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mural de Bansky

Mural de Bansky

Periodismo militante

Que la política venga a salvar al periodismo es como si Rocinante subiera a lomos de don Quijote. Pero parece que no queda otro remedio. Los diez últimos años años nos han demostrado que el periodismo ha fallado al pueblo, y la política no.


El periodismo militante, partidista y bufandero ha dañado tanto a la Verdad que ahora la Verdad solo se puede expresar a través de un periodismo bufandero, partidista y militante. Todo lo que se aleje del exhibicionismo sensacionalista, o directamente mendaz, vende poco. Los periódicos de derechas dicen con mendacidad que España se rompe si suben los salarios mínimos. Algunos periódicos de izquierdas proclaman con mendacidad que es necesario subir los salarios mínimos, pero mantienen a sus colaboradores autónomos con sueldos de 500 euros sin permitirles que trabajen para otras firmas. Por lo menos, eso es lo que he escuchado por ahí. Y, salvo algunas potables, no suelo tener malas fuentes.

El periodismo nunca ha sido militancia, sino todo lo contrario. Ha sido la libertad de escribir donde y cuando quieras si llevas una verdad debajo del brazo. El éxito total lo consigues cuando tu Verdad cabrea a tu propia empresa. No somos futbolistas cuyas palabras se compren y vendan por millones, cual hermosos pelotazos al borde del área. Somos poetas que intentan sobrevivir en un mundo donde se ignora la poesía y se paga cero, pero es necesaria. Los dulces tactos del braille merecen mención aparte, pues es forma de lectura más exacta y sensual. Ya dicen los boleros que los ojos engañan mucho más que las caricias, y la ciega caricia del braille, sin ayuda de ojos mentirosos, lee mejor.

La derecha goza de un ecosistema mediático militante, y a mí me daría una pena enorme que la izquierda tuviera que recurrir a lo mismo. Eso significaría que sus bases se fiarían de un discurso partidista y unívoco, acrítico y sectario, ovejil y papista. Es algo que me inquieta de Canal Red, tan nacido de Podemos. De una militancia.

El enconamiento de la ultraderecha, a nivel global, está llevando a la izquierda a tomar decisiones contra natura, como esta de crear un medio de comunicación partidista para aplacar los bulos fascistas. Ya no somos periodistas en busca de la verdad, somos desmentidores de bulos. Que es una muy triste profesión. No puedes presumir de ser cazavampiros atrapado en una mosquitera.

Si la calle y sus partidos tienen que tomar los medios de comunicación para tener información fidedigna, lo inteligente es que los medios de comunicación dignos se dejen tomar por la calle. Y no tener miedo a que los cronistas callejeros escribamos nuestros graffitis en un portal u otro.

Que la política venga a salvar al periodismo es como si Rocinante subiera a lomos de don Quijote. Pero parece que no queda otro remedio. Los diez últimos años años nos han demostrado que el periodismo ha fallado al pueblo, y la política no. Nunca tanto cambio se vio en las acciones más que en las palabras. Nunca la calle parlamentaria había sido más locuaz que los periódicos. Yo soy muy viejo y lo malentiendo, pero calculo que estoy enfrentándome a un cambio de paradigma. O como se diga ahora. Supongo que me tengo que hacer un next.

Si la calle y sus partidos tienen que tomar los medios de comunicación para tener información fidedigna, lo inteligente es que los medios de comunicación dignos se dejen tomar por la calle. Y no tener miedo a que los cronistas callejeros escribamos nuestros graffitis en un portal u otro. Los columnistas hacemos pintadas en los periódicos, como Bansky en las paredes, en cualquier pared. No estamos en el mercado de la moda y de las firmas, como las influencers. Escribimos a bolígrafo algo que no sabemos si vamos a vender debajo de la lluvia y sin paraguas. Es  tan imposible como ser médico en un quirófano anegado del Madrid de Isabel Díaz Ayuso.

He escuchado una leyenda urbana, seguramente difundida por gente muy perversa, que asegura que diversos medios de inclinación progresista impiden a sus colaboradores malpagados completar sus ingresos escribiendo para otros medios progresistas que también los malpagan. Competencia desleal, dicen. Es la constante persecución que sufrimos los freelancers y las putas. Nuestros chulos no nos dejan trabajarnos otros barrios. No estoy frivolizando con la prostitución. Siempre cito a Víctor Hugo: hasta que no desaparezca la prostitución, en el mundo seguirá existiendo esclavitud. Pero si desaparecen los periodistas callejeros y banskyanos, se eternizará la prostitución, pues desde los despachos nadie suele denunciarla. Porque no la ven y por la cuenta que les tiene.

Pero dejémonos de llorandinas. ¿Periodismo militante? No me gusta, pero no queda otra. Buenas noches y buena suerte.


Madrid –

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