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Asfaltar los cielos

Penélope Glamour se llevó el coche al desguace (por un mero pinchazo) y se compró otro, último modelo, con todos los extras pero el motor gripado. Ahora se dedica a atropellar a todo el que le recuerda a su pasado, a todo el mundo que la recogió cuando hacía autostop. Esa es la socialdemocracia, atropellar y atropellar. Se lo llevan todo puesto


Llevamos 48 años en el centro de pantallas de la democracia española. Hemos visto de todo. Queriéndonos abrir paso en esta ciénaga y dejar huella.

Pero nunca habíamos visto el carril izquierdo tan despejado. De hecho hemos divisado varias plantas rodadoras  bailando a su antojo por donde antes transitaba gente con prisa por asaltar los cielos.

Los cielos tendrán que esperar. Knock, knock, knocking on heaven´s door. Dylan nunca puede faltar.

Ábreme, soy yo. Y te abren.

Ahora va todo el mundo por los carriles centrales. Los conductores moderados, los que no hacen ruido, por la izquierda.  Sí , se escucha el rugido de los motores, esa prisa por llegar a ningún sitio. Adolfo Suárez dirige el tráfico desde lo más alto. Es un dron de la DGT.

Hay grandes embotellamientos. Son los carriles que desembocan en ministerios, el carril de alta ocupación que tiene como punto final un escritorio de madera de roble americano y una lámpara que seguramente usó Lerroux.

Es el gran premio de la Moncloa. Más que una bandera a cuadros es una bandera negra.

Nadie al volante.

Tenemos un amigo experto en superficies asfálticas que nos confiesa que el carril izquierdo está en desuso porque lo llenaron de baches, adrede. El día que no lanzaban clavos, chinchetas o zarzas lo dejaban llenos de cáscaras de plátano. A nosotros todo esto no nos resbala. Nos va la vida en ello. Carril izquierdo de mis entretelas. Garamendi déjanos vivir.

La gente dejó de usarlo. El ruido de las colisiones se podía oír hasta en el cielo, en los cielos. Adolfo Suárez sigue ganando altura, es la luz de los que están abajo. Sigan la luz. Quita las largas, Adolfo. Has deslumbrado a Yolanda y está ciega, no puede ver por los retrovisores.

Espejito espejito… ¿Quién es la mejor ministra del mundo mundial?

No, Urtasun no. Soy yo. La conductora suicida. ¿Cómo te has dejado llevar a un callejón sin salida?

Sabina suena en el coche oficial de Yolanda Díaz, que también está atascado en el carril central. Como ven lo que está pasando… ya no son de izquierdas.

Pablo Iglesias es su chica, su chica de ayer, su chica de la curva.

Ahora un grupo conductoras y conductores quiere volver a usar el carril izquierdo. Están buscando la manera de conseguir un permiso especial (un bono social o algo) para solo poder circular por el carril más a la izquierda. Es el único que queda y que conserva las huellas de las Firestone de Pepe Mujica, con esa correa de la distribución marca Rafael, Correa. Que vivan las cadenas, de distribución, de la riqueza.

Trata de arrancarlo, Pablo.

El peaje es caro. Tienen que volver a partir de la nada. Desde el carril a su derecha les sacarán la lengua y les tocarán el claxon, incluso alguien camino al ministerio les gritará:

—Me gusta la fruta. Rojo el que no frene, eh.

La cabina del peaje está a cargo de Ada Colau (vestida de abeja). No consiguió el Ministerio de Vivienda pero sí un habitáculo insonorizado. Solo hace ruido al aletear en busca de una salida imposible.

En nuestro departamento se baraja la posibilidad de ponerle nombre a ese carril. Aquí las opciones, nos gusta la última.

1- Carril Thelma y Louis

2- Carril Viaje a ninguna parte

3- Avenida Pablo Iglesias

4- Carril Allende los cielos

5- Carril único

Cuando este carril izquierdo se puso de moda en 2011 había hostias para circular por él. Batukadas abriendo paso, gente agitando las manos para decir que sí, un quilombo.

Era una carrera por pillar cacho, adorar al vellocino de oro, sacar tajada. ¿Dónde están ahora esos conductores con la L? Han abandonado el coche, el barco. Buscan su lugar, como en la novela de Cormac McCarthy. Más perdidos que el barco del arroz.

Entonces les podía el ansia. Se te subían en el coche desconocidos camino de alguna diputación permanente o algún departamento de I+D+I. Hubo que contratar guardias de tráfico para decidir quién podía circular y quién no y sobre todo a qué horas.

Ese carril y el de al lado vivieron algo inaudito, la oportunidad de un sorpasso automovilístico. Pero no sucedió. Una DANA con origen en las Islas Granadinas se lo llevo todo por delante. Qué olor a fango.

La persona que controlaba el tráfico entonces era un tipo confiado, con poco instinto para distinguir conductores y conductoras suicidas. Por no dejar al mando a su copilota natural le abrió la oportunidad a Penélope Glamour. Date por jodido.

El día que pinchó la rueda de su Citroën y llamó a la grúa… apareció ella, sonriente, repartiendo besos a todo dios. Ese día ese hombre cavó su tumba, y la del carril izquierdo. Se empezó a llenar de matojos, malas hierbas.

Penélope Glamour se llevó el coche al desguace (por un mero pinchazo) y se compró otro, último modelo, con todos los extras pero el motor gripado.

Ahora se dedica a atropellar a todo el que le recuerda a su pasado, a todo el mundo que la recogió cuando hacía autostop. Esa es la socialdemocracia, atropellar y atropellar. Se lo llevan todo puesto.

