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'La Estrella Azul': Entrevista a Javier Macipe, director y guionista del biopic que muestra la vida de Mauricio Aznar

La Estrella Azul‘: Entrevista a Javier Macipe, director y guionista

«Yo creo mucho en el alma, y creo que hay algo más allá de las imágenes, que las imágenes que construyes están llenas de una vibración que en este caso es como la punta de un iceberg que se hunde en las profundidades de una historia de hace treinta años»


“Larguémonos, chica, hacia el mar. No hay amanecer en esta ciudad. Y no sé si nací para correr, pero quizás sí que nací para apostar” “Dónde estará la estrella azul, esa estrellita del alma. Mis ojos suelen brillar, perdidos en la inmensidad. A veces sueño que está aquí” “A veces soy como el río, llego cantando. Y sin que nadie lo sepa, viday, me voy llorando. Y sin que nadie lo sepa viday, me voy llorando. Es mi destino piedra y camino, de un sueño lejano y bello, viday, soy peregrino, de un sueño, lejano y bello, viday, soy peregrino” “Porque quiso cantar, cantó”

– Mauricio Aznar / Peteco Carabajal / Atahualpa Yupanqui

¿Quién es Mauricio Aznar y por qué merece una película, o varias? Para quienes no sepan nada de su figura

JAVIER MACIPE: Mauricio Aznar es un músico que fue especialmente conocido en su faceta de rockero. Fue el líder de una banda aragonesa de culto, llamada Más Birras. En un momento dado de su vida dio un giro, a raíz de un viaje que hizo por Argentina. Entonces fundó otro proyecto, llamado Almagato. Pero, sobre todo, es entonces cuando inicia una especie de cruzada quijotesca para traer el folclore que había conocido en el interior de Argentina, una música que era muy desconocida aquí. De Argentina nos ha llegado mucho más el tango.

Merece una película porque, para mí, representa al artista en su estado más puro. Es un tipo que renunció al éxito cuando lo tuvo ahí, cuando su banda estaba sonando en los 40 Principales. De alguna manera, esta película es una transgresión del biopic. El biopic trata normalmente de esas personas que llegaron a ser muy famosas. Se hacen películas pensando en llegar al público de esos artistas. En este caso, hablamos de alguien que renuncia al éxito y que precisamente en esa apuesta suya hay toda una visión del mundo que merece contarse.

¿En qué momento se encuentran los caminos de Javier Macipe y Mauricio Aznar y en qué momento surge la idea de abrazarle de esta manera? Cuéntame esa intrahistoria mágica con la madre de Mauricio

JAVIER MACIPE: Cuando yo tenía 18 años, hice un cortometraje, uno de mis primeros cortos. Quise incluir en él la canción ‘Apuesta por el rock and roll’, canción que harían muy famosas luego Héroes del Silencio y Enrique Bunbury. Le pedí permiso a la madre de Mauricio y la invité a ver el cortometraje. Ella vino, lo vio, y luego me dijo que quería comentarme algo. Me citó en su casa. Para mí fue un poco como ir a la casa de la madre de Elvis Presley. Me contó que había tenido una conversación con Carlos Saura y que este le había dado la idea de que a lo mejor se podría hacer una película sobre la historia de sus hijos. Saura hizo mucho documental musical. Por lo que fuera, finalmente no se entendieron, y me dijo que quería que la hiciera yo. En ese momento estaba estudiando primero de cine y aún no me veía capacitado. Pero ya iniciamos una relación muy bonita, de años, enviándonos cartas, visitándola de vez en cuando… Hace diez años, consideré que estaba preparado para empezar a escribir el guión. Ahí empezó el proceso larguísimo de La Estrella Azul.

Puede considerarse como un regalo, o como una condena, si no te ves capaz de hacerlo. Menudo reto

JAVIER MACIPE: Cuando te hacen un encargo así, prácticamente no puedes elegir. Es una historia muy dramática. Sin hacer spoiler, digamos que es una historia muy triste la que hay alrededor de sus hijos. Que una madre te diga: <<quiero que conviertas todo esto en algo artístico>>, a mí, que además era muy seguidor de la música de Mauricio, hace que no tengas nada que pensar. Te toca hacerlo. Y en realidad ha sido una gran suerte que hubiera ese encargo de fondo. Porque luego la película tuvo muchos inconvenientes y esa responsabilidad es lo que me hizo tirar para adelante en los momentos duros. O cuando ha habido cierta discusión con los productores por algún asunto, yo tenía de mi lado el hecho de tener ese encargo de la madre, que me hacía tener un plus de honradez o de pureza en todo esto.

