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Una persona ejerce su derecho a voto — Eduardo Sanz / Europa Press / ContactoPhoto

Gerrymandering: 212 años del caso que dio nombre a una herramienta contra la democracia

El Gerrymandering se ha utilizado, en general, para retorcer los sistemas electorales en favor de ciertos intereses y en contra de la democracia


El 11 de febrero de 1812 Elbridge Gerry, por entonces gobernador del Estado de Massachusetts, estampó su firma en una ley que rediseñaba los distritos electorales de modo que aquellos en los que no ganaba su partido quedasen unificados y, por tanto, obtuvieran menos representantes. Alguien señaló que el peculiar distrito electoral resultante tenía sobre el mapa la forma de una salamandra, lo que llevó a denominar la práctica con una mezcla del apellido de gobernador (Gerry) y el mentado animal (salamander, en inglés): gerrymander. El término se popularizo varios meses después de firmarse la ley, en marzo del año siguiente, gracias a un dibujo aparecido en el periódico Boston Gazette. No era, desde luego, la primera vez que se producía un caso de gerrymandering, pero la maniobra de Elbridge Gerry es un buen ejemplo del fenómeno.

El gerrymandering ha sido utilizado a través de los tiempos en múltiples países para mejorar o empeorar los resultados de ciertos partidos, para ampliar o reducir la representación de ciertos grupos étnicos o religiosos y, en general, para retorcer los sistemas electorales en favor de ciertos intereses y en contra de la democracia.

El gerrymandering se puede llevar a cabo de distintas formas, que en ocasiones se combinan entre sí: trazar un distrito electoral de modo que se concentre a un electorado disperso para que en ese territorio constituya una mayoría; trazar distritos electorales de modo que un voto determinado se distribuya entre ellos y no logre ser mayoritario en ninguno; trazar un distrito electoral de modo que una mayoría que podría ganar en varios distritos lo haga solo en uno y obtenga menor representación; trazar distritos electoral de forma que una mayoría que antes ganaba en un único distrito lo haga en dos o más y obtenga una mayor representación.

La historia de EEUU ha estado plagada de sonados casos de gerrymandering, como la división del territorio de Dakota en dos Estados (Dakota del Norte y Dakota del Sur) en 1889 para que el Partido Republicano obtuviera más representantes que si permanecieran unificados, pero el verdadero impacto sobre la democracia es la suma de pequeñas triquiñuelas a lo largo y ancho del territorio. El perfeccionamiento del gerrymandering a lo largo de décadas ha hecho que en muchos distritos electorales sea muy difícil que las elecciones cambien algo, ya sea a la hora de elegir alcalde, gobernador o congresistas, lo que lleva a un gran desinterés por la política y a una baja participación en las urnas.

La Ley Acerbo, aplicada por única vez en las elecciones generales italianas de 1924, fue diseñada por el Partido Nacional Fascista para que sus 16 distritos electorales facilitasen la victoria de la formación de Mussolini. El gerrymandering fue en este caso acompañado de otras medidas que viciaban el proceso democrático y de una ola de violencia por parte de los fascistas que continuó después de las elecciones, como ejemplifica el secuestro y asesinato del diputado socialista Giacomo Matteotti por su denuncia de los abusos de los fascistas y su exigencia de que se anulase el resultado electoral.

En Irlanda del Norte las prácticas de gerrymandering que favorecían a los protestantes/unionistas en detrimento de las comunidades católicas/nacionalistas fueron ampliamente denunciadas por el movimiento por los derechos civiles durante muchos años. El ejemplo más sangrante era Derry, la segunda ciudad de Irlanda del Norte, en la que los católicos eran mayoría pero la división de las tres zonas electorales lograba que los protestantes obtuvieran una cómoda mayoría en las elecciones municipales.

En Francia la disolución en 1968 de los departamentos de Seine y Seine-et-Oise llevada a cabo por de Gaulle se interpretó como un intento de frenar la influencia del Partido Comunista Francés.

En España el mapa de las circunscripciones electorales coincide con las provincias y ciudades autónoma, por lo que no fue diseñado específicamente para facilitar un resultado determinado, pero lo que sí ocurre es que existe una gran desproporción entre la población y el número de representantes electos en algunos territorios. Esto llega a diferencias tan disparatas como que en las elecciones de 2019 un escaño en Madrid costaba más de 96.000 votos de media mientras en la provincia de Teruel eran necesarios menos de 25.000 votos por escaño de media. Se ha apuntado en numerosas ocasiones que esto no sucedió de forma inocente sino que fue una decisión pensada para aumentar la representación de las zonas rurales, históricamente más conservadoras, frente a las áreas urbanas más progresistas.

El término gerrymandering cumple 212 años con buena salud, me temo.


Madrid –

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