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Ione Belarra e Irene Montero en un evento por la paz en Ucrania en 2022

Dani Gago / Podemos

El buen ruido

La ley sólo sí es sí y nuestra apuesta por la salida diplomática a la guerra en Ucrania han evidenciado hasta qué punto los medios de la derecha pueden llegar a aliarse con la progresía mediática para frenar el avance de políticas y posiciones que son mayoritarias en la ciudadanía española


Una vez escuché decir que Pablo Iglesias era una rara avis que le había dicho que no al partido socialista —cuando se nos propuso un gobierno de Sánchez con Rivera— y había vivido para contarlo. Podemos es también una excepción por haber gobernado en minoría con la socialdemocracia y haber vivido para contarlo. No sin daños, no sin coste, pero hemos sobrevivido. Ahora que, con gran probabilidad, estamos a pocas semanas del arranque del segundo Gobierno de coalición progresista de la Historia reciente de nuestro país, es un buen momento para echar la vista atrás y pensar los aciertos y los errores de una experiencia que, si miramos alrededor, es única en Europa. Cuidarla y hacerla crecer es un objetivo prioritario para nosotras.

Hoy los Estados miembro de la Unión Europea están gobernados por una mayoría de ejecutivos conservadores, incluyendo el italiano que encabeza la fascista Giorgia Meloni. España es el único país donde la indignación que recorrió las plazas de toda Europa en 2011 se ha convertido en una fuerza de gobierno que, paradójicamente, está impulsando las medidas más ambiciosas y transformadoras, felicitadas por la Comisión Europea. Quién nos lo iba a decir. También España es el único país donde la izquierda transformadora de Podemos ha hecho una apuesta sin renuncias por el feminismo, el movimiento social que está ofreciendo las mejores respuestas a las grandes preguntas de nuestro tiempo.

A las convicciones feministas y sociales de Podemos se le ha sumado, en mi opinión, una praxis política que pasa por ser capaces de seguir tomando las decisiones correctas, desde la conciencia absoluta de la tormenta mediática que se desata cuando empujas aquello que necesita ser cambiado frente a las estructuras de poder domésticas e internacionales. En ese sentido, creo que la ley sólo sí es sí y nuestra apuesta por la salida diplomática a la guerra en Ucrania han evidenciado hasta qué punto los medios de la derecha pueden llegar a aliarse con la progresía mediática para frenar el avance de políticas y posiciones que, lo creo honestamente, son mayoritarias en la ciudadanía española.

Se parece en el tono y el contenido a algunos discursos de Podemos, con la diferencia de que no transforma nada, porque es de quita y pon. Es pura performance ante la incomparecencia de una izquierda a su izquierda que ni siquiera fue capaz de señalarle sus incongruencias más evidentes

El PSOE y sus altavoces mediáticos nos recomiendan siempre en estos casos un prudente silencio, un discurso calculado, ponerse de perfil. Y después de escuchar ese consejo cientos de veces en esta legislatura, llega Óscar Puente. Óscar Puente no hace ruido, Óscar Puente desnuda a la derecha, la confronta con sus mentiras, bulos y tergiversaciones. Puente se enfrenta con valentía a un Feijóo incapaz de defender sus pactos con la ultraderecha. El portavoz socialista no se pone de perfil, alza su alcaldía perdida como una cabeza cortada para poner al líder del PP frente al espejo. Debe ser que Podemos no ha acertado con el tipo de ruido. Este debe ser buen ruido. El ruido que es una táctica, que sirve para evitar hablar de lo que quería hablar la derecha —la amnistía— y para ocupar el espacio político que se habría esperado que ocupara Sumar. Se parece en el tono y el contenido a algunos discursos de Podemos, con la diferencia de que no transforma nada, porque es de quita y pon. Es pura performance ante la incomparecencia de una izquierda a su izquierda que ni siquiera fue capaz de señalarle sus incongruencias más evidentes, como su resistencia a subir los impuestos a la banca y las eléctricas durante la legislatura o su oposición a los principales avances sociales como la subida del SMI, el tope al gas o la ley de vivienda.

Lo que sí ha quedado claro es que ni el propio PSOE se cree que Podemos haya hecho ruido. Sólo buscaban una vez más, que nadie les recordara sus reiterados incumplimientos del acuerdo de gobierno o sus incoherencias con su propio programa. Así que si queremos seguir viviendo para contarlo, habrá que seguir haciendo ruido. Ruido, del bueno, del que cambia las cosas.


Madrid –

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