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Ghassan, traductor de Canal Red, enseña la imágenes del edificio familiar derrumbado — Álex Zapico

Canal Red en Palestina: “Toda mi familia ha muerto, toda, no me queda nada, ni las lágrimas”

Ghassan, nuestro amigo y traductor ha perdido toda su familia


14 de noviembre. Día 39.

“Estás vivo? estás vivo?”, así empiezan y terminan los días en Gaza, con los gritos de los socorristas buscando gente bajo los escombros de los edificios derrumbados por los bombardeos israelís.

Los palestinos, dentro y fuera de la Franja, empiezan las mañanas recibiendo información en sus móviles de sus familiares, hacen recuento y en muchos casos las noticias terminan en tragedia.

Ayer, antes de la conexión diaria con Canal Red, Ghassan, amigo y traductor de nuestro equipo en Líbano, recibía una llamada. El grito inmediato de desesperación era el anuncio de la tragedia. Su hija le decía que el edificio de la familia había sido golpeado y en el derrumbe habían muerto al menos 40 miembros de la familia de Ghassan en Gaza. Nadie se escapa de la masacre en Gaza y fuera de ella.

Este lunes, durante una visita a uno de los batallones del ejército israelí (IDF en sus siglas en inglés), Netanyahu ha reafirmado su compromiso con la “guerra hasta el final” para la aniquilación de Hamas. Ha declarado que lo que está ocurriendo no debe etiquetarse como una simple ‘operación’ o ‘ronda’, sino más bien como una guerra sin reservas. En sus palabras, «si no lo terminamos, volverán”.

Como en toda estrategia bélica que se respete, Netanyahu y demás representantes israelí utilizan la propaganda como maquinaria de creación de contenidos para fijar un imaginario que lejos de ser colectivo si es propulsado por los medios occidentales privos de cualquier objetividad. Los medios occidentales desempeñan un papel clave al difundir esta propaganda, sirviendo como instrumento para justificar la violencia y construir una narrativa que otorga sentido a  lo que Israel considera una «guerra legítima» pero es un genocidio.

A pesar del riesgo de llegar a lo grotesco, el Estado sionista utiliza diversas artimañas para perpetuar su campaña de deshumanización de la población palestina y desacreditar a cualquiera que se atreva a cuestionar las acciones de Netanyahu y socios.

En una reciente entrevista con la BBC, el presidente Herzog respondió a las críticas sobre una posible respuesta desproporcionada a la masacre del 7 de octubre, atribuida a Hamas. Herzog presentó una copia del «Main Kemptf» en árabe, supuestamente encontrada por militares israelíes en el uniforme de un miliciano de Hamás. Utilizando una retórica llamativa, Herzog insistió en que «los manifestantes que apoyan a Hamas no están al tanto de que hemos descubierto este libro con anotaciones. No estoy afirmando que todos los manifestantes respalden a Hitler, pero están dejando de comprender la ideología de Hamás, que básicamente se fundamenta en esta ideología (nazi)”.

La desesperación de los mandatarios sionistas para justificar la masacre de la población de Gaza es evidentemente ineficaz y no consiguen legitimar las atrocidades cometidas sobre la población gazatí Hasta la fecha más de 11.200 personas han perdido la vida, incluidos más de 4.600 niños y los familiares de Ghassan.

El sufrimiento de Ghassan es compartido por millones personas de la diáspora palestina que se encuentran dispersas por todo el mundo. Una gran parte de ellas reside en Líbano, Jordania y Siria, alrededor de 3.5 millones, la mayoría viviendo en campos de refugiados.

Dos tercios de la población en Gaza son refugiados que solían residir en territorios ahora bajo dominio israelí.

Los refugiados palestinos en Líbano, Siria o Jordania viven mayormente en campamentos de refugiados. En los doce campos de refugiados en Líbano, donde residen aproximadamente 175,000 palestinos, según un informe de la UNRWA de 2022, la situación es crítica: alrededor del 90% de ellos viven en la pobreza. Para ellos, el sentimiento de abandono a lo largo de los años era lo más presente hasta que el 7 octubre lo cambió todo.

Así nos lo cuentan los refugiados del campamento de Sabra y Chatilla donde viven unos 60 mil palestinos.

En la puerta de su casa, Hanan, una joven palestina nacida en Líbano, lamenta la catástrofe de Gaza, “seguimos todo lo que le sucede a nuestro pueblo. Intentamos apoyarles como podemos, organizamos manifestaciones, difundimos en redes sociales las imágenes para parar el genocidio que se produce por la ocupación sionista”. Al preguntarle por si tiene familiares en Gaza responde: “Sí, actualmente no sé como comunicarme con nadie, no logro localizarlos, pero estaban en Gaza. Lo que sé que había sido bombardeados”. La conversación es fluida, nos presenta el resto de la familia que va pasando uno a uno por la puerta donde estamos hablando, “lo veis, las condiciones de vida que son las que son, nuestro único sueño es volver a Palestina, abrir los ojos y contemplar la belleza de nuestro país”.

Antes de despedirnos, Ghassan comenta a Hanan que sus familiares han muerto. Su mirada se dirige a él, antes de darle el pésame, cierra los ojos y respira.

Campamento de refugiados de Sabra y Chatilla, Beirut
Pintadas en las calles
Niños en el campamento de refugiados de Sabra y Chatilla, Beirut
En los estrechos callejones del campamento, de refugiados de Sabra y Chatilla, Beirut

Fotografías: Álex Zapico

Madrid –

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Editorial

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