“Haremos La Estrella Azul y se hablará de ella y de cómo la hicimos”, dijiste de forma provocadora en una entrevista para El Heraldo. Cuéntame un poco de todo ese proceso que has tenido que recorrer desde que arrancaste el proyecto hasta que has podido materializarlo por fin. Sé que no ha sido nada fácil y que has tenido que superar bastantes obstáculos, entre ellos una pandemia de por medio

JAVIER MACIPE: Hay dos fases. Una hasta que empiezas a rodar, en la que haces el trabajo de investigación, de escritura del guión. Tenía las dificultades artísticas que tiene cualquier guión, con el añadido de que era el primero para un largometraje que escribía. Ahí hubo todo un proceso de cómo universalizar una historia, porque es una película que no está pensada para la gente que era seguidora de Más Birras, ni siquiera para la gente que es especialmente melómana. El reto estaba en cómo documentarme para perfilar la historia, pero encontrando el punto de equilibrio con elementos ficcionados para que pudiera interesar a cualquiera. Eso fue complejo.

Luego llega el momento en que tienes que conseguir que una productora decida apostar por ese guión, conseguir financiación, algo que también es bastante complicado, para una primera película especialmente. Al principio eran todo puertas cerradas. En esa parte del proceso tuvo un papel clave Enrique Bunbury, que fue de las primeras personas que leyó el guión. Sin hacer nada muy concreto, sí que me dio una especie de apoyo espiritual, de autoestima, que me hacía ir de otra manera a las productoras. La primera puerta que se abrió, la primera productora que accedió, fue en Argentina, llamando a puerta fría durante un viaje que hice. Después llegaron otras productoras de España, que ya habían coproducido con esa argentina.

Todo esto, que resumo ahora en pocos minutos, fueron años, cinco.

Hace cuatro años, después de conseguir todo lo necesario, empezamos a rodar. Al tercer día de rodaje, llegó la pandemia. Imagínate qué suerte. Una película llena de escenas de conciertos. Conciertos en directo con cientos de extras y rodada entre dos continentes. Tuvimos que estar parados un montón de tiempo. Al principio parecían meses, luego un año, dos, tres años parados. En uno de estos momentos es cuando se da la entrevista que mencionas. En uno de los viajes que hice a Argentina, pensando que íbamos a rodar, y tuve que volver sin película, porque se sumó además la inflación de un país con una economía muy inestable, los productores me dijeron que no podíamos hacerlo, que era imposible hacer esa película en esa coyuntura mundial. Ahí, yo estaba convencido de que todos los elementos importantes, los que no se pueden medir por el dinero, ya los teníamos. Habíamos encontrado un reparto implicadísimo, cuya mayor preocupación no era cobrar un sueldo más alto o más bajo. Teníamos un equipo también muy implicado. Habíamos encontrado las localizaciones, teníamos un guión maravilloso, habíamos ensayado, teníamos los derechos de la música. Era la sensación de tener toda la leña puesta y que solo faltara prenderle fuego. Lo que pasa es que en el proceso de hacer películas normalmente se le concede mucha más importancia a lo que está detrás de la cámara, (camiones, caterings, hoteles…) que a lo que se pone delante de ella. Yo intenté transmitir que era mucho más importante lo que se ponía delante y que lo otro era cuestión de observar e interferir poco, que se podía hacer con un equipo más pequeño. En esa batalla porque se entendiera esta visión, lo que hicimos fue rodar una parte para demostrarlo, para que los productores vieran que no solo era una idea sobre el papel. Rodamos algunas escenas con un equipo pequeño y entonces nos dimos cuenta todos, incluidos los productores, de que no solo no perdía nada la película sino que ganaba. Hablo incluso de escenas espectaculares, no escenas así más intimistas. Hay una escena en la que aparece una orquesta entera, que toca en directo, con más de treinta músicos, en un plano secuencia muy largo, que rodamos con un equipo muy humilde. Demostramos con esa escena que si eso se podía hacer así, el resto también. Y de alguna manera acabábamos además siendo más fieles al espíritu del que la película habla, que es un viaje de lo industrial a lo artístico más esencial.

