Diario Red
Menu
Menu
Diario Red

Fotograma del videoclip de la canción «Por España»

Samantha Hudson: «Escucho bossa nova y ópera. No sé si lo esperan o no»

Entrevista exclusiva a una de las artistas más provocadoras e inteligentes de nuestro país a raíz de su nueva gira AOVE BLACK LABEL


Dicen de mí
las malas lenguas
que soy el diablo,

que soy una cualquiera.

Cuentan de mí
leyendas negras
y lo confieso, mi amor,
son todas ciertas.

Soy un tabú,
un maricón, judeomasón, Belcebú,
una fulana, una bruja vudú.
Soy la bujarra con la que sueñas tú.

Es lo que hay, soy adicta al sonido de los ladridos, perra burguesa arruinada, súper preñada, dulce y bautizada. Hola ¿qué tal, peluchito? ¿Me das de beber de tu vodka Red-Bull? Óyeme, Chicote: hazme el favor, vente conmigo a bailar al gran guateque de la liquidación total, o cómeme el coño, una y otra vez.

Soy maricón y me hago llamar Samantha.

Uno de los grandes fenómenos de la esfera pública del último lustro, bomba nuclear de la cultura pop, icono indiscutible de la llamada generación Z, meteorito trash que hemos tenido la fortuna de que caiga por aquí, por nuestras tierras, Samantha Hudson, qué bueno que caíste, qué bueno que viniste, ¿cómo te encuentras? Te lo pregunto de verdad, no de manera retórica. ¿Cómo estás, cómo te sientes, cómo te hallas últimamente?

S.H: Contenta, porque he podido disfrutar de tiempo libre en agosto. Y con ilusión por la nueva gira que se viene.

Nos han filtrado que va a ser un espectáculo de altos vuelos, en muchos sentidos, y que en cierta medida es una transformación, una nueva metamorfosis en tu vida. Cuéntanos. ¿Qué nos vamos a encontrar en la gira AOVE BLACK LABEL, y en qué medida es una transformación para ti?

S.H: Vengo de un período muy trash, y quizás ahora esté más refinada, como el aceite. De hecho, mi último trabajo, mi EP ‘AOVE’, comparte siglas con ese producto nacional tan suculento y patrio que es el aceite de oliva virgen extra, al que he venido a desbancar. Siento que mi estética sonora es mucho más madura, hay una progresión en la producción musical. Y diría que he pasado de algo muy electroclash, medio teatro del absurdo, también a nivel de espectáculo en vivo, a algo más discotequero, más destroy.

En cuanto a lo que os vais a encontrar, tendréis que venir a verlo. En mi cabeza, yo quiero hacer una especie de homenaje a todos los códigos de la generación Z, hacer alusión a los memes, a la contracultura de internet, a todo ese surrealismo digital que puebla las redes sociales y, en esencia, coger todo ese totum revolutum de cosas con las que me he criado y me relaciono en mi día a día, una amalgama bien aleatoria de todo lo que es el ciberespacio, y plasmarlo en un espectáculo en vivo. ¿Se puede leer también sin esta explicación? No lo sé.

Cuento, por ejemplo, con unas visuales hechas por inteligencia artificial, que es algo muy gen Z. La coreografía, de Estíbaliz Mardones y Christian González, es una suerte de danza contemporánea marciana muy potente con movimientos espasmódicos y con unos bailarines que son lo más de lo más. La pista musical es una obra de NonStop, de tralla, maquineo y electrónica disfrutona. Un poco de discoteca para que bailen todas mis minorías. Las luces son de un colectivo de Barcelona que se llama Oscila, y también son tremendas. Es una liturgia electrónica y apocalíptica. Algo que sin duda hay que ver. Yo estoy muy orgullosa. Aún más que la última vez.

¿Echas algo de menos de cuando actuabas en clubs pequeños para públicos reducidos, ahora que lo estás petando en el Sonar, en la Razzmatazz, en algunas de las salas más importantes de las Españas?

