Diario Red
Menu
Menu
Diario Red

Ombligo

‘Intrépido viaje a velocidad cero’, el trabajo que presentan mañana domingo 29 en el Teatro Eslava de Madrid, es el segundo lanzamiento de Ombligo como grupo


Queridas amigas, queridos amigos, no quisiera yo entrometerme en aquello que andéis haciendo ahora mismito, pero creo que os merecéis un pequeño interludio en vuestros diferentes quehaceres, así estéis caminando tranquilamente a vuestro bar habitual para pedir lo de siempre, o siendo perseguidos por un mosquito cojonero al que no podéis ver pero se empeña en meterse en vuestra oreja como mofándose después de chuparos la sangre, o sentadas en la oficina de un curro de mierda que odiáis cada día más, o peor aún, encadenados a un viejo amor gastado que de un tiempo a esta parte dejó de poneros a soñar para provocaros sueño. Creo que deberíais deteneros, al menos un rato, y regalaros este caos planificado de melodías de otra galaxia mayor, esta banda sonora de película, que no existe, hasta que penetra en ti y entonces ya forma parte de todos tus guiones para siempre.

En estos días convulsos, de aparente ocaso de valores y esperanzas, de expertos en despistemología en cada esquina, de pronto nace un ñu en mitad de la selva y se acerca a contemplar el milagro del nacimiento una niña desnuda con un violín en llamas que resiste a la combustión. Como inmune también al fuego, la niña comienza a tocar una misteriosa nana que hace que el estruendo del mundo se apague por un instante, hace que la humanidad, lo que queda de ella, se gire toda a escuchar y vuelva a creer en otras posibilidades, en otros rumbos, otros aires nuevos. En estos días de pequeños Timmys en apuros, de grandes pelusas en crisis, de pronto en mitad de la sierra un ángel pagano toca una guitarra y silba un alegre turutupapá que hace temblar la Tierra y nos lleva a percatarnos por un momento de que así como a veces sentimos que todo se derrumba delante de nosotras y no podemos hacer nada, también otros días sentimos que algo se eleva a nuestro alrededor. Y es entonces, que podemos hacerlo todo.

‘Intrépido viaje a velocidad cero’, el trabajo que presentaréis el próximo domingo 29 en el Teatro Eslava de Madrid, es vuestro segundo lanzamiento como grupo. ¿Qué diferencias o novedades guarda con vuestro primer trabajo ‘Banda sonora para una película que no existe’? ¿Y qué sellos inconfundibles se mantienen, que nexos de unión hay entre ambos discos de Ombligo?

ÁNGEL: Se mantiene la libertad a la hora de componer, de no cerrarnos a ningún estilo. Eso sigue vigente. En cuanto a las diferencias, toda la nueva música que hemos ido escuchando en estos tres años, desde que publicamos el anterior, con una pandemia de por medio. Personalmente lo veo un disco más redondito.

ANIKA: Es un disco más maduro.

ÁNGEL: Por decir algo más concreto, es la primera vez que hemos metido piano. Hay flauta. Nuevas texturas.

ANIKA: Hay bastante más voz también.

Vuestros títulos de discos no tienen desperdicio. ‘Banda sonora para una película que no existe’ e ‘Intrépido viaje a velocidad cero’. Alguna vez os hemos oído decir en conciertos que una de las ventajas de hacer música instrumental es que te permite titular a las canciones como te dé la gana. ¿Pasa lo mismo con los discos? ¿Qué es esto de ‘Intrépido viaje a velocidad cero’?

ÁNGEL: Después de unas cuantas semanas buscando nombres, nos acabamos dando cuenta de que muchísimas de las canciones de este disco se compusieron precisamente en la pandemia. Se refiere al viajazo que tuvo cada persona en esos días, muy intenso, intrépido, pero a velocidad cero porque no podíamos salir de casa apenas. Ese es un poco el sentido más amplio del disco.

ANIKA: También nos dimos cuenta, al escuchar el disco terminado, de que transmite una sensación como de viaje. Que la propia escucha del disco es un intrépido viaje a velocidad cero.

ÁNGEL: A día de hoy no se estila tanto detenerse a escuchar un disco, canción por canción. Creemos que merece la pena hacerlo, al menos en el caso de Ombligo

Una de las muchas virtudes que destaco en vosotros es la capacidad de generar música instrumental de lo más reconocible y pegadiza. ¿Cuál es el secreto para que esto ocurra?

