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Entrevista a María Laura Cali, directora del documental ‘Sebastián Moro. El Caminante’

«Julian Assange ha sido perseguido, encarcelado y estigmatizado por mostrar la verdad, por ofrecer a la comunidad internacional información sensible que muchos gobiernos y corporaciones necesitan que se mantenga en la sombra»


¿En qué momento se cruzan los caminos de María Laura Cali y Sebastián Moro?

M. L. CALI: En octubre de 2019, mi anterior documental, «Los ñoquis, crónica de una resistencia presente», es invitado a Bolivia para ser presentado en La Paz, en el marco previo a las elecciones del 20 de octubre. Una amiga común (la periodista Gloria Beretervide) gestiona una entrevista en el programa radial «Comunidad Sur» que conducía Sebastián Moro. Mi documental da cuenta de los despidos masivos (sobre todo en el área de Cultura) perpetrados al comienzo del gobierno de Mauricio Macri en 2016/ 2017. Yo misma había sido una víctima de esa política. Entonces, Sebastián cuenta al aire su propia historia: el modo en que la nueva gestión macrista de Radio Nacional Mendoza en 2016 lo fue acorralando, quitándole espacios en la radio, borrándole 250 podcasts sobre sus crónicas de los juicios de lesa humanidad en esa provincia, y su decisión de «auto exiliarse» en Bolivia a comienzos de 2018. Habíamos pasado situaciones similares, y además ambos éramos cuyanos (la zona de las provincias de San Juan, San Luis y Mendoza), ya que yo he nacido en la ciudad de San Luis. De tal manera que, las políticas neoliberales de Macri y sus funestas consecuencias habían comenzado a unirnos sin ambos saberlo. Y en ese encuentro en La Paz probablemente se iniciaba una amistad que lamentablemente duró muy poco.

¿Por qué es necesario no olvidar la historia de Sebastián?

M. L. CALI: En principio por las mismas razones que durante años y años esgrimieron las Madres y Abuelas en Argentina, que son las razones que dieron origen a una consigna que hoy ya es un mandato que también alcanza a Sebastián Moro: «memoria, verdad y justicia». Es un mantra simple que ha permitido que Argentina haya sido ejemplo de la aplicación de políticas de reivindicación y sostenimiento de los Derechos Humanos como políticas de Estado. Eso ha hecho que ni aun hoy, con la «marea Milei» que lleva consigo a un negacionismo de la dictadura, se haya podido vulnerar esta consigna y sus efectos concretos. El crimen de Sebastián (y las 37 víctimas de las masacres de Sakaba, Senkata y Pedregal) son crímenes de lesa humanidad que no deben ni van a prescribir.

¿Cómo recibió la familia de Sebastián que emprendieras este viaje de hacer el documental y qué vínculo se ha ido generando entre vosotras en el proceso?

M. L. CALI: En cuanto supe que Sebastián había muerto, en los días en que estábamos pendientes de cada noticia sobre el golpe en Bolivia, la primera sensación que vino a mí fue la de «devolverle la voz». Porque Gloria Beretervide me había hecho escuchar varios audios de WhatsApp en los que Sebastián daba sus impresiones previas. Y Sebastián fue prácticamente el primer periodista en anunciar que un golpe estaba en marcha. Entonces, ya en diciembre de 2019, contacté con la familia (que hacía poco había vuelto de La Paz con parte de las cenizas de Sebastián) y en enero de 2020 viajé a Mendoza y paré en su casa. Y en esos días se selló entre nosotras (su madre Raquel, sus hermanas Penélope y Melody, y yo) una alianza tácita de sentimientos y lealtades que lo único que ha hecho en estos cuatro años ha sido afianzarse y crecer. Hay un respeto absoluto de toda la producción del documental con la familia, su lucha y el legado de Sebastián, y al mismo tiempo existe una confianza absoluta de parte de la familia para con nuestro trabajo. Y están siempre agradecidas y emocionadas por el resultado de la película y por su derrotero.

¿Qué era el periodismo para Sebastián Moro, qué podía o debía ser? ¿Qué relación guardaba con el activismo para él?

M. L. CALI: Sebastián era claramente un periodista de crónica, investigación y pluma, un escritor en ciernes. Muy de la escuela (por decirlo de algún modo) de Rodolfo Walsh, el gran periodista y escritor desaparecido por la dictadura en 1977. Las crónicas de Sebastián para el medio digital mendocino La Quinta Pata, y muchas de sus notas en Prensa Rural en Bolivia, y aun los relatos de corresponsal para Página 12 que hizo al final de su vida, tienen siempre segmentos de una narrativa vibrante, además de una rigurosidad periodística notable que hace equilibrio permanente entre el militante y el cronista, y que nunca permite que uno ciegue al otro. Por otra parte, Sebastián nunca trabajó para un medio, digamos, major (o hegemónico). Su raíz y su camino siempre fueron ligados al periodismo comunitario e independiente.