¿Alguna vez te planteaste abandonar, tirar la toalla?

JAVIER MACIPE: Sí. Hubo un momento, cuando estaba en Argentina y los productores dijeron que no se podía realizar. Estaba habiendo muchas tensiones y fricciones con el productor argentino, porque yo defendía esta manera de hacer la película y él básicamente me decía que yo no sabía hacer películas. Y tenía razón en que él tenía una trayectoria de muchas películas y yo de muy pocas. Ahí tuve un momento de sentirme harto de luchar por este proyecto. Pero volví a España y lo que pasó es que cuando le fui a comunicar a algunas personas que la película no se hacía, en algunos casos directamente no me atreví, por ejemplo a la madre de Mauricio. Ya se lo diría más adelante. En otros casos, se lo dije a algunos amigos y familiares y la respuesta fue no aceptarlo. Decían que sabían que iba a encontrar la manera de hacerla, aunque fuera con el teléfono móvil. No se querían creer que no la hiciera. Al final, como no querían escuchar que no se hacía, pues tuvimos que hacerla.

El papel de Mauricio lo desempeña Pepe Lorente. Hablemos del proceso de casting para dar con la persona idónea

JAVIER MACIPE: Para mí era muy importante que se tocara en directo. Partimos de ahí. Para mí, el cine no debe ser una especie de teatro grabado, de representación, sino que tiene que ser un arte mucho más de la presentación. El cine nace documental. Las primeras películas de la historia del cine son imágenes de la salida de obreros de una fábrica, o aquí de la salida de misa del Pilar… La música en directo era para mí un pie forzado. Con lo cual, estaba dispuesto a encontrar músicos a los que enseñáramos a actuar o actores capaces de tocar. Vimos miles de personas. Hicimos castings en todo tipo de lugares. Micros abiertos, por ejemplo. Al final apareció Pepe, que tenía muy buenas cualidades. Tocaba muy poco la guitarra, sabía dos o tres acordes. No sabía hacer ningún acorde con cejilla, para que te hagas una idea. No sabía tocar ninguna canción entera. Sabía juguetear con la guitarra. Pero tenía muy buen oído, afinaba y cantaba muy bien. Sobre todo, estaba muy motivado, porque para él, siendo actor, despertaba una motivación mayor que para algunos de los músicos, para los cuales hacer una película puede ser especial pero no deja de ser una rareza y su trayectoria va por otro lado. En su caso, hacer un protagonista así, era importante. Entonces le pusimos los mejores profesores, montamos una banda real para que ensayara un repertorio grande, repertorio que no aparece en la película. Le dije que tenía que ser capaz de dar un concierto completo una semana antes del rodaje. Esa era la prueba del algodón de que realmente se había convertido en músico.

Hubo cierta fricción, porque él lo que quería era trabajar con sus métodos actorales. Prepararse el guión, analizar las escenas, profundizar en el pasado del personaje, ese tipo de cosas. Para mí eso era muy secundario. Yo pensaba que si conectaba con la voz y las canciones, mágicamente todo lo demás aparecería. En ese tira y afloja estuvimos todo el tiempo, pero creo que al final el resultado habla por sí solo.

Creo que algo bueno que hay en esta película es que él tiene su propia personalidad. Respeta muy esencialmente a Mauricio, pero también canta teniendo su propio carisma. En muchos biopics tienes la sensación de que el que está ahí es simplemente un imitador sin alma. A veces tienen algo de ridículo.

Vámonos a la parte argentina, a Santiago del Estero, a la chacarera y la milonga. La película puede verse con Mauricio como protagonista, pero también como un retrato de una familia muy especial, la familia Carabajal. Muchos de ellos se interpretan a sí mismos en la película. ¿Por qué decides abordar la historia centrándote ahí, en ese lapso de la vida de Mauricio, y cómo reciben la idea los Carabajal cuando la propones?