ÁNGEL: Generalmente, la música instrumental suele verse a nivel composición y estructura más desde el soleo. Por ejemplo, en el jazz, mantienes una melodía y después hay minutos y minutos de solo. Nosotros enfocamos la música instrumental desde la melodía. Hacemos más “canción”, propiamente dicha, y menos improvisación, más allá de que puedan surgir cosas desde ahí también. Creo que puede llegar a ser algo pegadizo porque las melodías están muy pensadas en ese sentido.

ANIKA: A veces, la gente que compone desde la voz directamente o desde las letras, no cierra tanto las melodías, se apoya más en la fuerza de las palabras, por ejemplo. Ángel y yo tenemos mucha fijación con las melodías.   

Otra cosa que os hace especialmente únicos, relacionado con lo anterior, es la plasticidad, la capacidad de adaptación transversal que tiene vuestro repertorio y vuestros directos para encajar perfectamente en cualquier ambiente imaginable, desde una guardería a una rave, pasando por un festival de circo, cualquier festival realmente, grande o pequeño, bodas, bautizos y comuniones, charangas o auditorios clásicos… ¿Cuál diríais que es la fórmula de esta transversalidad, que yo solo he visto por estas latitudes en similar medida quizás en grupos como Fetén Fetén?

ÁNGEL: Fétén son grandes referentes para nosotros. Hacemos música distinta. Ellos son quizás más tradicionales, pero compartimos espíritu, sin duda.

ANIKA: Inspiración total, Fetén Fetén. En cuanto a lo otro, yo creo que la fórmula en parte está en que es algo muy libre y sincero. No es algo que hayamos dicho: vamos a hacer swing y solo swing. Por poner un ejemplo. Se nota que es algo muy nuestro, fruto de un montón de mezclas de cosas que están dentro de nosotros. Disfrutamos mucho lo que hacemos y la gente nota esa conexión, al componer y en el escenario. A todo el mundo, sea quien sea, venga de donde venga, le gusta ver a personas disfrutando en un escenario haciendo cosas rarísimas.

Sois una de las bandas más punteras de música instrumental hoy en día en estas tierras, pero cada vez más se están incluyendo también canciones cantadas, con letra, en vuestro repertorio. Me consta que a Anika le costó soltar en público esa voz impresionante que tiene, voz que se escondía detrás del violín. ¿Cómo ha sido este proceso de ir reivindicando tu voz e insertándola en tus proyectos?

ANIKA: Pues ir atreviéndome. Al principio me daba mucha vergüenza cantar. Nunca había cantado en público. Me parecía algo más íntimo que el violín. Yo llevo toda mi vida tocando el violín. El violín lo había estudiado, sabía cuál era la técnica, lo había ensayado mucho. El canto aún no. Fui experimentando y sigo en ello.

¿El gran bautizo definitivo es quizás esa canción sobrecogedora que se titula ‘Canto’ en este nuevo disco?

ANIKA: Sí, totalmente. A día de hoy lo disfruto muchísimo. Cantar es lo mejor que tengo en la vida, siempre. Sirve para canalizar muchas cosas. La música, tocar, en general también, pero cantar es en especial un gran canalizador de emociones.

Otra de las señas básicas de Ombligo son los silbidos de Ángel, para muchos uno de los más grandes silbadores de la escena mundial. ¿Hay bien de silbido también en este disco? ¿Cuándo empezaste a tomarte en serio esto del silbar? ¿Cómo sucedió?

ÁNGEL: Estoy un poquito más atrás. Está habiendo discriminación. Todo el mundo con eso de “es que Anika canta muy bien y tal” (risas). Hay silbido, sigue habiendo silbido. En el directo, sobre todo, hay mucho silbido.

Estoy muy en sintonía con lo que ha dicho Ana sobre el canto. Como yo no tengo el don de saber cantar, lo canalizo a través del silbido. Tiene la ventaja de que si estás esperando al autobús, por ejemplo, y te pones a cantar pues igual la gente piensa que no hay nadie al volante, pero si te pones a silbar es diferente. También te miran raro, ya son otros tiempos, pero de otra manera. En cuanto a la musicalidad, nos dimos cuenta cuando empezamos a tocar en el metro de que la tesitura del silbido es muy parecida al rango más grave y al medio del violín. Entonces se pueden hacer melodías por terceras, por ejemplo, se pueden armonizar melodías de una forma muy potente. Es como tener dos instrumentos.

