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César Arxina / Europa Press / ContactoPhoto

La RTVG como instrumento político

El máximo responsable de la RTVG lleva casi quince años en una situación de interinidad. Alfonso Sánchez Izquierdo fue nombrado director general de la CRTVG en 2009, al llegar Feijóo a la presidencia


Aún comprando el argumento del ente público, la exclusión de Podemos es arbitraria e injustificada, ya que sí que formaba parte de la coalición Sumar que consiguió representación en las elecciones generales; los criterios de exclusión se desmontan por si solos y obedecen a una estrategia de invisibilización política.

Feijóo ha pedido a VOX que no se presente a estas elecciones gallegas, seguramente temeroso de que el cisne negro del vertido de pellets tenga la misma repercusión electoral que la marea negra del Prestige, un vuelco político en Galicia, por eso lo apartan del debate, en el que sí pudieron participar en 2020; la exclusión de Podemos apunta a un episodio más de la estrategia compartida con buena parte de la progresía mediática, que no es otro que liquidar a esta formación, que parece ser la única que verdaderamente molesta al Deep State. Podemos Galicia ya ha anunciado que recurrirá ante la JEC si finalmente se le excluye del debate.

La utilización de la RTVG por parte del PP de Galicia para sus fines políticos por desgracia no se limita a este hecho puntual, es algo que se viene arrastrando desde la época de Manuel Fraga, con un breve respiro en el cuatrienio de gobierno bipartito PSOE-BNG.

Sin ir más lejos, el Comité Intercentros de la CRTVG convocó el pasado jueves 11 de enero concentraciones en todos los centros de trabajo de la corporación, contra la manipulación informativa en la cobertura del vertido de pellets en la costa gallega. Los sindicatos han denunciado el tratamiento ofrecido en los informativos, ya que, durante los primeros días de llegada de plásticos a las playas, las noticias se relegaban hasta el minuto 31 o el 33 de los informativos y se ofrecía sólo la versión del ejecutivo de Alfonso Rueda.

El utilizar la televisión pública como instrumento político no es algo que solo haya sucedido en Galicia, es algo que parece que muchos gobiernos consideran como algo natural, tanto del PP como del PSOE, pero en la comunidad gallega ha alcanzado unos extremos del todo insostenibles.

El máximo responsable de la RTVG lleva casi quince años en una situación de interinidad. Alfonso Sánchez Izquierdo fue nombrado director general de la CRTVG en 2009, al llegar Feijóo a la presidencia, dos años antes de que entrase en vigor la Ley de Medios de Galicia de 2011, que exige desde entonces que la designación esté respaldada por una mayoría cualificada en el Parlamento.

Ante la falta de consenso para la renovación del cargo, Feijóo introdujo cinco años después una reforma por la puerta de atrás, en la ley de acompañamiento de los presupuestos, que reza lo siguiente: “Si en este momento no estuviese elegida la persona titular (…) el ejercicio de sus funciones corresponderá transitoriamente a la persona que sea titular de la dirección general de la Compañía”, por lo que Sánchez Izquierdo continúa agotando mandatos atornillado al cargo, a pesar de que tanto él como otros siete directivos de la RTVG deberán sentarse en el banquillo acusados de acoso laboral.

Todo este cúmulo de despropósitos ha llevado a los trabajadores del ente (así como otros que fueron despedidos por motivos políticos) a configurar el colectivo Defende a Galega, que este viernes 19 de enero cumplió su viernes negro número 296 contra la manipulación informativa en la Radio y la Televisión que pagamos todos los gallegos, y que en lugar de prestar un servicio público funciona como instrumento de propaganda del Partido Popular.

La TVG es de lejos la cadena más vista en la Galicia rural, con audiencias que pueden llegar a superar el 50% de cuota de pantalla. En muchos de esos territorios la conexión a internet es deficiente o incluso inexistente, por lo que el recurrir a fuentes de información digitales y alternativas no es una opción, no es de extrañar que los populares hayan logrado en estos territorios una hegemonía electoral, política y hasta cultural.

La única manera de cortar esta obscena perversión de las reglas del juego democrático y de la sociedad de la información, es que el 18 de febrero las gallegas y los gallegos manden al Partido Popular de Galicia a la oposición.


Madrid –

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