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El pincho de tortilla con el que soñaba el autor de estas líneas mientras cubría la jura — W. Veleta

Te lo jura por Snoopy

Mi bar favorito de tortilla poco cuajada cerca del Congreso era inaccesible. Francotiradores, GEOs, UIP, patrulla canina, unidad del subsuelo. A tomar viento la tortilla y ese pan recién hecho


Perdonen la tardanza en escribir sobre ese akelarre (ojalá hubiera sido un akelarre) pero he estado cuatro días desintoxicándome en Incosol. Han fumigado a todas las polillas que traía.

En mi cabeza Leonor era la infanta, la recluta… hasta que me di cuenta de que “realmente” era princesa (igual se escribe en mayúsculas, no sé).

Me presenté en la jura de la Constitución (esta creo que sí va en mayúsculas) de la cadete que juró bandera delante de un mosaico franquista, con hambre. No soy capaz de desayunar a las 6 a.m.

Mi bar favorito de tortilla poco cuajada cerca del Congreso era inaccesible. Francotiradores, GEOs, UIP, patrulla canina, unidad del subsuelo. A tomar viento la tortilla y ese pan recién hecho.

Una vez que tu mochila (que es la mía) pasaba la seguridad de la Casa Real (más mayúsculas) ya no podías salir del anillo de seguridad. Mi mochila lucía ya una pegatina con un redondel (mi abuela decía mucho redondel, para no decir círculo, supongo) amarillo. Yo miraba de reojo a esa pegatina y veía una tortilla. El día prometía, no se puede ir sin desayunar al juramento de una princesa aunque esta vez no jure por Snoopy, o sí.

Un UIP del tamaño de Albiol (el alcalde de Badalona) me lo dejó claro.

—Si sales no puedes volver a entrar. 

Por un par de segundos la idea rondó mi cabeza. Tortilla, huída, ¿hay algo más republicano? Pero me quedé en el redil, porque tocaba dar la nota discordante. Y darle la vuelta a la tortilla.

En cuanto descendí por la Carrera de San Jerónimo empecé a divisar el cerco que nos habían puesto a los medios. Catenaria, tribuna, vallas y muchos hombres con pinganillos en la oreja (¿Dónde si no?). Me acorde de M.A.R. y de que este verano no vi el mar.  Los policías nacionales se llamaban unos a otros “puma” por los walkie talkies.

—Puma 2 para Puma 7, todo despejado.

Pensé en tomar prestado el walkie y pedir un pincho de tortilla y agua fría con mucho hielo (como siempre hacía Andrés Montes).

—Puma 4 para Puma 8… un pincho de tortilla para el bombero torero de Canal Red.

Así me llamó la compañera de prensa del Congreso cuando pregunté dónde debía colocarme. ¿En la zona de gráficos? ¿En la zona de redactores? ¿O debía colocarme en el baño?

—Tú como bombero torero de la profesión que eres… creo que mejor donde los gráficos, pero en la esquina, no des mucho el tostón, que te conozco.

Realmente dijo “coñazo”.

Llamar bombero torero a un amante de los animales, enviar a un Columna Durruti a un acto monárquico. Sin duda el día prometía.

Vi a un francotirador en la azotea del Congreso, portaba unos prismáticos (o binoculares, vete a saber) con infrarrojos (creo) y no paraba de observar mis movimientos. Tampoco soy rápido de movimientos, lo tenía fácil.

Yo el Congreso lo asocio a Oskar Matute, a Gabriel Rufián, a Néstor Rego, a Mertxe Aizpurua. Su notable ausencia (y la de la tortilla) no me ayudaba a centrarme. De todas maneras ¿Quién quiere estar centrado pudiendo estar dando por saco?

Decidí mandarles una nota de voz pidiéndoles (a Gaby y Oskar) que me enviaran un vídeo gamberro, metiéndose conmigo por estar allí. Cuando me lo enviaron ya me sentía como en casa. Rufi fue más gamberro que Oskar. Suele pasar.