No tiene escrúpulos, no tiene ojos para el carril izquierdo. Solo tiene ojos para Pedro. Ha conseguido que el acuaplanin invada ese carril. Nadie se atreve a usarlo. Súarez sonríe desde su dron.

Penélope se sienta a un lado en el arcén,  uno tras otro los ve pasar, para ellas son muñecos.

Me parece que estoy patinando. Basta ya de eufemismos y de metáforas para eso ya está Urtasun, que de verso sabe bastante aunque no sé si sabe de poesía.

Ernest, te recomendamos la Autopista del Sur de Cortázar y el Viejo y el Mar de Ernest, Hemingway.

Nos vemos en los Goya.

Estamos atascados. Y solo queda un carril libre. ¿Quién está dispuesto a usarlo? ¿Podemos usarlo? Sí, se puede.

Solo hay que atreverse a conducir, por la izquierda. Saber apretar el acelerador a tiempo, no atropellar a ningún compañero y frenar cuando aparezca algún animal silvestre en forma de lagarto Juantxo.

Marta Lois es de esas conductoras que echan el asiento tan hacia delante que se come el volante, literalmente. No tiene ojos para nada más que la carretera, carril central. Eyes on the road.

Mónica García lleva el botiquín a tope de anestésicos por si le embiste Ayuso conduciendo un BMW modelo Quirón, de frente, sin frenos. En su coche nunca hace frío. El bono térmico fue una gran elección.

Tesh Sidi podría ir en camello pero al partido socialdemócrata europeo no le gusta que sea saharaui y le han recomendado que se quede en casa y no se la vea mucho. Sabía dónde se metía.

Pablo Bustinduy, ministro de Asuntos Sociales, es el único que ha intentado moverse al carril izquierdo pero Yolanda Díaz le ha puesto un cepo a su rueda delantera, izquierda. Ahí está varado. Parece una tortuga.

El colectivo trans, que siempre ha ido por el BUS/VAO (que para eso son colectivos), ha dejado de salir a la calle por miedo a ser atropellado por conductores de la coalición liderada por Pedro y Penélope Glamour. Van a saco. El SEAT Terfa es el vehículo más vendido en ese sector de la sociedad, ese que pita más que anda.

Nosotros nunca diremos que cualquier colectivo nos deja bien.

Marlaska está montando un atasco de la hostia con la tanqueta. Va por el arcén, derecho, por supuesto. Quiere llegar a Sudán, para ver si lanzando gases lacrimógenos y bolas de goma allí se ahorra tener que lavar de sangre sus concertinas en Melilla, menudo gasto absurdo. El Fairy está por las nubes. Visca Catalunya.

Las líneas del carril por el que transita Felipe González las han pintado con cal viva, que dura más y también son blancas. Alfonso Guerra, el copiloto, cuenta chistes de gangosos mientras en la gasolinera más cercana compra discos de Dyango con el dinero que malversó su hermano o él mismo.

Zapatero hace años que no conduce. Ni siquiera para jugar al baloncesto con Ferreras y Contreras. Que no te enteras Contreras. Zapatero prefiere que le lleven. Llévame a casa.  Se ha quedado en el arcén pidiendo un Uber. Espera sentado José Luis. Por ahí no pasa nadie. Ni Ábalos.

Lo podemos ver todo desde la sala de pantallas de la DGTI (dirección general de tráfico de izquierdas). Cada vez somos menos empleados. El carril izquierdo hace aguas. Parece una selva. Alguien tendrá que desbrozarlo. Trata de desbrozarlo, Pablo.

Nosotros pondríamos a Vallín y a Maestre de sol a sol como en los chain gangs de Mississippi. Por los viejos tiempos. Por los tiempos en los que acariciaban la coleta del campeón.

La cuneta del carril derecho, la de siempre, la de toda la vida, está llena de cadáveres que rugen por volver a su carril, que no hace falta decir cuál es. Abran paso a los descarrilados, necesitamos ver el viaje de vuelta de Machado y su madre. Cambio de sentido. Se hace carretera al andar.

Íñigo Errejón ha perdido los 15 puntos, por razones que desconocemos pero imaginamos. No te preocupes Íñigo, el PSOE es el que reparte los carnés.

Ana Redondo se ha quedado atrapada en una rotonda. No sabe salir, y eso que tenía la salida completamente señalizada con balizas de neón.

El Nicky Lauda de Vallecas está en boxes. Con media cara quemada por la traición política ahora quiere montar un restaurante. Espero que haya un drive thru para conductores rojos que quieran reponer fuerzas y tomarse una Manuel Lasaña o unas Almeidas a la Marinera.

Trata de abarcarlo todo, Pablo. Bon profit.

Ione Belarra ha metido el morro de su utilitario (van cinco) en el carril izquierdo, ese que usa siempre el escarabajo de Pepe Mujica. Para qué lo va a cambiar si suena como la Filarmónica de Berlín.

Veremos si Ione logra hacerse con este carril, un carril desierto. No estaba así desde que Gerardo Iglesias decidió volver a la mina o desde que Carrillo colgó la peluca, se cortó la coleta. O desde que el mundo es inmundo.

Todo lo demás es una vía muerta. Carril despejado, abróchense los cinturones.

Torre de Control llamando a Adolfo Suárez. Hemos perdido contacto con usted. No te queda ni el nombre. Siempre serás Barajas.

Órdago a la grande.

Irene Montero ya está en la meta.

Ha dejado huellas en el asfalto. No son migas de pan para Hansel y Gretel, es algo imperecedero.

Las huellas no se borran, se siguen. El cielo ya está asfaltado. Stairway to heaven.

Vamos de camino.

The last of us.


Madrid –

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