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Canal Red en Palestina: “Nos movemos de un lugar a otro. El bombardeo es bárbaro y aleatorio”

Luigi Carinci y Alex Zapico conversan con Hassan, vecino de Gaza que trata de sobrevivir con su familia


5 de noviembre, día 30 del genocidio. El asedio en la Franja de Gaza es absoluto. Aquellos con quienes mantenemos comunicación, siempre que puedan por los cortes en las líneas telefónicas, repiten una y otra vez “no hay sitios seguros, no hay sitios seguros”.

Mientras las bombas continúan cayendo sobre los barrios y campos de refugiados, cientos de familias se ven obligadas a establecer hogares temporales en áreas comunes de las escuelas y los hospitales.  Como Humas y su familia que están en una escuela de la ONU en Rafhat y denuncian las condiciones extremas a los que están sometidos de falta de agua, de comida y de higiene “estamos sufriendo mucho, necesitamos protección internacional”.

De acuerdo con la información proporcionada por el Ministerio de Salud de la Franja de Gaza, ayer se registró la perdida de 230 vidas, que se suman a un total de 9.948 personas asesinadas, además de más de 24,000 heridos y 1,250 niños que se encuentran desaparecidos bajo los escombros desde el 7 de octubre, fecha del ataque llevado a cabo por Hamás en Israel. Según las autoridades en Gaza, cada 10 minutos fallece un niño y otros dos resultan heridos. El 70% de las personas que han perdido la vida son menores y mujeres.

Nunca como ahora ha habido tantos testigos, imágenes y videos de un genocidio, de unos crímenes de guerra restregados en la cara de todo el mundo desde la impunidad israelí

Las fuerzas israelíes continúan sus operaciones en Gaza, donde la invasión terrestre lleva ya más de una semana. En un ataque aéreo israelí que alcanzó el campo de Al Maghazi, en el centro de Gaza, lamentablemente perdieron la vida 47 palestinos. Se han registrado al menos otros 15 incidentes en las inmediaciones de un centro médico en el norte de la región de Gaza.

A pesar de los esfuerzos del gobierno israelí por difundir su versión de los acontecimientos, la realidad de la situación demuestra que los ataques perpetrados por las fuerzas ocupantes se han focalizado en la destrucción de infraestructuras civiles. Paneles solares, depósitos de agua, generadores eléctricos e incluso pequeñas embarcaciones pesqueras en la playa de Rafah no han escapado al afán destructivo.
Estos eventos se suman a otro ocurrido durante la tarde del mismo día en una escuela en el campamento de refugiados de Yabalia, en el cual lamentablemente perdieron la vida al menos 20 personas y unas 70 resultaron heridas.

No hay sitio seguro en Gaza. No es necesario recurrir a la imaginación para empatizar con los palestinos. Nunca como ahora ha habido tantos testigos, imágenes y videos de un genocidio, de unos crímenes de guerra restregados en la cara de todo el mundo desde la impunidad israelí. 

Mientras Netanyahu se esconde en su residencia de Jerusalén rodeada por miles de manifestantes que piden su dimisión y Biden escapa de los focos escudándose detrás del Secretario de Estado Blinken de gira en Medio Oriente, la población gazatí y en Cisjordania han cambiado la prisión por un matadero a cielo abierto, sin leyes y sin humanidad. Un matadero donde no hay sitios seguros ni entre el polvo de las calles ni las mentes, puestas a dura prueba por un mes de asedio. La maquina del terror conducida por Netanyahu tiene un objetivo claro, que nadie se sienta al seguro, ni en su propios pensamientos.

Anoche, contactaron desde la escuela UNRWA de Rafah, donde cientos de familias se refugian de los bombardeos. Ahmed, con voz temblorosa y sin aire en los pulmones, nos sorprende al compartir que ha recibido un mensaje de audio en árabe advirtiendo sobre un inminente ataque del ejército israelí y instándoles a evacuar la zona. Tanto él como su familia, que han encontrado refugio provisional en la escuela donde las tiendas son simplemente sábanas colocadas, se quedan sin palabras. Intenta comunicarnos la información, pero apenas puede vocalizar y repite: «¿Será verdad?».

Mientras continuábamos intercambiando mensajes con Ahmed, otros en la escuela confirman que también han recibido el mismo mensaje en sus dispositivos móviles. En cuestión de minutos, comienzan a escuchar el estruendo de los bombardeos en los alrededores. Algunos podrían decir que al menos el ejército israelí tiene la cortesía de dar aviso. Es cierto, pero con un matiz: si no tienes un lugar al que escapar o refugiarte, el aviso solo provoca pánico y más terror. Afortunadamente, o gracias a la «generosidad» del ejército israelí, la escuela y las personas en ella han resultado ilesas.

Las estructuras estatales y en general, el sionismo, sostienen firmemente su creencia en un derecho mesiánico que les otorga la prerrogativa de decidir sobre la vida de cada palestino y una parte de la narrativa sionista implica responsabilizar al mundo entero de las repercusiones que este supuesto derecho «profético» conlleva.

El mensaje es inequívoco: nadie debería sentirse a salvo, ya sea en un barco pesquero en la playa de Rafah, al intentar escapar hacia el sur siguiendo las órdenes del ejército ocupante, a pesar de las promesas de corredores seguros, o incluso en los improvisados refugios en escuelas y hospitales.

“Nos movemos de lugar en lugar aunque el movimiento actualmente sea muy difícil y cualquiera que se mueva podría recibir un golpe. El bombardeo es bárbaro y aleatorio, de día y de noche” dice Hassan.

Mientras escribimos, nos informan de los primeros bombardeos del día en una zona residencial en el barrio de Sabra en la zona oeste de Gaza.


Madrid –

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