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Arafat con Clinton

Isaac Rabin, Bil Clinton y Yasser Arafat, Washington, 1993 — Mark Reinstein / Zuma Press / ContactoPhoto

La rama de olivo de Arafat

Desde 1974 en que Arafat pronunció su frase en la ONU, se ha dejado caer repetidamente la rama de olivo ofrecida en su discurso, han sido miles los menores palestinos asesinados y el único beneficiario del uso del fusil ha sido el Estado de Israel acumulando más tierra palestina


Aunque haya calificativos en el guion que en ocasiones no parezcan los más adecuados, como utilizar el adjetivo «diabólica» para referirse a la frase con la que Yasser Arafat terminó su discurso en la ONU (la de traer en una mano el fusil y en la otra la rama de olivo), el documental Arafat L’insaissable (2023), sobre el líder más carismático del movimiento de liberación palestino, interesa al espectador desde las primeras imágenes porque deja en evidencia lo mucho que ha soportado ese pueblo desde el establecimiento del Estado de Israel en 1948.

El film, además de explicar los orígenes del conflicto, nos recuerda la serie de sucesivos fracasos de los procesos de paz encaminados a acabar con los enfrentamientos armados, como el protagonizado por quien fuera primer  presidente de la Autoridad Nacional Palestina y el presidente israelí Isaac Rabin. Aquello se frustró con el asesinato de este, perpetrado en 1995 por un ciudadano israelí con ideas extremistas, Yigal Amur (1970), condenado a cadena perpetua, sin que hasta fecha haya sido posible, al parecer, indagar en este magnicidio, cometido en un país que cuenta con uno de los mejores servicios de inteligencia del mundo.

Se trata de un documental dirigido por Fabrice Gardel y Florian Uzan, cuyos dos únicos capítulos ofrecen imágenes inéditas del líder palestino, así como episodios atroces de la brutal persecución y represión sufrida por el pueblo palestino durante la segunda mitad del pasado siglo, continuada en los primeros decenios del que estamos, con el colofón genocida al que asistimos desde hace más de dos meses desde esta Europa «comprensiva» que respalda incluso al Estado ejecutor.

No pueden faltar en la cinta las imágenes de Yasser Arafat acosado en su residencia por los tanques israelíes, sin suministro de agua y energía, hasta que la mediación de Francia logró evacuarlo para ser atendido en un hospital de París de una repentina y nunca aclarada enfermedad que acabará con su vida, abriendo la posibilidad de pudiera haber sido asesinado, tal como creyeron los investigadores suizos que analizaron su cadáver, en contra del criterio de los franceses y alemanes.

Impresiona el recibimiento que hizo el pueblo palestino de su líder, cuando sus restos mortales llegaron a la tierra por la que luchó con perseverancia después de haber asistido de niño al desahucio de la casa de su abuelo. Desde entonces hasta su extraña muerte, la vida de Arafat estuvo en permanente riesgo, como cuando llegó a sobrevivir a un accidente de aviación en el desierto, llegando a sumar una serie de intentos de asesinato. Personalmente pienso que Israel lo consiguió finalmente, como hizo con Rabin echando abajo los acuerdos de Oslo de 1993.

A la película de Gardel y Uzan se le dio en español el insustancial título de «Desvelando a Arafat», pero la verdad es que va mucho más allá de ahí, como corresponde a su protagonista, un líder político que hizo de la kufiya el símbolo de resistencia y libertad de un pueblo. El mismo que dijo en una sesión plenaria de 1974 en la ONU: «Hoy he venido portando una rama de olivo en una mano y el arma de un luchador por la libertad en la otra. No dejen que caiga de mi mano el ramo de olivo. Repito: no dejen que caiga de mi mano la rama de olivo».

Ha pasado casi medio siglo desde entonces. Israel no ha dejado de apropiarse territorio palestino y el pueblo palestino ha tenido que sufrir sucesivas masacres y el asesinato masivo de miles de niños y niñas, pretendiendo privarlo de su porvenir, mientras en las instituciones internacionales de la Unión Europea no deja de sonar como himno la música de la novena sinfonía que Beethoven compuso sobre el poema Oda a la alegría de Friedrick Schiller. Desde 1974, se ha dejado caer demasiadas veces la rama de olivo de Arafat y el único beneficiario, transcurridos cincuenta años, ha sido el Estado de Israel.


Madrid –

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