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Día Internacional del Derecho al Cuidado

Los cuidados son todos aquellos trabajos, tiempos invertidos y sacrificios que posibilitan la vida. Los damos por hecho porque los suelen hacer mujeres y porque en gran parte son trabajos no remunerados


En julio de 2023, la Asamblea General de las Naciones Unidas proclamó el 29 de octubre como Día Internacional de los Cuidados y el Apoyo. Los cuidados, tal y como decía Ione Belarra en un tuit el pasado 29 de octubre son todas esas tareas invisibles, que recaen en su mayoría sobre las mujeres, muchas de ellas trabajadoras muy precarias, migrantes en su mayor parte en situación administrativa irregular y que son tareas imprescindibles para el sostenimiento de la vida. Los cuidados son todos aquellos trabajos, tiempos invertidos y sacrificios que posibilitan la vida. Los damos por hecho porque los suelen hacer mujeres y porque en gran parte son trabajos no remunerados.

Todos estos trabajos de cuidados son feminizados debido a que se siguen perpetuando los roles de género a través de la educación. Según datos del Instituto Nacional de Estadística las mujeres estarían dedicando unas 40 horas semanales a los cuidados, mientras que los padres apenas invierten 20 horas en el cuidado y educación de sus hijos. Horas dedicadas a cocinar, limpiar, cuidar, planchar, hacer la compra, pensar en la compra y acompañar a otras personas al hospital o a sus quehaceres diarios. Los cuidados también son racializados, ya que nueve de cada diez trabajadoras internas son migrantes, y muchas de ellas denuncian unas pésimas condiciones laborales en situación de casi esclavitud. Unas 40.000 mujeres trabajan como internas en España con una jornada media de 45 horas semanales, según un informe de 2021 publicado por Oxfam Intermon. El estudio denunció «jornadas interminables», que van más allá de 61 horas para una de cada diez y más de 71 horas para más de un 7%, algo completamente inadmisible en un Estado de Derecho. El incumplimiento de la ley en este caso está propiciado por las dificultades para comprobar qué ocurre de puertas para dentro en los hogares.

Este aspecto también está íntimamente relacionado con la necesidad imperiosa de conseguir una regulación del colectivo migrante, algo que hasta el momento no ha aparecido en el acuerdo de Gobierno entre PSOE y Sumar. Muchas de estas mujeres, en situación administrativa irregular no se atreven a denunciar por miedo a perder su único sustento, de ahí la importancia de acabar con la columna vertebral que legitima el racismo institucional, la Ley de Extranjería.

Todas esas tareas que están detrás de los cuidados deben ser reconocidas y situarlas en el lugar que merecen para agradecer a tantas mujeres que nos hayan sostenido en la vida, en muchos casos dejando de lado otras conquistas, otros oficios, otros deseos. Esto no va únicamente de una corresponsabilidad entre los hombres y las mujeres, sino de una imprescindible corresponsabilidad de los poderes públicos y las instituciones en todas las tareas. En esta última legislatura se han dado pasos en ese sentido con el plan corresponsables desde el Ministerio de Igualdad, consistente en un sistema nacional de cuidados y presupuestado en 200 millones de euros iniciales para fortalecer los servicios públicos que brindan cuidados. Por fin se trasladan conceptos del movimiento feminista, como el de los cuidados, a la política pública de las instituciones. Esta ha sido una manera de externalizar los cuidados en el hogar, a diferencia de la ley de dependencia que remunera el cuidado no pagado en los hogares, lo que ha provocado que casi siempre lo ejercieran las mujeres de la familia.

Será igualmente fundamental aprobar la ley de familias en la próxima legislatura para equiparar a las familias monomarentales a las familias numerosas, una renta de crianza universal, y mejores permisos para cuidar.

Según el Informe sobre el Bienestar de los Cuidadores de 2020, elaborado por Merk, un 77 por ciento de las cuidadoras españolas afirman que su salud emocional y mental había empeorado durante la pandemia, una tasa superior a la de los cuidadores (68 por ciento)

Nacemos y morimos siendo cuidadas por otras. Nuestra vida está atravesada por los cuidados y no es posible sin los mismos, por ello es tan importante este reconocimiento que lo pone en la agenda y en el calendario.  Los trabajos de cuidados, ya sean remunerados o no, a pesar de ser esenciales para el bienestar colectivo de la sociedad, están caracterizados por la minusvaloración y la gran precariedad. Son trabajos muy duros, que en muchas ocasiones terminan con problemas de salud graves físicos o psicológicos para las propias cuidadoras. Además, provoca el empobrecimiento de las mujeres, estrés, falta de la autoestima, ansiedad y dependencia económica hacia quienes no cuidan tanto. Según el Informe sobre el Bienestar de los Cuidadores de 2020, elaborado por Merk, un 77 por ciento de las cuidadoras españolas afirman que su salud emocional y mental había empeorado durante la pandemia, una tasa superior a la de los cuidadores (68 por ciento). Para transformar la realidad que vivimos las mujeres, especialmente las migrantes pasa también por el cambio en las normas sociales, los clichés e imaginarios que hacen creer que los cuidados son algo innato de las mujeres y que perpetúan un reparto de trabajo desigual de los cuidados. Porque cuidar y ser cuidado es un derecho humano y es fundamental que nos tomemos en serio la desigualdad aún existente y hagamos todo lo posible para avanzar en igualdad luchando contra los estereotipos y roles de género tradicionales.


Madrid –

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