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Los máximos directivos del grupo PRISA en la junta de accionistas de 2023 — Isabel Infantes / Europa Press / ContactoPhoto

La batalla por el grupo PRISA

Por mucho que un partido político —en este caso, el PSOE— intente mover sus hilos para modificar la correlación mediática de fuerzas, los que realmente deciden el rumbo y la línea editorial de los grandes medios del país son una serie de multimillonarios pertenecientes al 0,01% más pudiente de la población


El grupo PRISA es uno de los principales gigantes mediáticos en España. Además de su importante presencia en la radio musical —con Los 40 o Cadena Dial— o en la prensa deportiva —con el diario As—, el control por parte de PRISA de El País —el diario generalista más leído— y de la Cadena SER —la emisora con más audiencia—, y también en menor medida de Cinco Días y el HuffPost, hacen de este grupo mediático uno de los principales operadores de la política española y posiblemente el único con la potencia de fuego suficiente como para poder competir con el oligopolio de las televisiones, en el que los grupos Atresmedia y Mediaset —que dominan el 80% del mercado— exhiben una línea editorial derechista que se manifiesta sin complejos en Antena3 y en Telecinco y de tapadillo en La Sexta y Cuatro, cadenas que se presentan como dirigidas a un público progresista pero que no dudan en atacar al PSOE desde sus diferentes programas cuando la ocasión lo merece (pensemos en el desmembramiento político que llevó a cabo Ferreras durante aquel Comité Federal que acabó echando a Pedro Sánchez por la puerta de atrás o veamos el tratamiento que están dando estos días a las negociaciones para la amnistía de los represaliados catalanes). Ante un panorama televisivo como el descrito —al que tenemos que sumar otros fuertes operadores mediáticos derechistas, como El Mundo, El Español, La Razón o el ABC en la prensa escrita, o la COPE y Onda Cero en el ámbito radiofónico—, es evidente que el grupo PRISA resulta un activo estratégico para los socialistas.

Por ello, no es de extrañar que —como cuenta el periodista Agustín Marco una detallada pieza en El Confidencial—, tras el repentino fallecimiento de Miguel Barroso, muy cercano a Moncloa y, hasta el momento de su muerte, uno de los consejeros editoriales de PRISA, el PSOE haya movido Roma con Santiago para reemplazar esta baja con uno de los suyos. Por ello, según cuenta Marco, Pedro Sánchez habría utilizado la mediación de José Luis Rodríguez Zapatero para intentar cubrir la baja de Barroso con otro de los asesores del presidente del Gobierno: el periodista José Miguel Contreras.

Hasta aquí, todo dentro de lo esperable. Es obvio que los diferentes grupos mediáticos tienen una línea política muy determinada y también es evidente que los principales partidos siempre van a intentar influir en dicha línea en un sentido que beneficie a sus propios intereses electorales. Sin embargo, estaríamos incurriendo en un importante error de análisis si pensásemos que ese control que pretenden los partidos son, de hecho, capaces de conseguirlo. Por supuesto que cada medio de comunicación apoya a algunas fuerzas políticas y trabaja para desgastar a otras, y por supuesto también que cada fuerza política va a accionar todas las palancas que estén en su mano para consolidar y aumentar sus apoyos mediáticos y para reducir los de sus adversarios. Sería estúpido no hacerlo. La pregunta no es esa. La pregunta es si lo consiguen o no. Dicho en pocas palabras, ¿controla el PP la línea y la operativa de los medios de la derecha mediática? ¿Controla el PSOE a los medios de la progresía? Veamos el caso del grupo PRISA para concluir que la respuesta a esas preguntas es contundentemente negativa.

El fundador del fondo Amber Capital —que tiene participaciones en varios clubes de fútbol, como el Racing Club de Lens o el Real Zaragoza— posee casi el 30% de las acciones de PRISA

En primer lugar, hay que hacer referencia al presidente del grupo, el francés con raíces armenias y libanesas, Joseph Oughourlian. El fundador del fondo Amber Capital —que tiene participaciones en varios clubes de fútbol, como el Racing Club de Lens o el Real Zaragoza— posee casi el 30% de las acciones de PRISA, prácticamente triplicando el 11,8 % que está en manos del segundo mayor accionista: el gigante mediático francés Vivendi (de línea editorial claramente ultraderechista). Así, Oughourlian es el principal factor económico en la batalla que ahora mismo está abierta por el control del grupo PRISA; pero no es, ni mucho menos, el único. En la pieza de El Confidencial aparece también otro nombre: el de Florentino Pérez. Por lo visto, el nombre de José Miguel Contreras —la persona que el PSOE está empujando para cubrir la baja de Miguel Barroso— no era del gusto de Oughourlian, así que el francés barajo como posible alternativa el nombre de otro periodista: Carlos Ocaña, a la sazón amigo íntimo de Pedro Sánchez y coautor de su primer libro. Pero hete aquí que Ocaña —además de íntimo de Sánchez— es conocido por trabajar desde 2011 a las órdenes de Florentino en el Real Madrid. Ante esta realidad, Pérez le habría trasladado a Oughourlian en una cena privada que «su hombre en el club no podía ser el principal responsable de El País, La Ser y el As» por una cuestión del qué dirán. No es que a Florentino no le interese controlar medios de comunicación, de hecho, fue el propio El Confidencial el que publicó unos audios en los que el empresario se jactaba de controlarlos todos excepto Marca y TVE; lo que ocurre es que Florentino prefiere controlar los medios sin que sea demasiado evidente. Y, en el caso de Carlos Ocaña, sería demasiado burdo. Por eso bloqueó el nombramiento y por eso la batalla para sustituir a Barroso en PRISA sigue abierta.

La moraleja de esta historia es que, como ya anticipamos y como ocurre en la inmensa mayoría de los medios de comunicación, por mucho que un partido político —en este caso, el PSOE— intente mover sus hilos para modificar la correlación mediática de fuerzas, los que realmente deciden el rumbo y la línea editorial de las grandes empresas de comunicación del país son una serie de multimillonarios pertenecientes al 0,01% más pudiente de la población —en este caso, Joseph Oughourlian y Florentino Pérez—. Así las cosas, la pregunta es obligada: ¿Se puede garantizar el derecho constitucional de la ciudadanía a recibir una información veraz y —con ello— el juego limpio democrático si los grandes medios de comunicación están controlados por un puñado de multimillonarios con intereses muy determinados? En Canal Red y en Diario Red, pensamos que no. Por eso nuestro modelo de financiación depende casi en su totalidad de las aportaciones económicas mensuales que los socios y socias decidáis hacer. Mientras la inmensa mayoría de los medios están en manos de oligarcas multimillonarios, nosotros estamos en las tuyas.


Madrid –

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