S.H: Siento un poco de nostalgia, pero estoy muy contenta de la época que estoy viviendo. Sobre todo porque, gracias a dios, o más bien gracias a mi representante, Gema del Valle, tengo un caché un poco más humano. En mi época más underground me pagaban dos duros, que no me daban ni para soportar los gastos de vestuario o la puesta en escena, como a muchas de mis compañeras. Trabajar la noche siempre ha sido algo muy duro. De esos años me llevo muchas anécdotas, muy macarras y divertidas. Lo veo como una etapa que me dio mucho contenido para contar en las entrevistas, un anecdotario que me convierte en una chica interesantísima, pero por nada del mundo me volvería ahí ahora. Sin embargo, le estaré eternamente agradecida a esos inicios.

Hemos hablado de tu última transformación (o penúltima) con esta nueva gira. Conectándolo con lo que te preguntaba acerca de tus primeras actuaciones, hablemos de tus primeras metamorfosis. Tienes tanto que decir sobre cualquier asunto, y desde una perspectiva tan interesante y tan potente siempre, haces tantas cosas diferentes, en un programa, en otro, vales pa un roto y pa un descosío, que a veces queda un poco fuera de foco tu faceta más estrictamente musical, como compositora y cantante. Y no solo me parece que haces auténticos temazos sino que considero que tienes un talento y un registro vocal alucinante. ¿Qué canciones estuvieron en tus primeras transformaciones, y qué artistas fueron las primeras que te hicieron pensar que quizás te pudieras dedicar a la música?

S.H: Realmente siempre he sido una chica muy pop. Pero cuando llegó la edad suficiente para poder inmiscuirme en los asuntos personales de mi hermano, que quizás no haya sido una figura referencial a la hora de consolidar mi estética o mis preferencias, pero que sí ha marcado indirectamente, sin él saberlo, mis primeros coletazos en la música. Él escuchaba electroclash, por ejemplo Putilatex, y yo ponía la oreja al otro lado de la puerta, cuando se juntaba con sus amigas y no me dejaban estar porque era más pequeña. Sonaba de pronto “Mira una moderna” y pensaba que eran canciones muy divertidas. Luego iba al historial de búsqueda de su ordenador, cuando se iba, y le robaba a las artistas. El electroclash, nacional e internacional, fue lo que me hizo entender que no era necesario tener una conciencia musical soberbia para dedicarse propiamente a la música. Luego ya fui pasando por diferentes etapas. Siempre he sido muy performática. Tuve una etapa muy emo. Luego otra más rockerita, Guns n’ Roses, Aerosmith, por ejemplo. Como con diecisiete me fui a la ruta del bacalao más destroy de finales y es esta parte la que más ha influido en mi último trabajo probablemente. Me considero una chica muy sedienta, y es por eso que bebo de muchas fuentes. Es un camino en construcción. No le hago ascos a nada.

¿Hay algo que escuches hoy que crees que la gente no se pueda esperar?

S.H: Bossa Nova. Creo que el artista que más he escuchado en este último año es Joao Gilberto. Me gusta mucho la ópera también. No sé si se lo esperan o no.

¿Cuánto le debe Samantha Hudson a Magaluf? ¿En qué medida crecer ahí te ha influido para llegar a ser quien eres?

S.H: Supongo que gran parte de mi carácter y mi idiosincrasia. Tengo un mix de nacionalidades, sobre todo americanos, británicos y alemanes, y un sinfín de oportunidades para ser la adolescente más macarra, surrealista e inapropiada que te puedas imaginar. Me ha ayudado mucho a construir mi concepto de lo absurdo, a perder la vergüenza, a perder el miedo al ridículo, a tener mucho morro, a ser una chica disfrutona y a aprender inglés. Esa estética tan de souvenir, que es algo muy mío, creo que lo he sacado de Magaluf. Sobre todo anécdotas me quedan, muchas de ellas para mayores de dieciocho y que jamás podría contar en televisión.

¿Cómo definirías tú el concepto ‘queer’? ¿Es un concepto definible o en esencia siempre se escapa?

