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A largos olvidos, permanencias demasiado largas

Mientras que el dictador Franco lo fue hasta 2008, Miguel de Unamuno será por fin Doctor Honoris Causa por la Universidad de Salamanca en 2024, coincidiendo con el centenario de su destierro por la dictadura de Primo de Rivera


A instancias de sus descendientes, y no por iniciativa de la propia Universidad de Salamanca, como hubiera debido ser, teniendo en cuenta que fue uno de sus más reconocidos y carismáticos rectores en circunstancias históricas distintas, Miguel de Unamuno será por fin Doctor Honoris Causa, a título póstumo, de la prestigiosa institución académica, una de las más antiguas de Europa.

Esa distinción se le concederá al escritor y catedrático vasco el próximo año, coincidente con el centenario de su destierro en Fuerteventura por parte del dictador Miguel Primo de Rivera, al que don Unamuno dedicó repetidas diatribas hasta que el general lo recluyó en la citada isla canaria, de donde huyó a París para seguir importunando con sus críticas al general, que hasta pretendió acallar la voz de don Miguel en el vecino país.

Con haber sido tantos los años transcurridos para que la Universidad de Salamanca tribute por fin  a Unamuno este honor, al que sin duda era merecedor mucho antes de 2024, no deja de ser curioso que vaya a coincidir tal nombramiento honorífico con ese centenario, cuya recordación bien merecería tenerse en cuenta, aunque posiblemente no sea así por el criterio, no meno crítico, que le merecía a don Miguel la monarquía borbónica.

Una vez más, la ciudad del Tormes ha mostrado ser bastante negligente en reparar olvidos tan lamentables como el deparado al autor de «Vida de don Quijote y Sancho», que podemos unir al del rey Alfonso IX de León, que hizo de su reino la cuna del parlamentarismo y fue nada menos que auspiciador de la propia Universidad de Salamanca en 1218. La efigie de este monarca no estuvo hasta este año entre los 62 medallones que figuran en las cuatro fachadas de la magnífica Plaza Mayor de Salamanca, gracias —justo es decirlo— a la iniciativa del catedrático leonés Román Álvarez.

Como siempre es conveniente recordar frente a olvidos de este carácter, y así lo hice constar en repetidas ocasiones en los medios, el medallón dedicado al dictador Francisco Franco tuvo una permanencia mucho mayor desde su muerte (42 años) a la de su régimen político en el citado recinto urbano que es Patrimonio de la Humanidad. Siguió allí hasta 2017, vulnerando la Ley de Memoria Histórica entonces vigente, gracias a la resistencia de los sucesivos alcaldes del Partido Popular.

Tan considerados fueron estos gobiernos municipales con la efigie en piedra del general golpista que hubo años en que, llegado el día de su fallecimiento, se preservaba el medallón de las protestas ciudadanas, protegiéndolo de la pintura republicana que más de una vez se estampó sobre el mismo (Franco al vacío: memoria fresca), con los consiguientes  gastos para su reparación, llevada a cabo siempre con urgencia y con los impuestos de la ciudadanía.

En lo que respecta a la Universidad de Salamanca, no está tampoco de más mencionar que esta académica institución no rechazó el título de Doctor Honoris Causa concedido a Franco hasta 2008, sin que el consejo de gobierno emplease a tal efecto el verbo «retirar» para no iniciar —según leímos en su día— un «complejo procedimiento jurídico». Lo dicho: a largos olvidos, permanencias muy largas.


Madrid –

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