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Rueda de prensa tras la masacre en el hospital Al Ahri

El hospital Al Ahri y el periodismo de versiones

El periodismo de versiones en tiempos de genocidio no solamente es corrupción del oficio, además es complicidad con crímenes de lesa humanidad


En una escena de la serie ‘Newsroom’, la experimentada periodista Emily Mortimer explica a los jóvenes redactores de la cadena de televisión: «No todas las historias tienen dos versiones. Algunas tienen cinco, otras solamente una.» A lo que Will McAvoy añade: «Si todos los republicanos del Congreso van a la Casa Blanca y proponen una resolución diciendo que la Tierra es plana, The Times publicaría que «Demócratas y republicanos no están de acuerdo en la forma de la Tierra»,» llevando al extremo una práctica que podríamos llamar «periodismo de versiones» y que consiste no en llevar a cabo una —mínima— investigación para intentar averiguar la verdad sobre unos hechos sino en adoptar la posición cómoda y equidistante de poner en pie de igualdad las diferentes versiones que distintos actores implicados han decidido hacer públicas.

Esto es exactamente lo que hemos visto en el día de ayer respecto de la masacre de cientos de pacientes y profesionales sanitarios en el hospital Al Ahri en la Franja de Gaza durante la noche del martes. La inmensa mayoría de los medios de comunicación españoles —y también internacionales— han titulado diferentes variantes del titular de El Mundo: «Hamás e Israel se acusan de una matanza en un hospital de Gaza». Algo que es problemático por varios motivos.

El primero es que, haciendo eso, se elude la responsabilidad periodística de enumerar una serie de hechos relevantes que pueden favorecer la veracidad de alguna de las dos versiones, quizás de una forma definitiva. Como hemos contado en Canal Red, ese hospital ya había sido bombardeado con anterioridad por parte de Israel; antes de la masacre Israel llamó al hospital para decirle a su dirección que había que evacuar el edificio; un portavoz oficioso del primer ministro Netanyahu celebró en un primer momento el bombardeo; reconoció la autoría de Israel y explicó que lo habían hecho porque había una base terrorista dentro del hospital; a los pocos minutos, borró el tuit; entonces diferentes portavoces empezaron a acusar algunos a Hamás otros a la Yihad Islámica de ser los verdaderos autores de la matanza; la cuenta oficial del gobierno de Israel en X publicó entonces un vídeo que demostraría que la trayectoria del misil se habría originado en la propia Franja de Gaza; a los pocos minutos se descubrió que ese vídeo era de 2022 y lo borraron; diferentes expertos con años de experiencia en el conflicto afirmaron que tanto Hamás como la Yihad Islámica no disponen de misiles con esa capacidad destructiva, sino apenas de meros cohetes incapaces de causar ese tipo de daño. Todo esto no son versiones. Son hechos.

Diferentes expertos con años de experiencia en el conflicto afirmaron que tanto Hamás como la Yihad Islámica no disponen de misiles con esa capacidad destructiva, sino apenas de meros cohetes incapaces de causar ese tipo de daño. Todo esto no son versiones. Son hechos

El segundo problema es que la práctica totalidad del periodismo español y también del periodismo internacional demostraron ayer un preocupante doble rasero. Recordemos apenas dos casos en los que se comportaron de una forma completamente distinta.

El primero, de hace unos meses en la guerra de Ucrania. Un misil cayó sobre un mercado en territorio ucraniano, causando decenas de muertos. Obviamente, hubo dos versiones respecto de la autoría: Ucrania dijo que había sido Rusia y Rusia dijo que había sido Ucrania. Pero los medios no publicaron «Ucrania y Rusia se acusan de una matanza en un mercado». La práctica totalidad de los medios de comunicación afirmar con rotundidad que el misil era ruso. Al cabo de unas semanas, una investigación periodística descubrió que era ucraniano.

Segundo caso, de hace unos días. Un medio ultraderechista de Israel se inventa el bulo de que Hamás había «decapitado a 40 bebés». Sin hacer absolutamente ningún tipo de comprobación como las que nos dicen que habría que hacer en el caso del hospital Al Ahri, muchísimos medios en España y en todo el mundo dieron por bueno el bulo y lo difundieron masivamente. Dirigentes del PP en España y el presidente de Estados Unidos repitieron el bulo como si fuera verdad. El propio ejército israelí desmintió que haya sucedido tal cosa y todavía nadie ha pedido perdón.

El tercer y último problema de jugar al periodismo de versiones es que el daño que puede producir aumenta de forma exponencial cuando estamos ante un genocidio. La periodista Olga Rodríguez propuso en 2021 un experimento mental para entender cómo funciona la equidistancia del periodismo de versiones en este caso. Rodríguez nos invitó a imaginar que un medio alemán publicaba el siguiente titular en los años 30 del siglo XX: «El rabino del gueto de Varsovia dice que los nazis están masacrando a los judíos. Goebbels lo niega.» Ayer, Pablo Iglesias modificaba ligeramente la idea para adaptarla mejor a lo que acabamos de vivir: “Los judíos del gueto de Varsovia denuncian una masacre de los alemanes. Goebbels lo niega y acusa a los rabinos de los asesinatos.”

El periodismo de versiones en tiempos de genocidio no solamente es corrupción del oficio, además es complicidad con crímenes de lesa humanidad.


Madrid –

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