S.H: Creo que el concepto ‘queer’ surge alrededor de los años setenta en contraposición a toda esa ola de gays y lesbianas un poco más alienados por el sistema, que demandaban derechos desde la normatividad. Es un jaque precisamente a toda esa normatividad, y creo que es un concepto que reivindica la disidencia, sobre todo muy relacionado con el fracaso a la hora de cumplir con los estándares de género, con el fracaso a la hora de cumplir con los estándares estéticos, con la belleza canónica, con el fracaso de cumplir con todo lo que alguna vez se ha esperado de nosotras. Hoy en día creo que es una etiqueta muy interseccional, que habla de la disidencia más subversiva, de todo aquello que rompa con los moldes más estandarizados. Al menos eso sería para mí. Luego habrá siempre una definición más académica, claro.

Sé que se ha hablado muchísimo del tema, que han corrido ríos de tinta, pero creo que no he oído tu opinión al respecto y no voy a perder la oportunidad de capturarla aquí en primicia. ¿Tiene algo que aportar Samantha Hudson sobre el asunto Rubiales y el acontecimiento #seacabó? Me gustaría conocer tu enfoque

S.H: No me he pronunciado en redes sociales, es cierto, pero sí que he compartido ciertas cosas. Y tampoco es un requerimiento que me pronuncie acerca de todo, entre otros motivos porque me he manifestado y he opinado acerca de tantos temas controvertidos, que yo creo que ya queda muy clara mi línea ideológica y lo que podría pensar sobre el asunto. Él me parece un sinvergüenza y me parece una sinvergonzonería la manipulación de los medios para darle la vuelta a la tortilla, todo eso que están haciendo él, su equipo, la gente que haya detrás, para hacer quedar de mala a la otra parte, esas declaraciones diciendo que incluso las chicas le habían sobado sin su consentimiento. Y me hace gracia, porque estos términos en los que el feminismo es pionero, el colectivo queer es pionero, como el ‘consentimiento’, solo la usa el otro bando cuando se ven arrinconados, y lo hacen con la única intención de desacreditarte, de lo que ellos piensan que es darte “tu propia medicina”.

En cuanto al #seacabó diría que ha habido una reacción muy positiva, al menos en determinados círculos amplios y medios o canales, se han posicionado con ella, y se ha alzado la voz. Esa reacción es un buen síntoma. Me parece muy interesante que hayamos aprendido a detectar violencias que antes estaban tan normalizadas y sobre todo a involucrarnos y posicionarnos a favor de la víctima, a intervenir, que es algo que no solía suceder, por esa cosa del individualismo exacerbado y ese pensar que hay conflictos que no van contigo. Creo que eso sí que ha cambiado para bien.

Me parece muy interesante que hayamos aprendido a detectar violencias que antes estaban tan normalizadas y sobre todo a involucrarnos y posicionarnos a favor de la víctima, a intervenir, que es algo que no solía suceder, por esa cosa del individualismo exacerbado y ese pensar que hay conflictos que no van contigo

¿Qué le dirías a esa gente que dice que el problema de las izquierdas está en que de un tiempo a esta parte se centra y se pierde demasiado en las políticas identitarias, cuando lo verdaderamente importante, según ellos, es y será siempre la lucha de clases y las cuestiones económicas?

S.H: Me parecen tan absurdos esos sectores reaccionarios de la izquierda. Que me acusen a mí, por ejemplo, de performar, de tener una política identitaria. Ese obrerismo de mono azul, homófobo, y completamente desfasado, también es performar una política identitaria. Yo estoy performando la mujer, vale, ¿y tú que estás perfomando con tu traje y tu corbata? Le pregunto yo a esa gente. ¿Yo soy antirrevolucionaria? Encarnar un estereotipo retrógrado y misógino, creo que es más antirrevolucionario, la verdad. Sería positivo que se hicieran ellos determinadas preguntas. Que la norma se preguntara lo mismo que le pregunta constantemente a la otredad. Un poco de autocrítica para no deslocalizar siempre el problema hacia afuera, no vendría mal.

¿Qué noticia loca te gustaría que publicaran mañana?

S.H: Muere Samantha Hudson, atropellada por Isabel Díaz Ayuso.