JAVIER MACIPE: Fue un proceso bastante natural y progresivo. Hace diez años fui a Argentina a repetir el viaje de Mauricio. Ahí me encontré con los Carabajal. Lo primero que hice fue entrevistarles para ver cómo había sido esa historia original. Me hablaban muy sorprendidos de lo que fue aquel rockabilly que apareció en los años noventa en mitad de Argentina, en una provincia por la que no pasaba un turista nunca, queriendo aprender chacarera, que era un folclore prácticamente desconocido entonces aquí. Cuando fui recorriendo esos espacios, en los que aún a día de hoy a mí me miraban un poco como a un extraterrestre, en Santiago del Estero, un tipo con patillas queriendo hacer una película, la imagen de Mauricio preguntando por Carlos Carabajal, un anciano folclorista en horas bajas, muy conocido por sus canciones pero que vivía muy humildemente, me pareció que tenía una fuerza enorme. Luego ya fui descubriendo todas las renuncias que implicó para Mauricio hacer ese gesto de hermanamiento con Latinoamérica y traer esa música. Tuvo que endeudarse y renunciar a muchas cosas. Me di cuenta de que no solo lo icónico y bello de la imagen de ese viaje en sí misma era potente, sino que descubrí la trascendencia detrás de ese viaje. Era eso de lo que tenía que hablar la película. De cómo una renuncia al éxito material, que hizo que él muriera en un relativo anonimato en su momento, tiene la repercusión de que hoy, veintitantos años después, estemos hablando de él por todas partes.

En cuanto a los Carabajal, ellos son muy naturales. Su vida va por otro lado, que no es el cine. Me acuerdo, con Cuti Carabajal, después de hacerle una especie de casting encubierto. Pepe fue a Argentina, estuvieron compartiendo, tocaban la guitarra. En algún momento, empecé a sacar una cámara para grabar, en otros le decía que dijera esto o lo otro. Era casi seguro que lo iba a hacer él, el papel de Carlos, porque era muy difícil encontrar a otra persona que tuviera esas características, ser un anciano, parecido a su hermano. Cuando se lo dije, el me respondió: <<ah, bien, bien>>. Y ya está. Le invité a cenar y le dije que había pensado que quería que hiciese de su hermano en una película, una coproducción entre España y Argentina. Pensaba que se iba a emocionar o algo. Básicamente le pareció bien y siguió pensando en lo siguiente. Así fue un poco con todo el mundo. Lo recibieron de una manera muy natural. No andan persiguiendo grandes homenajes ni nada de ese estilo. Fueron dándose cuenta poco a poco de que esto iba en serio. Cuando vieron que iba llegando más gente de otro continente. También yo creo que al principio no dimensionaban, quizás pensaban que era un documental y no tanto una película de estas características. Fue bueno que no se lo tomaran con un exceso de responsabilidad ni de ilusión. Probablemente habrían estado más nerviosos.

Acabáis de sacar un vídeo promocional desde vuestra productora El pez amarillo en que aparecen muchas figuras de la cultura reaccionando después de ver la película, todas francamente emocionadas. Desde Alba Flores hasta Pucho de Vetusta Morla, pasando por Pedro Alonso, Mikel Erentxun, Morgan o Depedro. Yo tuve la suerte de verla en el preestreno y confieso que me hizo llorar. ¿Qué crees que es lo que remueve tanto de esta película, cuando tiene poco de terrorismo emocional efectista barato?

JAVIR MACIPE: Yo creo que hay algo que conecta con la historia original, que no es nada que haya puesto yo, ni que haya puesto Pepe, ni que haya puesto el equipo. Mauricio tenía mucha pasión. Era una persona cuya pasión se transmite a través de las canciones. Su música perdura mucho, porque realmente fue un artista. Creo que las obras de arte se miden por eso, por eso que perdura con el paso del tiempo.

También hay un inmenso dolor en relación con esa historia original. El amor que hemos puesto para convertir eso en luz. Todo lo que hay ahí en juego, esa batalla, ese sueño que él tenía, de alguna manera impregna la película por todas partes.

