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El candidato a Lehendakari y cabeza de lista, Imanol Pradales — Iñaki Berasaluce / Europa Press 

El PNV se peperiza

Teníamos en Euzkadi una derecha civilizada, extraño animal. Y ahora parece que la hemos perdido. No sé si nos queda algún ideal más que perder


El Centro de Investigaciones Sociológicas, nada sospechoso de batasunismo, auguraba esta semana que quizá EH-Bildu pueda ser la lista más votada en las elecciones vascas de la semana que viene. Ante esto, el Partido Nacionalista Vasco parece haber adoptado una extraña estrategia de recuperación: asemejarse al PP. Resulta éticamente peligroso y electoralmente suicida, sospecho.

Este nuevo PNV estrenó discurso pepero/catastrofista en el reciente aberri eguna, donde Andoni Ortuzar (presidente del Euzkadi Buru Batzar) e Imanol Pradales (candidato) se comportaron como clones de José María Aznar y Alberto Núñez Feijóo, aunque —todo hay que decirlo— con más educación y cultura.

Ortuzar presumió de que su partido es “un buen gestor”, no sé si os suena. Yo se lo he oído a muchos respetables caballeros de derechas que después acabaron en la cárcel. Y, como el PP, el gran rabino peneuvista acudió a la llamada de la sangre, esa que aun duele y cuyo recuerdo tanto inquieta. “Son los de siempre” —dijo de EH-Bildu—, tienen “una agenda oculta”, “¿se puede cambiar tanto y en tan poco tiempo?, ¿lo de ahora es sincero? Tenemos derecho a expresar nuestras dudas”.

Azuzar el miedo a ETA es impropio de un señor del PNV que ya pasa de los sesenta. Durante muchos años, los jeltzales mantuvieron una tibia condescendencia ante el terrorismo etarra. Condenaban los asesinatos, sí, aunque con muchos peros y pelos en la lengua. En los no tan lejanos tiempos de los que hablo, y que vivió Ortuzar como periodista (fichó por Deia en 1981), el PNV mantenía la misma postura que el gobierno francés, donde ETA gozaba de santuarios de indisimulada impunidad y arsenales evidentes. En el fondo, PNV y Francia otorgaban cierta legitimidad al Movimiento Vasco de Liberación, que diría Aznar. Tanto Ortuzar como yo, viejos pellejos de la prensa, recordamos los esfuerzos de los gobiernos felipistas de los ochenta rogando a Francia y al PNV que dejaran de tratar a los asesinos como si fueran libertadores.

Con el paso de los años, no se le puede negar al PNV su tardío pero rotundo compromiso con la paz. Por eso hoy me ofende, me hiere la razón y me sangran las sienes cuando escucho a Ortuzar insinuar que Bildu son los de siempre, los de la agenda (pistola) oculta, los insinceros pacifistas. Cuando lo dice Feijóo me río, pues es puro ridículo iletrado dirigido a su iletrado público. Pero escuchárselo a la máxima autoridad intelectual del PNV me pone triste, y me hace recordar a mi compañero periodista José Luis López de Lacalle, a quien pegaron un tiro en la nuca en su bar preferido de Andoáin y nunca volvió a hacerme reír.

En cuanto al candidato peneuvista, Imanol Pradales, diré que esperaba su puesta de largo electoral en ese aberri eguna con impaciencia, pues es hombre discreto y aun difícil de definir. Su primera frase es digna del más excelso marianismo dialéctico: “Hay que elegir entre dos modelos: para ir a mejor o para ir a peor”.

Después de plantearnos tan wildeana paradoja, plena de aristas y sutilezas neuronales, el candidato del PNV se puso a hablar de sindicalismo, y ahí nos demostró sus artes interpretativas, pues su rostro se deformó hasta parecer idéntico al de Antonio Hyde Garamendi. “En un medio de la órbita de la izquierda independentista dicen que esta inversión [el sorpasso posible de Bildu sobre PNV] es fruto del ciclo que huelgas que arrancó en 2022. ¿Ese es su modelo de política industrial? ¿A golpe de huelgas?”.

En 2023, Euskadi protagonizó el 46% de las huelgas de España, cuando solo tienen el 5% de la población. No es algo excepcional. Lleva sucediendo desde los 90, cuando ELA (sindicato fundado a principios del siglo XX por el PNV) se distancia del partido matria. La razón: ELA quería más fábrica y más independentismo y el PNV más moqueta.

Que Pradales afirme que aspira a una política industrial sin huelgas, donde no tengan voz guerrillera los trabajadores, es suicida en Euskadi. Además de una paletada, pues el futuro lehendakari obvia que un altísimo porcentaje de las huelgas vascas las protagonizan sectores muy feminizados, no precisamente industriales. Todos sabéis a qué sectores y a qué mujeres me refiero.

Según una encuesta de EITB Focus, el 27% de los votantes vascos está hoy indeciso. Un 17% más de despistados con respecto a los datos de la misma encuestadora en las previas a los comicios autonómicos de 2020. Entre esos indecisos, un 22% de los que votaron PNV hace cuatro años aun no saben si repetirán papeleta. Además, el 8% de los electores jeltzales de entonces se le abertzaliza hacia EH-Bildu. ¿Y qué hace PNV? Pues mimetizarse con el PP. Y resucitar a ETA. Y estigmatizar la acción obrera y feminista.

Teníamos en Euzkadi una derecha civilizada, extraño animal. Y ahora parece que la hemos perdido. No sé si nos queda algún ideal más que perder.


Madrid –

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