¿Es inevitable que el periodismo comprometido y comunitario sea precarizado?

M. L. CALI: No necesariamente, pero en general es lo que se da en la práctica. Y por eso mismo se hace necesario que aquellos medios que se dicen progresistas, y son relativamente exitosos, velen con más ahínco por las condiciones laborales de sus trabajadores. Y lo mismo con los Estados o gobiernos «nacionales y populares» que deben bregar por coberturas satisfactorias para que el periodismo comunitario, independiente de las grandes cadenas, etc., pueda desempeñarse con las mejores condiciones posibles. De todas maneras, siempre será riesgoso informar desde zonas de conflicto cuando quien lo hace pone en juego su propia seguridad para hacer honor con su compromiso con la verdad. Suena idílico, pero hay muchos y muchas que trabajan bajo esta premisa sin sentirse ni héroes ni querer ser mártires. Y el destino muchas veces no está a su favor.

¿Qué molestaba tanto de Sebastián, tanto en Mendoza, donde borraron todos sus informes sobre los juicios de Lesa Humanidad en Radio Nacional, como en Bolivia, donde lamentablemente le mataron?

M. L. CALI: Esa misma pasión por informar la verdad de la que hablaba hace un momento. Siempre lo fue, pero en una época donde triunfan las fake news, buscar denodadamente la verdad (aun la verdad relativa que busca el periodismo verdadero) se convierte en subversivo y lo hace naturalmente incómodo al poder.

¿Qué es lo que lleva a Sebastián a marcharse de Mendoza a Bolivia precisamente? ¿Por qué La Paz y no otro lugar?

M. L. CALI: Sebastián amaba el «proceso de cambios» que el MAS de Evo y García Linera habían construido en Bolivia. Y, por otra parte, un escritor e historiador mendocino que Sebastián admiraba y que estaba viviendo en Canadá (Hugo de Marinis) que había vivido un tiempo en Bolivia en su exilio, le había recomendado ese lugar a Sebastián. Por otra parte, irse a La Paz era no irse demasiado lejos de su Mendoza natal.

¿Qué papel jugaba la literatura, la poesía en concreto, en el activismo político y en la profesión periodística para Sebastián?

M. L. CALI: Sebastián era un gran lector y sus aportes en el programa de radio por Nacional Mendoza, «Despacito y por las piedras» así lo demuestran. Juan Gelman, Roberto Bolaños, su coterráneo Di Benedetto, Roberto Arlt, Galeano, Cortázar o César Vallejo, y por supuesto Rodolfo Walsh, eran figuras cuyos textos se reiteraban en los programas. Como ya he apuntado, seguramente Sebastián hubiese llegado a escribir y publicar una novela o algún libro de crónicas de viajes. La literatura era esencial en su vida.

Desde un inicio, Marcelo Schapces, coguionista y productor del documental, y vos tuvisteis claro que habría de ser una producción Federal y Latinoamericana. ¿Por qué? ¿Qué supone esta decisión?

M. L. CALI: Siempre supimos que la historia de Sebastián no pasaba por Buenos Aires, que por lo general es la ciudad que tiene la centralidad de lo que sucede en Argentina. Por eso Marcelo Schapces (con su productora de amplia experiencia, Barakacine) salió a la búsqueda de otro socio local en Mendoza (que finalmente fue Buda Casa Productora) y fundamentalmente de un co-productor en Bolivia. Que finalmente fuera Fundación Grupo Ukamau (a través de su coordinador Pedro Lijerón Vargas), la productora del legendario Jorge Sanjinés, fue un honor y un desafío para estar a la altura con la película que queríamos hacer. Cosa que finalmente así fue. Este es un documental que se inscribe en la tradición del documental popular latinoamericano, sin ninguna duda.

Desde un punto de vista más formal, ¿por qué decides introducir el elemento de ficción? ¿Por qué ese enfoque y no otro para esta historia?

M. L. CALI: Desde el momento en que me impuse «devolverle la voz» a Sebastián, tuve claro que no tenía intención de convertirlo en un héroe, de subirlo a un bronce de estatua, ni de hacer un reportaje de carácter político o militante. Mi intención era (y es) hacer cine. Un relato cinematográfico que no manejara un tiempo lineal sino fragmentado. Y así, una vez que varios amigos me contaron de la afición de Sebastián por caminar la ciudad, y del recorrido que usualmente hacía de su casa al trabajo, la imagen y la necesidad de ficcionar esos recorridos y la posibilidad de que un actor o un «otro» se hiciese cargo de representar ese cuerpo fragmentado, se hizo presente y fue una idea fundante para contar la historia de Sebastián. De ahí el título del film.

