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Universidad de Sevilla โ€” Portal universitario

Cognitariado, Precarius y un ministerio lampedusiano

La LOSU es una ley representativa del papel que ha jugado el Ministerio de Universidades durante la pasada legislatura: un evidente intento de cambiar todo para que todo permaneciera igual


La Universidad espaรฑola tiene tres grandes problemas interrelacionados: la mercantilizaciรณn, la endogamia y la precariedad. La mercantilizaciรณn, en sentido amplio, se traduce en el incremento del nรบmero de universidades privadas y, de lo que se habla menos, en el desarrollo de todo tipo de procesos de privatizaciรณn en el seno de las universidades pรบblicas, sumidas en la perversa lรณgica de la competitividad. La endogamia consiste en la adulteraciรณn de los procedimientos de selecciรณn del profesorado y, en puridad, constituye una manifestaciรณn de corrupciรณn estructural perpetuada. Y, por รบltimo, la precariedad laboral es especialmente intensa en el personal docente e investigador.

Pongamos ahora el foco en la precariedad del profesorado universitario. El deterioro de sus condiciones de trabajo se halla interconectado con los fenรณmenos de la mercantilizaciรณn y la endogamia. La dinรกmica de la mercantilizaciรณn de las universidades implica, entre otros muchos efectos, una nueva subjetividad neoliberal del profesorado, especialmente de las y los mรกs jรณvenes, quienes se explotan a sรญ mismos para maximizar su producciรณn acadรฉmica y amoldarse a un entorno institucional fragmentado. Es esta subjetividad neoliberal la que permite sostener que el precariado universitario tambiรฉn forma parte del cognitariado, concepto que sintetiza la idea de precarizaciรณn laboral y otros elementos culturales y tecnolรณgicos que cualifican a un segmento de la clase trabajadora del posfordismo.

La precariedad y la endogamia tambiรฉn se retroalimentan. Dado que el profesorado precario depende de profesores de facto jerรกrquicamente superiores para progresar en la carrera acadรฉmica, teme que reclamar mejores condiciones de trabajo pueda poner en riesgo sus expectativas de estabilizaciรณn. Asรญ funcionan las cosas: la arbitrariedad de quienes manipulan los procedimientos selectivos alimenta la docilidad de quienes aspiran a conseguir una plaza.

Como he explicado en otro lugar, la Ley Orgรกnica del Sistema Universitario (LOSU), que en el presente aรฑo logrรณ aprobar el ministro Subirats, es una ley continuista en materia de personal docente e investigador. A pesar de algunas mejoras superficiales, lo cierto es que la LOSU, como en otros รกmbitos, no conlleva modificaciones de calado y consagra la tendencia laboralizadora y la temporalidad de la carrera acadรฉmica. La LOSU es una ley representativa del papel que ha jugado el Ministerio de Universidades durante la pasada legislatura: un evidente intento de cambiar todo para que todo permaneciera igual. Una estrategia lampedusiana que ha provocado crรญticas injustificadas de las derechas y los rectores conservadores, pues todo el mundo sabe que no ha cambiado nada, pero las reacciones crรญticas tambiรฉn han tratado de aparentar que ha cambiado todo.

Aunque es cierto que el Ministerio de Universidades no ha hecho sus deberes, no lo es menos que muchos Gobiernos autonรณmicos y autoridades acadรฉmicas son cooperadores necesarios de la precariedad estructural que sufre el profesorado universitario. Para muestra, un botรณn. Recientemente, la plataforma Precarius, que agrupa a centenares de profesores, ha informado de que llevarรก a los juzgados a la Universidad de Sevilla por la particular situaciรณn de precariedad que sufren desde hace tiempo. Tras casi tres aรฑos de sequรญa a la hora de crear plazas de profesorado ayudante doctor, la Universidad convocรณ mรกs de dos centenares de plazas de esta categorรญa (una figura laboral temporal) cuya resoluciรณn se ha demorado en el tiempo de forma completamente injustificada (casi un aรฑo), creando una insoportable incertidumbre laboral y vital a mรกs de un millar de personas aspirantes. Ante esta legรญtima reivindicaciรณn, a los responsables acadรฉmicos de la Universidad no se les ha ocurrido otra respuesta que arremeter pรบblicamente contra el profesorado afectado, obviando que hay casos tan sangrantes como el de doctores acreditados a titular trabajando con falsas figuras contractuales y exiguos salarios. En no pocas ocasiones, en lugar de exigir los recursos necesarios a los gobernantes autonรณmicos, las universidades muestran una absoluta falta de empatรญa e incluso connivencia con los abusos laborales.

Algunas de las consecuencias de la precariedad del personal docente e investigador son fรกcilmente deducibles. La precariedad del profesorado lastra proyectos de vida, deteriora la salud fรญsica y mental de las personas y empeora la calidad del sistema universitario. Ademรกs, sobre todo en el รกmbito de las ciencias sociales y jurรญdicas, la precariedad provoca que la academia sea cada vez mรกs conservadora. La precariedad desincentiva la innovaciรณn en los procesos de construcciรณn del conocimiento y contribuye a reducir el compromiso de la academia con las clases populares. Como el profesorado joven camina en la cuerda floja, es fรกcil que quien incomode al verdadero poder se arriesgue a quedarse sin estabilidad laboral. Sobran los motivos para tomarse en serio el lastre de la precariedad del profesorado universitario.


Madrid –

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