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Mi adiós a Carlos Pumares, víctima del “antenicidio” del PSOE y el Grupo Prisa  

Su legendario programa nocturno, Polvo de estrellas, nos ayudó a amar el cine y fue una de las víctimas del letal ataque del felipismo contra Antena 3 Radio


Conocí a Carlos Pumares. Dentro de lo que significaba conocer a un tipo esquivo, asocial y con una misantropía legendarias. Lo hice gracias al libro que escribí, junto a Juan José Aparicio, sobre su carrera y legado: Carlos Pumares. Un grito en la noche. En esa época Carlos aparecía en Crónicas Marcianas, el infame programa de Javier Sardá. En aquel aquelarre Carlos gesticulaba y gritaba más de lo habitual para ganarse el jornal que le pagaba Gestmusic. Cuando vimos aquello, decidimos que la gente debería saber que aquel bufón era el gran Pumares, el de Antena 3 Radio, el de las madrugadas con el más popular programa de cine que ha habido en la radio de este país: Polvo de estrellas.

Y nos pusimos manos a la obra. Fue un trabajo apasionante descubrir las películas que escribió junto a José Luis Garci, quien lo llamó para alguna de las tertulias del mítico Qué grande es el cine. Pero Pumares era de los que chupaban más banquillo en aquel espacio, Garci le llamaba poco porque Carlos cuando había que decir que una película que veneraba Garci tenía algún defecto lo soltaba tan campante. Y el director de Volver a empezar se cabreaba y no lo llamaba en meses porque a Garci siempre le han gustado los pelotas y los que no ponen un pero a sus homilías.

También investigamos para el libro su etapa en el legendario programa de televisión La clave, en el que Pumares era asesor cinematográfico y buscaba las películas que se emitían antes del debate que seguían millones de españoles en la segunda cadena pública. Conocimos a José Luis Balbín, un hombre sabio y generoso que nos recordó aquella época dorada de la televisión en España, nada que ver con el lodazal en el que se ha convertido. Balbín nos dijo tajante: “Hoy los programadores, que no el público, solo quiere basura. Solo hay que ver en lo que ha llegado a convertirse un hombre como Javier Sardá, con una trayectoria profesional impecable hasta que empezó a hacer lo que ha hecho, con ese cinismo”.

Pumares también practicó ese cinismo cuando se sentó en la mesa de Crónicas marcianas. Lo hizo solo por el cheque. Cuando en nuestras conversaciones, realizadas en el madrileño hotel Eurobuilding, sacábamos el tema de Sardá, Carlos se movía inquieto, evitaba nuestras miradas. Sabía perfectamente que no nos gustaba aquel repugnante circo, pero había que pagar facturas y ya nadie se acordaba de él, nadie pensaba en resucitar Polvo de estrellas

Con su programa Carlos contagió su tremenda pasión por el cine a miles de españoles y también animó las madrugadas a médicos de guardia, estudiantes insomnes, taxistas, transportistas y vigilantes de seguridad de todo el país

Su gran programa de radio, claro está, fue la médula de nuestro libro, ya que sobre todo por Polvo de estrellas se recordará a Carlos Pumares. Para conocer más sobre su creación y aquellas madrugadas, nos ayudaron los hermanos Jaime y Alberto Rull, productores que soportaron y también se rieron mucho con Pumares noche tras noche. Los dos hermanos trabajaron pinchando, con admirable destreza, bandas sonoras en vinilo, muchos de ellos traídos por Carlos de sus viajes a Londres.

Con su programa Carlos contagió su tremenda pasión por el cine a miles de españoles y también animó las madrugadas a médicos de guardia, estudiantes insomnes, taxistas, transportistas y vigilantes de seguridad de todo el país. Muchos oyentes lo llamaban (yo fui uno de ellos, con solo 13 años y muerto de miedo) para preguntarle su opinión sobre películas, sobre todo de los ochenta y los noventa. Carlos tenía su calificativo para cada película: espantosa, mala, “ta entretenida”, magistral y obra maestra.

El enorme éxito de Polvo de estrellas se fraguó gracias a que iba justo después del programa de José María García, el más escuchado de la radio española. Pero Pumares, con su arrolladora personalidad, supo mantener parte de esa gran audiencia hasta altas horas de la madrugada. Así se lo dijo el propio García a Pumares en los pasillos de Antena 3 Radio: “Carlos, tú te has aprovechado de mi audiencia, pero has sabido mantenerla con la radio encendida”. Y para eso hay que tener mucho talento.  

Por desgracia, aquel sueño de libertad de Antena 3 Radio fue cercenado gracias a las conspiraciones del PSOE y Felipe González, grandes enemigos de la cadena de radio más libre que ha tenido este país y que murió tras el llamado “antenicidio”. Antes de las inminentes elecciones de 1993, Jesús de Polanco, Antonio Asensio, el conde de Godó y Mario Conde ayudaron a aniquilar la cadena de radio más escuchada, además de una de las tres cadenas de televisión privadas concedidas por el PSOE en el 1989, una cadena caracterizada por denunciaba la irrespirable corrupción socialista.

Antena 3 Radio fue entregada en sacrificio a su directo competidor con la SER (Polanco y su Grupo PRISA, “el imperio del monopolo”, como lo llamaba García) para que la cerrara. Antena 3 Televisión fue comprada por Mario Conde y entregada a Antonio Asensio (Grupo Zeta) a cambio, dicen, de que se hiciera la vista gorda con los chanchullos de Banesto.

Sobre este escandaloso “antenicidio”, Manolo Martín Ferran, fundador, en 1982, de Antena 3 Radio, me dijo: “Lo que significó Antena 3 Televisión en 1992 fue demostrar que se podía hacer otra televisión. Evidentemente, las fuerzas operativas del felipismo hicieron todo lo necesario para que no fuese posible. Luego pasamos a otra situación penosa. Lo que se llamó cómicamente el “polanquismo-felipismo” paralizó la mitad del cuerpo nacional. España se convirtió, informativamente hablando, en una hemipléjica. Luego el “telefonismo-aznarismo” paralizó la otra mitad del cuerpo nacional y pasamos de una hemiplejia a algo peor: una tetraplejia.

A diferencia de otros críticos, como el mediocre Carlos Boyero, Pumares fue un hombre que amó el cine por encima de todo y fue una enciclopedia viviente. Pumares no iba a los festivales solo a ver las obligadas películas de la sección oficial para luego dedicarse a vegetar en el hotel. Pumares se metía en las retrospectivas a ver joyas del cine clásico poque el cine era su vida. También era fiel a Sitges, un festival de cine fantástico que adoraba. Por eso nunca entenderé cómo se le dedicó todo un documental a alguien como Boyero (El crítico) y ninguno a Pumares, un hombre que fue asesor, documentalista, guionista, presentador, director y creador del programa de cine más escuchado y recordado de la historia de nuestra radio, un programa que a muchos nos inyectó el veneno del cine. Quizás alguien está a tiempo de rodar ese documental, aunque, por desgracia, ya sin Carlos ante la cámara. 


Madrid –

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