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Manifestación pro Palestina, enero 27 de 2024, Roma — Francisco J. Olmo / Europa Press / ContactoPhoto

La CIJ declara riesgo de genocidio en Gaza mientras Meloni prohíbe las manifestaciones en favor de Palestina

La tesis expuesta por la comunidad judía de Roma y apoyada por el gobierno es la que la propaganda israelí lleva difundiendo desde hace tiempo: cualquier manifestación que denuncie los crímenes de Israel debe ser considerada una expresión de antisemitismo


El gobierno de Meloni prohibió las manifestaciones en solidaridad con Palestina que llevaban tiempo organizándose en distintas ciudades italianas para el sábado 27 de enero, y que en algunos casos ya habían sido autorizadas, con las de Roma y Milán como las más importantes pero no las únicas.

Todo comenzó con la petición de la comunidad judía de Roma al ejecutivo. Las palabras del presidente de la comunidad, Víctor Faldun, no se andan con rodeos: «Las instituciones deben tomar la única decisión posible: decir No a la marcha antisemita del Día del Recuerdo»

El Ministro del Interior, Matteo Piantedosi, otras veces más sordo que una tapia y lento como un caracol, se apresuró a responder, instando a las autoridades de seguridad pública a actuar «para solicitar una posibilidad independiente de mover las manifestaciones a otras fechas». Y añadió: «Esto no significa negar la libertad de manifestación».

Declaraciones que afirman lo que se pretendía desmentir. De tal suerte que las dudas, en vez de disiparse, se tornan en la convicción de que se trata en realidad de una prohibición.

A raíz de las palabras de Piantedosi, el Departamento de Seguridad Pública pidió a los jefes superiores de la policía que pospusieran las manifestaciones en solidaridad con Palestina, porque “podrían cobrar connotaciones perjudiciales para el espíritu conmemorativo en favor de las víctimas de las leyes raciales del fascismo, así como de condena de la persecución del pueblo judío”.

De este modo, 24 horas antes de las manifestaciones previstas, la Jefatura Superior de Policía se encargó de ponerse en contacto con los organizadores e informarles de la prohibición: “La manifestación anunciada por los convocantes no podrá celebrarse el 27 de enero, debiendo celebrarse el 28 de enero de 2024 o en otra fecha” —como puede leerse en uno de los autos judiciales que se han notificado a los organizadores pocas horas después.

En resumen, el 27 de enero, Día del Recuerdo, está prohibido manifestarse por Palestina en Italia.

La tesis expuesta por la comunidad judía de Roma y apoyada por el gobierno es la que la propaganda israelí lleva difundiendo desde hace tiempo: cualquier manifestación que denuncie los crímenes de Israel debe ser considerada una expresión de antisemitismo.

En realidad, afirmar que «todo es antisemitismo» amordaza cualquier crítica a Israel. El objetivo consiste en silenciar a quienes denuncian la ocupación de Palestina; la limpieza étnica en curso en Gaza; la existencia de un régimen de apartheid (que convierte a los árabes israelíes en ciudadanos de segunda clase) y la violación sistemática y continuada del derecho internacional; el incumplimiento de las 73 resoluciones de la ONU que le condenan; la violencia de los colonos que, en complicidad con las fuerzas armadas de Tel Aviv, siguen expulsando a la población palestina de sus hogares, ocupando aldeas en Cisjordania y amenazando, agrediendo y, desgraciadamente, matando palestinos.

Si el teorema «todo es antisemitismo» sirve para impedir la libertad de expresión, las prohibiciones del gobierno de Meloni sirven para restringir la libertad de manifestación. Se pasa del ataque a las palabras a un ataque a los hechos.

La cuestión es aún más grave porque se produce al mismo tiempo que la Corte Internacional de Justicia (CIJ) de la ONU se ha pronunciado sobre la denuncia presentada por Sudáfrica contra Israel. El máximo órgano judicial de la ONU ha dictaminado que existe riesgo de genocidio en Gaza. Y, por consiguiente, ha ordenado a Israel que aplique medidas cautelares para evitar que ese peligro se materialice.

La paradoja es que en estos días nadie en Italia podrá imprimir esta sentencia y sacarla a la calle. Mediante la denegación de los permisos, manifestarse para denunciar el riesgo de genocidio en Gaza —es decir, recoger lo que la CIJ ha puesto por escrito y tal vez añadir la exigencia de un alto el fuego inmediato— estará prohibido. Lo que equivale prácticamente a dar la razón al Ministro de Seguridad Nacional de Israel, el tal Ben Gvir que, tras armar a los colonos, declaró el pasado 26 de enero que la CIJ es «antisemita» y que «no busca la justicia, sino la persecución del pueblo judío«.

De esta suerte, Italia se vuelve aún más cómplice de Tel Aviv y desde luego no se pone del lado de quienes quieren salvar vidas ni de la memoria histórica. Porque el 27 de enero, Día del Recuerdo, debería servir precisamente para recordar. Para que nunca más vuelva a ocurrir. Para que un pueblo no vuelva a sufrir lo que sufrió el pueblo judío a manos de nazis y fascistas.

Un Holocausto con responsables cuyos bustos esculpidos tienen en sus casas importantes miembros de la mayoría gubernamental —el Mussolini de las «leyes raciales» en casa de Ignazio La Russa— y con cuyas uniformes se disfrazan —el viceministro de Infraestructuras Galeazzo Bignami, de Fratelli d’Italia, que se pavoneó vestido con el uniforme de las SS. Actos que, sin embargo, no parecen despertar la indignación.

Ante las prohibiciones y la restricción de la libertad de manifestación, no cabe duda de que la mayoría parlamentaria ha cerrado filas: Fratelli d’Italia, Forza Italia y Lega «aplauden a Piantedosi», escribe La Stampa.

¿Y la oposición? ¿La que un día sí y otro también nos ha acostumbrado a gritar contra el fascismo del gobierno Meloni? Desaparecida, véase en el caso del Movimientos 5 Estrellas. O, lo que es peor aún, alineándose con la ultraderecha que coarta la libertad de los ciudadanos, como ponen de manifiesto las declaraciones de algunos representantes del PD. Esto nos acostumbra cada vez más a un antifascismo de fachada, capaz de identificar el fascismo solo en sus manifestaciones estéticas (como en el caso de los saludos romanos en Acca Larentia), pero no en el fondo de las medidas que suponen un ataque al corazón de esas libertades y de la capacidad de ejercicio de los derechos democráticos que el fascismo histórico había conculcado.

Así, pues, manifestarse por Palestina cobra una importancia aún mayor en estos días. Para conseguir que se respeten las resoluciones de la CIJ, para ejercer presión para un alto el fuego, una medida tan urgente como necesaria para detener la carnicería en curso, el alto el fuego, pero también para rechazar los ataques liberticidas del gobierno de ultraderecha contra los derechos constitucionalmente garantizados.

Para que «nunca más» signifique realmente «nunca más para nadie».

Por eso decimos también que apoyar la liberación del pueblo palestino significa luchar también por la nuestra.


Traducción: Raúl Sánchez Cedillo

Nápoles –

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