Pregunta de Irene Montero (Ministra de Igualdad del Gobierno de España): ¿Cuántas veces te han dicho que “calladita estás más guapa”, o te han pedido que no hables tan fuerte, que no hagas tanto ruido, que no digas las cosas que dices? ¿Y por qué crees que es importante hablar, no callar?

S.H: A ver, soy una chica. ¿A quién no le apetecería que me quedara callada? Es importante no callarse, por generar una reacción, una respuesta. Yo soy una persona que no tiene miedo a equivocarse ni a rectificar. También me preparo mucho las cosas, lo pienso todo bastante, y si abro la boca suele ser teniendo en cuenta el efecto y la repercusión que puede generar y desde donde viene mi planteamiento, pero creo que es positivo no callar, que la gente diga lo que piensa, aunque sea una soberana gilipollez, porque es motor social de cambio, que se genere debate, que digas tu opinión y alguien te la pueda rebatir, alguien pueda contradecirte o darte a razón. Aunque puedas parecer una imbécil. A veces, cuando más imbécil pareces, más razón llevas.

¿Crees que es posible un feminismo sin ruido, un feminismo que no incomode?

S.H: ¿Cuál es la gracia de la vida, si no incomodas? Es lo que ha pasado siempre. Hay un modelo de sociedad establecido, y alza la voz una nueva generación, protestando, demandando cambio, exigiendo que se revisionen ciertas conductas y comportamientos, ciertos conceptos asimilados de manera general, haciendo que lo anterior se tambalee. De esos escombros, se concibe un nuevo modelo de sociedad. Esa es la rueda de la vida. Como dijo Bud Bunny: “baby, la vida es un ciclo”. Hay que alzar la voz y hay que incomodar. Creo que el poder de la otredad es precisamente incomodar.

Me gusta mucho la exageración, la hipérbole, hacer de la basura tus tesoros personales y coger todo lo peyorativo que alguna vez te han dicho para convertirlo en estandarte. Si dicen que eres un travelo, ser un travelón. Si dicen que eres una feminista enfadada, ser la más feminazi. Siempre llevarlo al extremo, porque exagerando la cara dejas en evidencia la cruz de la moneda, exagerando lo feo dejas en evidencia la belleza, exagerando la otredad pones en riesgo a la norma. Se hace ver que lo mío es una construcción, pero que lo tuyo también lo es. Me gusta mucho el poder de la contraposición de los opuestos y me gusta mucho también ser una chica histriónica y exagerada. Ser espontánea e irreverente es una decisión muy premeditada y es un posicionamiento muy poderoso. Viendo los márgenes, te planteas por qué existen esos márgenes.

Rueda de reconocimiento: María Isabel / Cool – Britney Spears / Pobre – David Bowie / Lo máximo- Jorge Javier Vázquez / No está mal- Jesucristo / Samantha Hudson- Satán / Samantha Hudson – José María Aznar / Cambio de look- Karl Marx / Vendría a mis conciertos – Pedro Almodóvar / Cute- Los Javis / Anticristo- John Waters / Sensato – Mario Vaquerizo / Silencio- Carmen Calvo / Su apellido le va bien a Rubiales- Juan Pablo II / Pop- Francisco Franco / Abono- Judith Butler / Icono- Irantzu Varela / Molona- Gabriel Rufián / Cute- Susana Griso / Rubio ceniza – Pablo Iglesias / Trenza- Jenni Hermoso / Más brava que los marines- María Jiménez / La mejor folclórica. Siempre lo ha sido

 ¿Cómo ves nuestro ahora?

S.H: Efervescente, como una pastilla sabor a naranja.

¿Qué dirías que ahora es nuestro?

S.H: Es nuestro el derecho a quejarnos.

Aquí puedes ver la entrevista completa en el programa Nuestro Ahora de Canal Red:


Madrid –

Compartir

Editorial

  • Ana Pastor y sus satélites señalan al «putinismo»

    Los que están acusando de «putinistas» a sus adversarios políticos, simplemente porque éstos están en contra de la escalada bélica y a favor de la solución diplomática, están desviando la atención de los verdaderos aliados de Putin en España: la ultraderecha de VOX