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Pues habrá que salirse de la ONU

Los de la ONU se están pasando con esto de exigir que estudiemos nuestra historia, es casi una falta de educación. Como hablar con la boca llena, de mal gusto, mal rollo


Pedro Sánchez es un quejica. Aquí, en el planeta tierra, a quienes más se persigue no es a begoño y a pedra, sino a nuestra democrática y civilizada derecha. La desfachatez llega a límites judeomasónicos, que diría nuestro añorado caudillo. Ahora resulta que la ONU, que ni siquiera es una organización cristiana, reprueba las «leyes de concordia» impulsadas por PP y Vox en Aragón, Castilla y León y en el País Valencià. Habrase visto.

Dicen textualmente estos piernas bolivarianos de la ONU que “las llamadas leyes de concordia aprobadas o presentadas para aprobación parlamentaria en las comunidades autónomas de Aragón, Castilla y León y el País Valencià podrían transgredir la obligación del Estado español, incluyendo sus tres poderes y sus entidades nacionales y locales, de garantizar la preservación de la memoria histórica de graves violaciones de los derechos humanos”.

Los de la ONU nos quieren arrebatar el orgullo de haber asesinado a Federico García Lorca y a Miguel Hernández, y eso es un atentado contra nuestra libertad, nuestra cultura y nuestra idiosincrasia. Ningún organismo internacional tiene derecho a decirnos a qué poetas podemos matar y a cuáles no. Es una grave injerencia en nuestra soberanía.

Yo, si fuera Alberto Núñez Feijóo o Santiago Abascal, me salía ahora mismo de la ONU. Y ya veríais qué cara se les iba a quedar a esos pringaos. En mi casa y en mis genocidios mando yo, como Netanyahu. Esto de buscar la verdad y estudiar nuestra historia ya nos está tocando los cojones.

Ser de derechas no solo significa el orgullo de ser español y tejer banderas rojigualdas de quinientos metros, como hizo Vox en Donosti. También conlleva la obligación de impedir el estudio de nuestra historia. El saber te lleva al izquierdismo, y ahí es donde se rompe España.

En el País Valencià, el vicepresidente primero y consejero de cultura es el torero Vicente Barrera, cuyo mayor mérito intelectual es haber asesinado a animales drogados. Porque los toros bravos no son bravos ni son de raza especial, como dicen los analfabetos taurinos. Son solo simples machos de vaca. Les echan gotas dilatadoras de pupilas para que sientan el terror de no ver y les clavan las banderillas para que sientan dolor y se revuelvan y ataquen. Pero en el campo te puedes acercar a ellos y acariciarlos como a pequineses. Los toros bravos son herbívoros y mansos, como las vacas, pero si les clavas espadas y los dejas ciegos es posible que se defiendan. Es nuestra fiesta nacional, nuestra cultura. Y ya bastante cultura perdimos los españoles cuando se nos prohibió arrojar cabras desde los campanarios.

Que ahora la ONU venga a decirnos que tenemos que estudiar nuestra historia es casi peor que lo de la cabra. Un día un fascista me dijo: “si no hubiéramos matado a Lorca, no lo leería nadie”. Esa es nuestra cultura, y orgullosos debemos estar de ella. Cabras, toros y poetas asesinados. Qué más podemos pedir para fundar una academia.

Los de la ONU se están pasando con esto de exigir que estudiemos nuestra historia. Recordar que Franco era nazi, que rogó genuflexo que la aviación hitleriana bombardeara Gernika, Madrid y Valencia es casi una falta de educación. Como hablar con la boca llena. Esto de la ONU pretendiendo que recordemos que Franco era nazi es de mal gusto, o sea, que muy mal rollo.

Manuel Fraga, en 1994, siendo presidente de la Xunta de Galicia, pagó y epilogó con fondos públicos un libro que negaba el holocausto. Lo hizo en plena democracia. El libro se titulaba La mentira histórica desvelada y su autor fue Juan Luis Beceiro García. Negaba que seis millones de judíos hubieran sido exterminados por Hitler. Se murieron de indigestión. De ahí nace el Partido Popular. De esa ignorancia histórica con la que estamos todos tan contentos, menos la ONU, que no sé qué tiene que pintar en este asunto.

Somos muy españoles y mucho españoles, como dijo Mariano Rajoy. Voy a tirar una cabra desde el primer campanario que vea. Defendiendo mi cultura contra la ONU. Aunque la cabra, que quizá es más culta que nuestra gente de derechas, no esté de acuerdo.


Madrid –

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