Me faltó ver a Lilith Verstrynge bebiendo de su cantimplora transparente o cruzarme a los de Junts mientras me miran por encima del hombro. Eché de menos que Cuca Gamarra acelerara el paso al verme o que Ernest Urtasun me dijera veinte veces “Guillermo” para que no le pregunte por qué vetaron a Irene Montero y nadie le ha quitado todavía el dolor de cabeza a Mª Eugenia Palop.

Porque ver soldados desfilando con paso firme y decidido por delante de los leones impone. Parecían que iban a apagar un fuego. Tuve claro que no iban a Barajas a embarcarse camino a Raffah para rescatar a niños y niñas de Gaza.  Ni a parar un desahucio.

Era una mezcla de charlotada y despropósito con muchas vetas de tardo franquismo. Impone porque las armas las carga el diablo y no hay nada más diabólico que una monarquía atada y bien atada por un genocida. Te acuerdas de Puerto Urraco y hasta de Tejero y Sanjurjo. La hostia que se dio en avión porque quería entrar en Madrid con el traje de gala de capitán general. La dichosa maleta, el tren de aterrizaje, el muro de piedra. Otra sanjurjada más.

Al único que se podrían llevar preso es a Pedro Sánchez, pensé. Porque para unos posibles militares golpistas era lo más de izquierdas que quedaba allí, ese día. Imagínense el resto. Ni el propio Enrique Santiago daba la talla (maldita Ley Mordaza).

La monarquía debe molar mogollón pero no cuaja como muchas tortillas.  La bandera de los pasteles de Ayuso de Borbón y Borbón se te pega en la caja y en el paladar. Si María Antonieta levantara la cabeza. ¿El pueblo? Que coman pasteles. La monarquía de nuevo cuño, la de la recluta, está de moda… pero solo había 27 personas vitoreando a los/las Borbones cuando llegaron a la Carrera de San Jerónimo (nunca pensé que escribiría Jerónimo tantas veces).

Vamos al turrón que ya estamos en noviembre.

Cuando al fin llegaron la infanta Sofía (que a mi me da que es podemita), la reina, el rey, la princesa Leonor y Pedro Sánchez me acordé de ese mayo del 36 cuando Azaña fue elegido segundo presidente de la República en el Palacio de Cristal del Parque del Retiro en Madrid. Llamadme nostálgico. Don Gregorio, Azaña, la lengua de las mariposas, el ánade salvaje.

Sánchez Castejón parecía más Borbón que Felipe V (lo he tenido que mirar en Google). Si hubiera un campeonato de quién es más Borbón, Pedro y Yolanda se lo jugarían desde los nueve metros (penaltis). No, no quiero volver a los tiempos tenebrosos antes del 15M pero vamos de camino. El campechano, el preparao´y la “soy mega feminista, en plan…”

Estaba a punto de dormirme en esa esquina de la tribuna de hierro (que no trono, echo de menos a Cersei)  en la que me habían encarcelado pero alguien gritó “Vividores” y me reincorporé.  La infanta Sofía se sonrió y asintió con la cabeza. Es mentira, pero ¿por qué no puedo mentir en un texto cuando la mayoría de los medios lo hacen cada día en cientos de textos?

¿Nadie más escuchó ese grito? (Ojo que lo tengo grabado y se pudo escuchar en X). Ningún medio se hizo eco (siempre quise utilizar esta expresión) del grito. TVE tuvo siete horas de directo y lo único que hizo fue comerle la boca a la monarquía (como bien contó el maestro Lakidain en El Tablero). Xabier Fortes eres como Carlos Boyero pero 24 horas. Sentidiño.

Ser un vividor no es malo, creo yo. Solo te dan ganas de desayunarte a Mateo Morral cuando ves que viven a nuestra costa, que han pillado cacho por cada barril de petróleo que nos vendía Arabia Saudí. Que dejaron al Sáhara Occidental vendido (sacando tajada, of course). Que no hay un Borbón bueno, como dice mi Nieves Concostrina.

