages.


Madrid –

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