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Apertura del Año Judicial — Europa Press

¿A cuántos jueces y fiscales conoces? 

No hay democracia plena si uno de los tres poderes del Estado, el judicial —el único que no se somete al imperio de las urnas—, sigue siendo el reservorio de las élites económicas y, en consecuencia, actúan siempre que tienen oportunidad contra quienes cuestionan los privilegios de su clase social


A quienes nos hemos criado en ambientes populares la palabra juez o fiscal siempre nos ha sonado a una cosa que nunca podíamos ser. Ni siquiera sabíamos qué había que estudiar para serlo. Sabíamos dónde teníamos que ir si queríamos ser electricistas, periodistas, peluqueras, enfermeras o abogadas, pero juez o fiscal, al igual que piloto de avión comercial —en España no existe ninguna escuela pública de formación de pilotos comerciales y su coste ronda los 80.000 euros—, formaba parte de un universo muy lejano del nuestro.

Luego, cuando de mayor aprendimos que para ser juez o fiscal no era suficiente con ser abogado, sino que había que tirarse tras terminar la carrera de Derecho unos cinco años de media preparando oposiciones de sol a sol, pagando 300 euros al mes a otro juez que te ayudara a ‘cantar’ los temas, y que seguramente conocería a algunos de los jueces que formaban parte del tribunal examinador, la cosa se hacía todavía más lejana. 

Estos días, hablando con mi madre sobre el papel que están jugando los jueces y fiscales en contra de la investidura, me hizo una pregunta que por simple y directa me pareció sublime para entender todo lo que está pasando. “¿Tú a cuantos jueces y fiscales conoces, hijo?”. Mi madre, en su lenguaje sencillo, resumió el motivo por el que el poder judicial ha unido sus fuerzas con la derecha política para impedir la investidura de Pedro Sánchez. 

Y he aquí donde está el quid de la cuestión para entender lo que está pasando y cómo se han levantado casi en armas en contra de que Junts y PSOE hayan incluido el término ‘lawfare’ o judicialización de la política en el acuerdo. El poder judicial, con algunas excepciones, es una casta nobiliaria de hijos, padres y nietos de fiscales, notarios, procuradores o jueces. Les animo a que hagan la trazabilidad de los apellidos de los operadores judiciales que conforman las altas magistraturas del Estado. 

La democracia ha logrado democratizar el Ejército, las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado, las instituciones políticas, pero el poder judicial sigue siendo un reducto de una minoría privilegiada con sueldos astronómicos y una mirada clasista, machista y autoritaria.

Siendo importante conocer el origen de la judicatura, lo es más entender que esto es fruto de que, en 45 años de democracia, la forma de acceder a la carrera judicial sigue siendo la misma que en el franquismo y por eso siguen entrando los mismos

Basta ir de voluntario un par de tardes a una prisión para comprobar que el Código Penal sirve para meter a los pobres en las cárceles y el Código Civil para que los ricos puedan seguir perpetuando sus privilegios sin entrar en prisión. Siendo importante conocer el origen de la judicatura, lo es más entender que esto es fruto de que, en 45 años de democracia, la forma de acceder a la carrera judicial sigue siendo la misma que en el franquismo y por eso siguen entrando los mismos.

No entran los más inteligentes ni los más preparados, sino los que mejores contactos tienen, los que cuentan con una familia que les pueda financiar hasta casi cumplir la treintena de años la dedicación exclusiva al estudio. En los últimos años se ha puesto en el centro el carácter machista del poder judicial —les recomiendo el libro ‘Misoginia judicial’ de Beatriz Gimeno— para lo que se ha convenido que la solución es formar a los magistrados en perspectiva feminista.

Sin embargo, pocas veces, por no decir nunca, se ha afrontado el sesgo de clase en el poder judicial, la necesidad de modificar la forma de acceso a la carrera judicial y que el Estado tenga un programa de becas para que quien lo desee pueda dedicarse años a estudiar las oposiciones a la judicatura si sus familias no le pueden financiar. La soberbia y el consenso corporativista de la carrera judicial en estos días, en los que han visto cuestionadas sus sentencias, que son ideológicas y responden a su origen social, no son más que los alaridos de quienes ven cuestionados sus privilegios, su impunidad y su enfoque de clase como si fueran Ciencias Exactas. 

El poder judicial en España será democrático el día que los sectores populares tengamos en nuestra agenda de teléfono a dos o tres jueces o fiscales de la misma manera que tenemos los contactos de periodistas, abogados, albañiles, peluqueras, enfermeras y hasta alguna médica. No hay democracia plena si uno de los tres poderes del Estado, el judicial, el único que no se somete al imperio de las urnas, sigue siendo el reservorio de las élites económicas y, en consecuencia, actúan siempre que tienen oportunidad contra quienes cuestionan los privilegios de su clase social. 


Madrid –

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