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Juan Carlos le pone a Felipe la faja de capitán general el día de la coronación — YouTube

Dejar de ser vasallos de un régimen patrimonial

En junio se cumplirán diez años de la coronación de Felipe VI, que debería pasar a la historia como el último rey de nuestro país. Por eso saldremos a las calles


Cuenta el exdirector de El Mundo David Jiménez que Felipe VI le dijo una vez en privado: «Si una mayoría no me quiere, no tendré problema ninguno en marcharme y dedicarme a otra cosa». Estas palabras, aunque expresadas en condicional, recuerdan a las de su bisabuelo Alfonso XIII en 1931, cuando abdicó tras constatar que había perdido “el amor” de su pueblo. Este año se cumplen diez años de la coronación de Felipe VI y ojalá pase a la historia como el último monarca de nuestro país. El próximo 16 de junio, coincidiendo con la semana del aniversario de su decenio en el trono, participaremos en una marcha republicana por las calles de Madrid para pedirle que lo deje. Que la Corona hay que abolirla puesto que no tiene ningún sentido en pleno siglo XXI. Que ya basta.

La monarquía representa una anomalía histórica de varios siglos de retraso con arreglo a cualquier concepción democrática. Un anacronismo cuya esencia pudo verse este fin de semana en Madrid, en la boda del alcalde José Luis Martínez Almeida con una aristócrata familiar de los Borbones, y entre muchos detalles horripilantes que dejó la velada, con los apasionados vivas de los presentes al fugado rey emérito, que era uno de los invitados.

La foto colectiva de la boda de Martínez Almeida, en la que participó buena parte de la familia real y a la que acudieron aristócratas y empresarios con incuestionable poder en este país como Florentino Pérez -además de referentes del PP, entre ellos José María Aznar o Isabel Díaz Ayuso- traspasa el ámbito de las risas y lo anecdótico: es el retrato de una élite en decadencia con una concepción patrimonial del Estado que se resiste a perder sus privilegios y se aferra al bloque reaccionario que, precisamente, tiene en la Corona a su hilo conductor.

Un hilo azul y pegajoso que hace de aglutinador del régimen de una minoría que fundamentalmente representa a la derecha de nuestro país en sus distintas expresiones, pero que también ha contado con la ayuda imprescindible de la izquierda monárquica, sobre todo a partir de 1978. Esta minoría lleva siglos sometiendo y tutelando al pueblo, salvo en periodos breves en los que cambiaron las tornas, en una tensión permanente entre los principios monárquico y democrático.

Quienes hoy celebramos el 14 de abril como fecha significante de la república -recordemos, la proclamación de la Segunda, en 1931- lo hacemos sin embargo mirando al futuro, porque queremos cuanto antes dejar de ser súbditos de un reino que representa un régimen patrimonial, un coto vedado a la democracia; y también miramos al presente más inmediato, porque a pesar de los últimos resultados electorales sabemos que la Corona atraviesa una crisis profunda de legitimidad y cada vez cuenta con menos respaldo en las calles.

Somos republicanos y republicanas porque somos demócratas, y la democracia es la antítesis de un régimen hereditario y patriarcal

Democracia real, derechos y paz

Somos republicanos y republicanas porque somos demócratas, y la democracia es la antítesis de un régimen hereditario y patriarcal. Nuestro pueblo es adulto como para autogobernarse y elegir democráticamente todas sus magistraturas, también la más alta, como es en este caso la jefatura del Estado. Puro sentido común.

La república, es decir, una democracia real, implica en este sentido una soberanía efectiva sobre nuestro propio destino como país y no una sumisión a los dictados de otras potencias que nos han llevado a más de una guerra y a asumir políticas austericidas de funesto recuerdo para las clases populares. Cuando hablamos de república también nos referimos a una necesaria reforma institucional en clave de profundización democrática, a la garantía de los derechos económicos, sociales, feministas y ambientales, así como al derecho y la obligación de construir la paz entre los pueblos.

Por todo eso hace falta salir a la calle en Madrid el próximo 16 de junio. Para abrir un debate que buena parte de los medios y la progresía están ignorando deliberadamente.


Madrid –

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