Es curioso, porque escenas que no son demasiado dramáticas, hacen llorar a la gente. Muchos me dicen que se han puesto a llorar en momentos que no esperaban. Creo que es por una conexión con la historia misma de Mauricio. Esa energía suya está en la película. Yo creo mucho en el alma, y creo que hay algo más allá de las imágenes, que las imágenes que construyes están llenas de una vibración que en este caso es como la punta de un iceberg que se hunde en las profundidades de una historia de hace treinta años.

Es una especie de catarsis, de liberación de una historia muy oscura que se convierte en luz. Es algo así como un llanto de alegría. Mauricio tuvo un trágico final, con mucho dolor a su alrededor, pero él era sobre todo un vitalista que miraba hacia la luz, y así es como hemos enfocado el trabajo con Pepe. Que todo el tiempo hubiera una búsqueda de la luz, de que el canto sea una forma de comunión. Preparamos la película mucho con arquetipos, preguntándonos qué personajes había implícitos dentro de Mauricio Aznar. Uno era Don Quijote. Tanto por toda esa parte soñadora de desfacer entuertos, de caballero andante, como por la parte más críptica de tener un mensaje de otros mundos que intentar transmitir, un mensaje mágico de un lugar donde todavía los cuentos no son solo cosas de niños, ese deseo de evangelizar aquí con todos esos personajes que ha conocido allá, como por ejemplo La Teresita. Tratamos de focalizar mucho más hacia adelante, hacia esa misión que él sentía que tenía, y no tanto hacia detrás, hacia esa infancia dolorosa, que preferimos omitir.

¿Qué le preguntarías a Mauricio ahora mismo si pudieras hablar con él? Alguna duda sobre su ser que te haya quedado. ¿Crees que le gustaría tu película?

JAVIER MACIPE: No tengo ninguna pregunta concreta para él. Me pregunto algo yo, algo imposible de responder. Me pregunto a veces hacia dónde habría ido después. No tengo la sensación de que haya un gran misterio por resolver, aunque los hay, porque no querría la respuesta, por ejemplo, a las incógnitas alrededor de su final, a qué debió sentir los últimos días. Todo eso creo que es bueno que forme parte de su intimidad. No se lo preguntaría. Pero sí me encantaría que hubiera seguido su vida para ver si hubiera seguido por el folclore argentino, si habría vuelto al rock and roll, si habría ido hacia la música cubana o habría terminado recorriendo Japón, como Atahualpa Yupanqui, para conocer aquellos cantos. Eso me lo pregunto.

En cuanto a si le habría gustado la película, yo creo que le habría encantado. Es una pregunta que durante mucho tiempo me bloqueaba. Se la pude hacer a un hermano suyo, que también falleció ya. Él me liberó mucho de esa presión. Me dijo que a Mauricio ya  con el solo hecho de que yo estuviera tocando, yendo a Santiago del Estero, viviendo cosas, haciendo con pasión, le habría dado igual que fuera de una forma o de otra, que lo único que querría es que pusiera alma, corazón y vida en lo que hiciera, que él estaría feliz solo con haber desatado viajes. Eso me dejó tranquilo. Te aseguro que pasión y corazón, tanto yo como toda la gente que me ha rodeado en esto, hemos puesto toda.

Rueda de reconocimiento: Atahualpa Yupanqui / Yoda – Carlos Carabajal / Un autor que mereció más reconocimiento – Peteco Carabajal / Un genio absoluto – José Antonio Labordeta / Un sabio – Enrique Bunbury / Una voz que desde Aragón ha llegado al mundo entero – Cass, la chica más guapa de la ciudad / Un mito y alguien que inspira a mucha gente a comprar flores – Gabriel Sopeña / Un fiel escudero – Pepe Lorente / El mejor actor que he conocido – Pedro Aznar, hermano de Mauricio / Una pieza sin la que toda esta historia no existiría – Inge Müller, madre de Mauricio / La persona que me ha hecho el mayor regalo que me han hecho en mi vida –  Más Birras / Una banda que a toda una generación nos lo ha hecho pasar muy bien – Almagato / Los que conservan el legado de Mauricio en la actualidad de la manera más pura – Mauricio Aznar / Mi mayor referente.

Puedes ver la entrevista completa por Canal Red aquí:


Puedes ver el tráiler de esta película aquí:

Madrid –

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