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Pedro Sánchez y Yolanda Díaz al inicio de su reunión en el Congreso — Carlos Luján / Europa Press

Las garantías de cumplimiento del acuerdo PSOE-Sumar: el quién es el qué

Hasta que Pedro Sánchez y Yolanda Díaz no anuncien la composición del futuro gobierno, será imposible saber si lo que han escrito en el papel —sea lo que sea— se va a cumplir o se va a quedar en un cajón


Hoy amanecemos con el anuncio del acuerdo programático entre el PSOE y Sumar en todas las portadas. De momento, solamente han filtrado a los medios de comunicación una serie de titulares sin concreción y habrá que ver hasta qué punto el documento recoge compromisos firmes con números y con plazos. Pero, más allá de su contenido —respecto del cual habrá que hacer un exhaustivo ejercicio de comparación con el acuerdo de gobierno entre el PSOE y Unidas Podemos a finales de 2019 para saber si la izquierda ha avanzado posiciones o, por el contrario, ha retrocedido (al menos en términos declarativos)—, cabe preguntarse en todo caso cuáles son las garantías que puede tener la ciudadanía en general, y los votantes progresistas en particular, respecto de su cumplimiento. Todo esto, por supuesto, suponiendo que finalmente se vaya a producir la investidura de Pedro Sánchez, toda vez que este adelanto en el anuncio del acuerdo entre el PSOE y Sumar tiene los mimbres tácticos de un intento de presión comunicativa sobre Junts; algo que posiblemente no vaya a tener ningún efecto, conociendo la idiosincrasia de los de Puigdemont, pero que podría estar revelando un encallamiento de las negociaciones.

Volviendo al acuerdo anunciado pero todavía no publicado, si nos centramos en aquellas medidas que —con mayor o menor concreción— puedan sonar más transformadoras en un sentido de redistribución de la riqueza y de aumento de la justicia social, no debemos olvidar en primer lugar que, a diferencia de la anterior legislatura —en la que había una mayoría parlamentaria progresista y de izquierdas sumando los escaños de PSOE, Unidas Podemos, ERC, Bildu, Más País, Compromís o el BNG—, después de las elecciones del 23 de julio, en las que el bloque reaccionario ha avanzado posiciones, hacen falta los votos del PNV y de Junts para sacar adelante cualquier ley; dos fuerzas políticas claramente de derechas en lo económico. Resulta difícil imaginar a estos dos partidos apoyando leyes que quiten poder e ingresos a los grandes propietarios de vivienda para dárselos a los inquilinos, o leyes que quiten poder e ingresos a los grandes empresarios para dárselos a los trabajadores, o reformas fiscales que verdaderamente hagan pagar a las grandes fortunas lo que deberían, o …

Unidas Podemos tuvo que llevar a cabo una operativa muy concreta para forzar al PSOE en la legislatura anterior a cumplir lo firmado

En segundo lugar, no debemos olvidar tampoco que Unidas Podemos tuvo que llevar a cabo una operativa muy concreta para forzar al PSOE en la legislatura anterior, primero, a cumplir lo firmado y, segundo, a producir concreciones lo más avanzadas posibles respecto de aquellos compromisos que estaban esbozados con mayor ambigüedad en el documento escrito. Liderados por Podemos, los socios minoritarios de Pedro Sánchez tuvieron que hacer valer el acuerdo en numerosas ocasiones mediante una táctica de combate que les granjeó el ataque feroz de la derecha mediática, y muy especialmente de la progresía mediática, acusándoles permanentemente de «falta de lealtad», de «hacer ruido» o de «ser a la vez gobierno y oposición» y animándoles cada mañana a salir del gobierno simplemente por pedir públicamente que el PSOE cumpliese lo pactado. Es importante recordar esto porque Podemos ya no está al frente de las negociaciones y previsiblemente vaya a ser vetado del futuro gobierno por Pedro Sánchez y Yolanda Díaz. Sin Podemos y con Díaz al frente —que ha construido su perfil político en oposición a los morados, ha rechazado el «ruido», ha hecho gala de una mucho mayor sintonía con el PSOE y de la necesidad de ser muy discretos cuando hay una discrepancia entre socios—, resulta difícil imaginar que, independientemente de lo que figure en el acuerdo negro sobre blanco, los representantes de Sumar en el gobierno vayan a batallar públicamente para conseguir concreciones verdaderamente transformadoras respecto de los puntos acordados o vayan a dar un golpe en la mesa cuando el PSOE quiera directamente incumplirlo, como intentó varias veces en la legislatura anterior y con toda seguridad va a volver a intentar en esta.

Si partimos de una realidad en la cual el PSOE lleva décadas incumpliendo su propio programa electoral, cualquier concepción no naïf de la política parte de saber que lo importante no es tanto lo que ponga en un papel como la voluntad de cumplirlo. Cualquiera que no se haya tragado aquel argumentario fake del PSOE de «los sillones» —diseñado para dejar a Podemos sin ninguna cartera ministerial y quedarse ellos con todas— sabe que, en política, hay personas que pelean con ferocidad para sacar adelante las transformaciones aunque eso suponga un alto coste personal y hay otras que, sencillamente, no están dispuestas a pagar ese coste. Las personas adultas saben que, en política, el quién es el qué y, por eso, hasta que Pedro Sánchez y Yolanda Díaz no anuncien la composición del futuro gobierno, será imposible saber si lo que han escrito en el papel —sea lo que sea— se va a cumplir o se va a quedar en un cajón.


Madrid –

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