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Víctor Lemes: “Percibo a gente a mi alrededor orgullosa de ser de ultraderecha”

«Es un tema muy sensible en Canarias. Cada día que llegan, a mí se me rompe una fibra dentro, porque son personas y hay mucha gente que no las está tratando como tal. Yo soy partidario de que se les dé un trato humano, sin hacer ningún tipo de distinción, vengan de donde vengan y como vengan.«


Está feo que yo lo diga, pero me reconocerás que poco a poco estamos armando en este programita una lista de reproducción que te pone los vellos como escarpias, una sociedad antónima de artistas de altos vuelos digna de ser guardada en la caja negra del avión de tu corazón en llamas, ahí, junto a la última palabra para el amor de tu vida. En tiempos gaseosos de tiranía del screenshot, de dislexia emocional y compraventa de canción de autoengaño al por mayor, no está de más hacer cierto análisis estructural de la canción comercial de vez en cuando, así como de la inmadurez del ciberespacio, aunque solo sea en defensa propia frente a la respectiva mirada cocodrilo que nos acecha de doce a doce a la vuelta de todas las esquinas. A todo eso, lo que viene a señalar esta metametáfora en resumidas cuentas es que, desde la primera vez que te vi, de mi parte me dejé la piel por el bien de tu mnemotecnia. ¿Me entiendes, no? 

Se avecina nuevo show, ‘La última palabra’, un show músico teatral junto al cómico y presentador Aarón Gómez, influenciado en parte por los inconmensurables Les Luthiers. ¿Cómo surge la idea y qué nuevo Víctor Lemes nos vamos a encontrar en este nuevo salto?

V. L.: Un Víctor Lemes nervioso, porque sale mucho de su zona de confort. Yo no soy actor. Aarón Gómez sí lo es. También es presentador. Él tiene unas tablas de escenario diferentes. Yo siempre he estado más escondido, camuflado, detrás de la guitarra. Esto es algo diferente, es un probarme en algo nuevo, algo que me apasiona, comoes el teatro.

Se trata de una propuesta músico teatral en que la palabra es el leitmotiv, el nexo. Hablamos, por ejemplo, de las primeras palabras que se pudieron decir en la Humanidad; hablamos del lenguaje corporal, palabras no habladas, pero sí expresadas; hablamos de la palabra digital, de la inteligencia artificial y todo esto que no está invadiendo a día de hoy, alrededor de una canción que compuse yo, que se titula ‘Tu palabra contra la IA’; etc. A veces lo llevamos por derroteros más cómicos, otras por derroteros más filosóficos, más reflexivos. Aparece un dinosaurio en escena, de repente. Yo toco el piano. Aarón toca unos bongós, que no sabe tocar. Muy loco. Pero con un mensaje de fondo, encarrilado todo por el uso que hacemos de la palabra.

Una de las múltiples facetas de Víctor Lemes es ser colaborador habitual del programa de la televisión canaria ‘Una mala noche…’, programa que presentaprecisamente Aarón Gómez. Para los que no conozcan el programa, explícanos un poco tu labor en él. Es una sección bastante original.

V.L: Es una sección un poco kamikaze, suicidia, porque tengo que hacer una canción semanal dirigida o vinculada al invitado o invitada en cuestión. Han ido compañeros, como Ismael Serrano o Marwán, y a ellos los conozco y más o menos sé sobre qué cantar, pero cuando va por ejemplo algún actor, alguna actriz o alguna presentadora, que no les conozco tanto, me vuelvo un poco loco informándome sobre su biografía, sobre sus dossieres… Hacerlo semanalmente, te lleva a tener la cabeza constantemente activa. A veces surge una canción ex profeso, y otras cojo una canción conocida y le cambio la letra, a modo popurrí. Lo salvo siempre, y creo que a quienes las han recibido, les ha gustado, pero es todo un reto. No se para. Acabas un programa y ya estás pensando en que viene el siguiente. Estoy muy contento con este programa. Acabamos de empezar la segunda temporada.

No es tu primera vez en televisión, este programa canario, ni mucho menos. Has estado en los más locos y famosos platós de la parrilla televisiva nacional. Pasapalabra, Late Motiv, con Buenafuente… Uno de los programas en los que estuviste también fue GotTalent. Después de haber pasado por uno de estos macro concursos televisivos mainstream, ¿cuál es tu opinión con respecto a ese tipo de formatos y su relación con la cultura?