Amo silbar. Es algo que me pegó mi padre. En mi familia tenemos un silbido particular que usamos para llamarnos. Ahí empezó y poco a poco me fui picando.

Este verano hicisteis una gira por varios países africanos, Marruecos, Cabo Verde. ¿Cómo fue la experiencia? ¿Qué tal se recibe la música de Ombligo por allí?

ANIKA: Muy bien. Ha sido una acogida increíble. No nos esperábamos que fuera a ser tan bien recibida nuestra música allí. Al tener mucho de instrumental nuestro repertorio, lo tiene más fácil quizás en otros países y continentes que canciones con letra cantadas en un idioma que no conocen.

ÁNGEL: Algo curioso era que la gente no era tanto de aplaudir en cada canción. Pero cuando terminaban los bolos venían en masa a abrazarnos, a pedirnos fotos, a felicitarnos… Salimos muy contentos de esta gira.

ANIKA: ‘7sóis 7luas’, se llama el festival al que fuimos a Cabo Verde. A partir de ahí, nos llamaron ya para otros países. Es un festival muy interesante. Hacen intercambio cultural. Van grupos de diferentes países a un lugar. Luego los grupos de ese sitio al que se ha ido vienen al tuyo. Y cada año, además de tocar tus temas, se genera una orquesta con los diferentes grupos o artistas de cada país, que tienen que conformar un repertorio ahí entre todos. Es muy enriquecedor.

Pregunta de Irati Morán, directora teatral y actriz: ¿Qué reivindicación haría Ombligo a nivel político con respecto a la música y la cultura?

ÁNGEL: Por ejemplo, el tema “autónomos” es una puta locura. La única forma que tienes de ganarte la vida legalmente siendo músico es ser autónomo, con todo lo que eso conlleva. Los ayuntamientos tardan en pagarte meses, por ejemplo, tienes que adelantar el IVA. Es muy jodido. No sé qué solución puede haber. Más progresividad en el régimen de autónomos, tal vez.

ANIKA: Hay que mejorar las condiciones laborales en general en el mundo de la cultura. La mayoría de la gente no puede dedicarse a ello y quien lo consigue tiene que pasar por condiciones muy duras. No es nada fácil. Luego está la contradicción de que tienes que hacer tanta gestión para llevar adelante tu proyecto para sobrevivir que no te da tiempo a crear o a tocar. Ese es mi dilema de cada día.

Otra cosa que reivindicaría es que hay muchas cosas de calidad que no tienen altavoz. Falta dar más altavoz a cosas diferentes, apostar por la diversidad. Muchos festivales que contratan lo mismo, canales que reproducen lo mismo… Precisamente La Chivata Teatro, la compañía de teatro físico a la que pertenece Irati Morán, quien nos hace la pregunta, es de lo mejor que hemos visto en escena y sin duda tienen mucho menos foco del que merecen. Es un ejemplo de muchos   

¿Cómo ve Ángel Cáceres, de Ombligo, nuestro ahora?

ÁNGEL: Tengo esperanza. No es positivismo barato. Es aceptación de lo que tienes y de lo que puedes controlar

¿Qué diría Anika Sobrino, de Ombligo, que ahora es nuestro?

ANIKA: El compromiso de saber lo que está pasando en el mundo, implicarnos y no girar la cabeza. Ser conscientes de que el mundo está también en nuestras manos.


Aquí puedes ver la entrevista completa en el programa Nuestro Ahora de Canal Red:

Madrid –

Nada de esto sería posible sin tu ayuda

Y únete a nuestros canales de Telegram y Whatsapp para recibir las últimas noticias

Compartir

Editorial

  • Ana Pastor y sus satélites señalan al «putinismo»

    Los que están acusando de «putinistas» a sus adversarios políticos, simplemente porque éstos están en contra de la escalada bélica y a favor de la solución diplomática, están desviando la atención de los verdaderos aliados de Putin en España: la ultraderecha de VOX