¿Crees que de algún modo este documental y la repercusión que está teniendo puede suponer cierta reparación para su familia, en la medida de lo posible?

M. L. CALI: La pérdida de un hermano y sobre todo la pérdida de un hijo para una madre, no tiene reparación posible. Es precisamente una ruptura antinatural. Son los hijos e hijas quienes deben enterrar a sus padres y madres y no a la inversa. Y la Argentina tiene lamentablemente una triste tradición en este sentido. Y tiene también una enseñanza fabulosa en la actuación de las Madres. Ahí abreva naturalmente Raquel y sus hijas. Lo que sí ha hecho el documental (y eso nos llena de orgullo) es colaborar muy activamente en el progreso de la causa y en darle visibilidad a un hecho que no había sido casi tenido en cuenta. Y ahí es un aliado, una herramienta en la lucha de la familia.

Hablemos de la causa internacional penal que está llevando su familia. ¿En qué punto se encuentra esa causa y qué busca exactamente?

M. L. CALI: La familia de Sebastián ha llevado adelante una causa en la justicia argentina y otra en la justicia de Bolivia y las ha vinculado a la denuncia en organismos internacionales. En diciembre de 2023, finalmente la justicia boliviana reconoció oficialmente que Sebastián Moro es una víctima del golpe de Estado de noviembre de 2019 y la suma a las 37 víctimas fatales de Sakaba, Senkata y Pedregal. Este es un triunfo de la verdad, pero también de la perseverancia de la familia, que desde el primer momento utilizó para sus campañas el hashtag #sebastianmorofueelgolpe. Ahora la causa entrará en la etapa de «reparación» en la justicia de Bolivia. Hay que reconocer también el apoyo fundamental que llevo adelante la Secretaria de DDHH con Horacio Pietragalla y el embajador argentino en Bolivia Ariel Basteiro (ambos de anterior gestión de Alberto Fernández) quienes acompañaron con ahínco el pedido de justicia. No fue lo que sucedió con el gobierno de Macri ni tampoco sucederá ahora con Milei.

¿Cómo ha sido recibido el documental en esta gira europea que recién concluye estos días? Habéis pasado por La Haya, Bruselas, Amsterdam, París, Londres y Madrid. ¿Qué ha supuesto este viaje para el proceso penal y para el documental?

M. L. CALI: Ha sido toda la gira de una emoción absoluta. Salas llenas, interés de jóvenes europeos, acompañamiento de sectores de la comunidad boliviana en el exilio, reconocimiento de personalidades internacionales y repercusión en la prensa independiente. Para nosotros ha sido muy importante aportar nuestros encuentros en Ginebra con el relator para Bolivia en el Alto Comisionado de la ONU en derechos humanos, o el apoyo de ‘Manu’ Pineda, de Izquierda Unida,  y otros eurodiputados en el Parlamento Europeo. Eso significa visualización internacional en los foros de mayor relevancia. Exhibir el retrato de Sebastián y reclamar justicia por él en esos ámbitos nos llena de orgullo. En definitiva, me aferro a una frase del maestro del cine documental, nuestro Fernando Birri: «el cine es poder soñar con los ojos abiertos».

En la presentación en Londres participaron tanto Jeremy Corbyn, con su fundación Peace&Justice, como Stella Assange, entre otras y otros. ¿Qué vincula el caso de Sebastian Moro con el de Julian Assange?

M. L. CALI: Julian Assange ha sido perseguido, encarcelado y estigmatizado por mostrar la verdad, por ofrecer a la comunidad internacional información sensible que muchos gobiernos y corporaciones necesitan que se mantenga en la sombra. Hay un antes y un después de «Wiki Leaks», y ha sido una alerta notable para las estrategias de acoso y derribo de gobiernos populares por medio del lawfare y las fake news. Sebastián hizo un proceso similar investigando y revelando la trama del golpe en Bolivia. Rodolfo Walsh había advertido en los años 60 sobre «el peligroso oficio de escribir e informar». Finalmente, que un dirigente como Corbyn acompañe de manera militante el pedido de justicia para Sebastián y de libertad para Assange es un soplo de aire fresco.

Estrenasteis el documental en los cines Gaumont y en el Malba, en Argentina. Ha participado en su financiación, entre otros organismos, el INCAA. Se habla mucho de las consecuencias que están teniendo ya, y de las que se prevé que van a tener, las políticas económicas y securitarias de Milei en el país, pero ¿qué pasa con la cultura? ¿Se empieza a notar alguna repercusión también en el sector cultural?