V.L.: Pues no era yo muy partidario de eso, pero se dio como una especie de serendipia de muchas cosas. Estaba hace unos años en un micro abierto en Madrid, cantando una canción, y en el público había una redactora del programa. Me dijo que le había gustado mucho y que creía que podía funcionar muy bien en ese formato. Me dijo que me lo pensara y que el casting era dentro de dos días. Me pilló todo de sopetón. Al final me presenté, me lié la sábana en la cabeza y tiré pa’ lante. Al final lo que buscaba era visibilidad, que es lo que siempre intentamos buscar, enseñar un poco la patita fuera de la endogamia delcircuito de cantautores.

Como experiencia, estuvo bien. No es algo que yo consuma.  Fue una dicotomía mental la que hice para ir. En cuanto a aportación a la cultura, en todos los formatos siempre hay algo que destaca y otras cosas que son baladíes. Yo quiero quedarme con las cosas artísticas que vi allí, que valen la pena.

Has estado en varios platós, como decía, rodeado de focos, pero nunca has perdido el contacto directo con la calle y con la canción popular en su sentido más literal, con el folklore directo, cuerpo a cuerpo. Háblanos de tu relación y tu trayectoria con la chirigota, desde la Chirimurga del Timple hasta la Chirichota, con unos cuantos pelotazos virales de por medio.

V.L.: Culpa de los gaditanos. Porque fui en 2012 a Cádiz y conocí el carnaval de la calle. Yo conocía muchos vídeos de agrupaciones del concurso oficial, del Teatro Falla, conocía al Selu, a Juan Carlos Aragón, pero no conocía muy bien lo que eran las callejeras. Flipé, me enamoré de la creatividad, de la agilidad, de la rapidez, de la ironía, de la sorna, de todo. En cada esquina, todos cantaban bien, todos componían bien, todos eran graciosos. Me dije: ¿pero esto qué es y por qué no hay esto en Canarias, cuando podemos salir a la calle también y hay un montón de sitios para cantar? Entonces, ese mismo año llegué y me puse a hacer cuplés. Hablé con unos amigos y les propuse hacer lo de Cádiz en Canarias. Formamos la Chirimurga del Timple, que al final es una chirigota. Hemos estado como siete años con ello y ahora hemos cambiado a un formato muy parecido pero más reducido, que es la Chirichota. No deja de ser una chirigota callejera, pero ha tenido tan buena acogida y tantos seguidores que ya no solo la movemos por las calles sino también por teatros. Y ahí estamos, jugando. Al final es jugar.

¿Qué ventajas tiene el humor con respecto a otros lugares desde donde componer canciones?

V.L.: Tiene la ventaja del lubricante, por decirlo de alguna forma. Creo que a veces con humor puedes ser bastante concienciador, sin que se note tanto, quedándose el mensaje en el subconsciente del espectador de manera subliminal. El humor tiene esa magia. Lo estás soltando y la gente no sabe bien si estás en serio o estás de broma, pero el mensaje está llegando. A mí me gusta mucho esa“inception”. Yo lo hago como modo de catarsis. Es mi modo de vida, no solo a la hora de componer. A la hora de vivir, el humor siempre ha estado, está y estará vinculado a mí.

Uno de vuestros bombazos virales chirigoteros ha sido la copla ‘Están volviendo los nazis’. ¿Están volviendo los nazis o es que nunca se fueron? 

V.L.: Ahí está la cosa. La premisa de ese disfraz, el tipo, el personaje, era que íbamos disfrazados de músicos clásicos. Nos llamábamos ‘Vuelven los clásicos’. Pocas cosas, lamentablemente, más clásicas que los nazis. No se han ido, pero ahora están de una forma diferente, de un tiempo a esta parte no se esconden, o se esconden menos. Mi sensación es que ahora percibo a gente a mi alrededor orgullosa de ser de ultraderecha. Lo dicen a pecho abierto. Antes se escondían más. Las redes sociales también les dan más amplificación.