En fin… aproveché que se metió todo el mundo dentro del Congreso para pedir desde el móvil unos yogures a una granja ecológica de un pueblo que no tiene vacas. Cosas mías. Yo seguía pensando en comer. Giré la cabeza y pude distinguir en el horizonte, detrás del hotel Villa Real el bar con la mejor tortilla de la zona. El “si sales ya no puedes entrar” retumbaba en mi cabeza y en mi estómago. Maldita jura de la Constitución. ¿Se habrá  leído acaso la princesa lo del derecho a la vivienda?  La princesa está triste. ¿Qué tendrá la princesa?

Cuando salieron los dinosaurios del hemiciclo mi cámara y yo todavía estábamos allí, pelados de frío.

Pese a tener el estómago vacío me dieron unas arcadas al ver a Felipe González de risas con José María Aznar. Un buen resumen los últimos 40 años de democracia, o llámalo X (a él también). Felipe con gafas de sol, me recordaba a esa foto de Pinochet.

Zapatero miraba al horizonte, a un punto fijo. Igual también tenía hambre de tortilla. ¿A quién no le entra un buen pincho de tortilla tras una ceremonia que perpetua algo tan estúpido y medieval (o cavernícola)? O igual estaba pensando en José Couso, ¿por qué no hizo más para intentar llevar a juicio a los que le asesinaron en el Hotel Palestina? Ay Palestina.

Marta Lois (la portavoz de Sumar) parecía estar pensando en Galiza, o la sesión de investidura.

—Tengo que levantar la voz, decir algo con más chicha, decir algo. 

Tenía la mirada perdida también y adelantó su cuerpo para no rozarse con Abascal. ¿Pero Abascal continúa en política?, pensé.

Yolanda Díaz estaba de risas con Marlaska, Robles, Albares y Calviño. El dios de la CEOE y la OTAN las cría y ellas se juntan.

Albares merece un capítulo o una frase aparte. ¿De qué se ríe este hombre todo el rato? ¿Por qué cuando le pregunto por el preso vasco Pablo González en vez de contestarme y ponerse en sus zapatos (y en el de sus hijos y su mujer) se descojona en mi cara?

Al fin parece que termina el circo. Llegan dos Rolls Royce Phanton IV (no, no fueron un regalo de Hitler a Franco, pero sí fueron de Franco) echando mucho humo, como el francotirador. La primera (la marcha) debe entrar mal o el embrague es una mierda porque casi se lleva por delante a un caballo blanco y a un jinete que estaban detrás. Los dos se hicieron republicanos ese mismo día.

La princesa y la hermana podemita se meten en el Rolls con el techo de cristal blindado (tampoco fue regalo de Hitler pero como si lo fuera) y suben por la Carrera de San Jerónimo camino a no sé dónde,  a ver si pillan un pastelito de esos que nunca catan los abuelos y abuelas de las residencias.

Cuando todo el mundo empezó a irse yo seguía ahí buscando pescar a alguien.

Y pesqué a tres amigos, no míos, amigos entre ellos, creo. Pepe, Antonio y Unai. Pepe, el de la UGT me vio y salió disparado, mutis por el foro. Unai Sordo (CC.OO.)  no pudo escapar y contestó amable.  Nunca entenderé que hacía ahí, pero bueno. No se meten en política. Garamendi (CEOE) entró al trapo de mis preguntas con una sonrisa, sin saber para qué medio estaba hablando. Si se entera Yolanda…

Es curioso cómo funciona la mente pero para entonces ya no tenía hambre. Bueno, hasta que vi a Feijoó y pensé en el pulpo (o polbo) que me debe.

Una veintena de “nostálgicas” del dosel de Alfonso 13 (con número) se peleaba con el móvil para sacarse un selfie ante el baldaquino.  El trozo de tela apolillado tenía más adeptas que la propia princesa. Hasta ella te lo podría jurar, por Snoopy.

Cuando al fin logré llegar al bar cercano a Canal Red para zampar… Julia (la camarera) me dijo:

—De primero no queda spaguettis (lo dijo con s, siendo spaguetti ya plural) boloñesa y de segundo se ha acabado la entraña con patatas asadas.

Le pregunté si quedaba tortilla, pero tampoco. No os digo que fuera el peor día de mi vida, pero casi. Todo esto pasó. Os lo juro por Snoopy.


Madrid –

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