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Diego Radamés / Europa Press / ContactoPhoto

La gran matanza de gatos y el muñeco de Ferraz

La matanza del muñeco de Pedro Sánchez por una turba de lunáticos de extrema derecha no es un acontecimiento novedoso; por el contrario, este tipo de situaciones que después se viralizan en las redes sociales y aparecen en los informativos son cada vez más frecuentes


La gran matanza de gatos de Robert Darnton es uno de los clásicos de la historia cultural. La cosa es más o menos como sigue. Según el testimonio de un obrero en la imprenta de Jacques Vincent, en 1768 ocurrió en París el hecho más divertido que se recuerda entre los trabajadores de aquella imprenta: una matanza tumultuosa de gatos.

A partir de estos hechos reales, Darnton hace una exploración antropológica de los ritos violentos llevados a cabo por los artesanos parisinos del siglo XVIII ¿Por qué un grupo de artesanos encontraba tan divertido matar a palos a todos los gatos que encontraban? ¿Tenía algo que ver con la lucha de clases? Admitir la necesidad de comprenderlo representó todo un corte epistemológico en la historiografía que llevó a asumir metodologías de la antropología para entender la historia social.

Algo parecido nos ocurre a nosotros al ver al facherío que celebraba la Nochevieja frente a la sede del PSOE en la calle Ferraz de Madrid, colgando, insultando y golpeando a un muñeco que representaba a Pedro Sánchez. Observamos a estos especímenes envueltos en banderas de España con la misma repulsión que miraríamos a los artesanos parisinos matar, entre risas, a indefensos gatos. El problema es que el grupo humano que nos ocupa aquí encarna hoy algo parecido a un nuevo espíritu de época de una derecha que no sabemos si entenderá de antropología pero que entiende que todo es guerra cultural. Y, por lo tanto, no nos queda más remedio que tratar de comprenderlo.

Vivimos tiempos distópicos en los que asistimos al genocidio israelí en Gaza en nombre de la democracia, al éxito de creciente de derechas abiertamente ultraliberales en lo económico e iliberales en lo político, … y todo ello contado y retransmitido por unos medios de comunicación que recuerdan cada día más a los que se representa en “Don´t look up” de Adam McKay

La matanza del muñeco de Pedro Sánchez por una turba de lunáticos de extrema derecha no es un acontecimiento novedoso; por el contrario, este tipo de situaciones que después se viralizan en las redes sociales y aparecen en los informativos son cada vez más frecuentes. No difieren demasiado de aquello que vimos cuando los partidarios de Donald Trump asaltaron el Capitolio en EEUU o cuando los seguidores de Bolsonaro hicieron lo propio en Brasil. Cada vez que vemos al hombre de la motosierra que ha sido elegido presidente de Argentina (que no deja de generar una enorme atención mediática) tenemos la misma sensación de repulsión ¿Cómo es posible que la democracia produzca estos resultados? Quizá porque las nuestras son, ante todo, democracias mediáticas.

Vivimos tiempos distópicos en los que asistimos al genocidio israelí en Gaza en nombre de la democracia, al éxito de creciente de derechas abiertamente ultraliberales en lo económico e  iliberales en lo político, en cada vez más países de lo que se conoce como “Occidente”, a una guerra en territorio europeo que no hace sino reforzar el peso de la OTAN y los EEUU en los destinos de la Unión, a una competición geopolítica con China que augura nuevas dinámicas de guerra fría. Y todo ello contado y retransmitido por unos medios de comunicación que recuerdan cada día más a los que se representa en “Don´t look up” de Adam McKay.

Esta es, a mi juicio, la realidad con la que arranca un año 2024 con citas electorales muy relevantes tanto dentro como fuera de España. No vienen tiempos fáciles pero hay algo que, al igual que la matanza de gatos en el París del siglo XVIII, la praxis del adversario nos demuestra constantemente: los terrenos cruciales de las batallas políticas de este nuevo año serán ideológicos y culturales.


Madrid –

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