Tu primer disco lo grabaste en estudio, por pistas, pero los siguientes decidiste grabarlos en directo. ¿Qué diferencias profundas encuentras entre un formato y el otro? ¿Y por qué crees que la verdad de tu propuesta encaja mejor o es más coherente con la grabación en directo?

V.L.: Precisamente por el humor. Cuando haces una grabación cómica con unos cascos, en una pecera, sin feedback, se queda coja para mí. Me apetecía que el que estuviera escuchando en su casa, estuviera escuchando lo más fidedigno a mí, lo más fidedigno a un directo. En un directo mío se oyen risas, o paro en medio de una canción,  interrumpo y me dirijo al público, o hago mucho monólogo entre canción y canción… Quería que eso se viera reflejado. Mis próximos discos van a ser también en directo, pero tampoco le cierro las puertas, ni muchos menos desmerezco, la grabación en estudio.

Otro de los exitazos chirigoteros que se expandió como la pólvora fue la copla ‘Hay un negro’. En relación con la letra de esta, te leo un titular: “Feijóo acusa al gobierno de dejar a inmigrantes en paradas de autobús tras llevarlos de Canarias a la península”, ‘El País’. 

V.L.: Esa letra hablaba del doble rasero que se tiene cuando algunos ven llegar a inmigrantes por el mar, en barcos o en pateras, y dicen que vienen a quitarnos el trabajo, o en la época del Covid, que venían a contagiarnos, ese tipo de comentarios racistas, pero luego cuando fichan a un futbolista o alguno por el estilo, ahí ya no importa tanto el color, porque son ricos. Al final es racismo y es también aporofobia. Es un tema muy sensible en Canarias. Cada día que llegan, a mí se me rompe una fibra dentro, porque son personas y hay mucha gente que no las está tratando como tal. Yo soy partidario de que se les dé un trato humano, sin hacer ningún tipo de distinción, vengan de donde vengan y como vengan.

Pregunta de la periodista Gara Santana: ¿Qué papel crees que juegan los cantautores en el siglo XXI, si bien en el siglo XX fueron fundamentales para las luchas, como la canción protesta contra dictaduras latinoamericanas, por ejemplo, y a favor de movimientos sociales y por la paz?

V.L.: La música siempre ha marcado épocas. Y ha marcado luchas y movimientos sociales. ‘Al vent’, ‘Bella Ciao’… No sé si cambian el mundo, no sé si paran los tanques, pero sí ayudan al que le apunta o dispara ese tanque. Yo no sé si mi aportación, mis canciones, cambian en algo las cosas, pero a mí manera lo intento. Y hay personas, que después de un concierto o después de escuchar una canción mía, me han dicho que estaban pasando por una depresión y les has ayudado muchísimo a salir, por ejemplo, que siempre que me escuchan les genera una sonrisa, aunque lleven una semana sin sonreír. Ese pequeño granito de arena, para mí también es cambiar un poquito el mundo.

No sé si se puede separar la labor del cantautor del siglo XX de la del siglo XXI, así de forma solemne. Creo que es parecida esa labor. Son pequeños granitos de arena que van creando una montañita.

Rueda de reconocimiento: Sigmund Freud / Analítico –Javier Krahe / Dios lírico – Manolo Vieira / Un icono imborrable de Canarias y mío personal –  Ismael Serrano / Una gran referencia para mí desde que empecé a tocar la guitarra, con tres o cuatro acordes – María Rozalén / La quiero mucho. Bondad. Generosidad. De las personas más bonitas y buenas que conozco – Arístides Moreno / Pureza – Andreu Buenafuente / Necesario – Ana Oramas/ Ambivalente – José Manuel Soria / En paz descanse –Pablo Echenique / Un superhéroe – Alex O’Doherty / De los tíos más hábiles y rápidos que he visto en directo –Igantius Farray / Un genio – Alexis Díaz Pimienta / Espectacular, verlo y escucharlo – Aarón Gómez / Mi gemelo de córtex a día de hoy

¿Cuál sería la última palabra que pronunciarías la última noche de tu vida, aquella que guardarías en la caja negra al llegar el último incendio?

V.L.: Salud y serotonina.


Puedes ver la entrevista completa en Nuestro Ahora por Canal Red aquí:

Madrid –

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