M. L. CALI: Las consecuencias en el desfinanciamiento de la cultura están a la vista. No hay rodajes en Argentina. Muy pronto se notará una crisis del empleo en el sector como no se veía desde la crisis del 2001. Por otra parte, la brutal devaluación y el salto inflacionario han mermado la asistencia a los espectáculos, y obviamente la producción independiente es la que más sufre. Por otra parte, el presidente elije pelearse por redes sociales con figuras artísticas mientras la pobreza trepa a cerca del 60% de la población. No hay cine en ningún país del mundo sin la presencia y la participación del Estado. Y Argentina ha tenido una fantástica presencia e influencia en el concierto internacional en los últimos veinte años. Todo está en riesgo de perderse y quedar a merced solo de las decisiones de producción de las grandes plataformas oligopólicas.

Los dos aviones. Por un lado, Mauricio Macri se niega a mandar un avión sanitario para socorrer a Sebastián, tal como le fue pedido, excusándose con la situación boliviana en ese momento. Por otro, Patricia Bullrich, ministra de seguridad del entonces gobierno macrista y actual ministra de seguridad del gobierno de Milei, manda a Bolivia un avión Hércules con munición. ¿Son corresponsables ese gobierno y esas figuras políticas de la muerte de Sebastián? ¿Lo son del golpe de estado en Bolivia del 2019?

M. L. CALI: Claramente el gobierno de Macri, por acción y omisión de su ministra Bullrich y de su embajador en La Paz Normando Álvarez, han sido cómplices del golpe que propició la muerte de Sebastián y de otras 37 víctimas. Hay pruebas concretas que las municiones de origen argentino son utilizadas en la represión en Sakaba, Senkata. Y esa responsabilidad hoy alcanza al gobierno actual porque Patricia Bullrich ostenta el mismo cargo con Milei y está a punto de formalizar una alianza de gobierno con Mauricio Macri.

¿Qué es el colectivo Wiphalas across the World y qué relación guarda con este documental?

M. L. CALI: Wiphalas across the world o Wiphalas por el mundo es una entidad que surge a partir del golpe de Estado en Bolivia en 2019 intentando dar apoyo, visibilidad a la vulneración de los DDHH y generar redes para dar significado al proceso de cambio en Bolivia. Hace más de una año comenzaron la campaña internacional de pedido de justicia por Sebastián junto la familia: Penélope, quien también es periodista como él, Raquel la mamá, y Melody su otra hermana, junto a las víctimas del golpe. Nuestro documental les interesó porque al ser la propia voz de Sebastián la que narra, es una herramienta de visibilidad viva para ese pedido de justicia. Por eso se contactaron con nosotros. 

Perteneces al colectivo Acción Mujeres del Cine. ¿Qué reivindica concretamente este colectivo y cómo?

M. L. CALI: Trabajamos fundamentalmente sobre la integración de la mujer en el cine, los derechos laborales, los fondos para nuestras películas. Hay una gran brecha que aún no se salda. Se puede ver en las universidades, donde hay muchas estudiantes mujeres pero al momento de ejercer y desarrollar una carrera ese porcentaje se invierte y somos pocas las que podemos llevar adelante la profesión.  Nuestro manifiesto fundacional dice: «Mujeres del cine es una colectiva feminista, argentina, autoconvocada para poner en valor el trabajo producido por mujeres. Está conformada por directoras, productoras, guionistas, técnicas y actrices para analizar, generar, promover, articular y asegurar políticas para el desarrollo de la industria audiovisual con perspectiva de género. Dadas las evidentes desigualdades que vivimos cotidianamente y que las estadísticas confirman, nos comprometemos a desarrollar políticas que fomenten el trabajo en la industria y la presencia equitativa de la mujer en el sector».

¿Qué le dirías a Sebastián ahora, si pudieras hablar con él, una vez más?

M. L. CALI: Le diría «gracias» por su tarea, Y que lo necesitamos, seguramente en estos momento tan dolorosos que vivimos en Argentina y en toda la región, Sebastián estaría codo a codo escribiendo, investigando, dando apoyo, visibilizando el atropello y avasallamiento que este gobierno de Javier Milei ejerce en todos los sentidos (derechos laborales, soberanía nacional de mares y cielos, fomento a la cultura, derechos humanos, ley de aborto y políticas de género, etc.). Los periodistas como él son fundamentales. Recientemente en la marcha contra la ley ómnibus se reprimió e hirió a 19 periodistas con balas de goma y gases. Es una política clara de silenciamiento.  De todas maneras su legado, su fuerza, nos mantiene alertas y activos.


Puedes ver el tráiler del documental aquí:

Madrid –

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