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Jesús Hellín / Europa Press

Sí era un recorte (y se frenó)

Hoy, gracias a cuatro diputadas que a veces pueden ser más útiles que cinco ministros, los cientos de miles de parados de más de 52 años que hay en España pueden respirar aliviados porque no se van a recortar sus pensiones


Como vivimos en una época política en la que todo se mueve de forma vertiginosa, quizás el lector o lectora no tenga en su memoria el hecho de que hace aproximadamente cuatro meses, el día 10 de enero de este año, el gobierno de Sánchez sufrió su primera derrota parlamentaria. El ministerio de Trabajo de Yolanda Díaz había elaborado un Real Decreto-ley que rebajaba la cuota a la Seguridad Social que aporta el Estado por los parados de más de 52 años del 125% de la base mínima al 100% en cinco años. Podemos se opuso firmemente a este recorte social sobre uno de los colectivos más vulnerables del país y, al no existir un compromiso para eliminarlo en el trámite parlamentario, sus diputadas votaron en contra y el RDL fue tumbado en la sede de la soberanía popular.

No solamente los de Díaz se negaron a comprometerse con la eliminación del recorte sino que su estrategia política se basó en negar la existencia del mismo aunque estuviese escrito negro sobre blanco en el BOE. La línea argumental marcada por Sumar fue que eso no era un recorte sino «una reducción de la sobrecotización». Le pusieron un nombre adecuado en neolengua a la bajada de las pensiones de los parados mayores de 52 años y buena parte de la progresía mediática les siguió el juego: los morados habían actuado desde la maldad y el resentimiento y habían hecho decaer una norma que era positiva para la gente. «Han votado con el PP y VOX» repetían los portavoces parlamentarios y mediáticos de Sumar, al tiempo que soslayaban, minimizaban o, incluso, justificaban el recorte. La propia Yolanda Díaz se sumó personalmente al pelotón de fusilamiento para dotar de la máxima fuerza a los disparos.

La ventaja de este argumentario era clara y poderosa: al ir en contra de Podemos, era casi automático que determinados operadores lo comprasen y lo repitiesen en las tertulias y en los informativos. Sin embargo, también tenía dos importantes problemas. El primero, que no solamente era mentira sino que, además, el recorte estaba escrito en un documento oficial a la vista de todos. El segundo, que resultaba completamente evidente que, si Yolanda Díaz hubiera aceptado eliminar el recorte públicamente durante el trámite parlamentario, la norma se habría aprobado en el Congreso. La prueba estaba a la vista de todo el mundo: ese mismo día, Podemos negoció con Félix Bolaños su apoyo a otro RDL que estaba en duda y los morados acabaron votando a favor porque el PSOE aceptó la prórroga de la prohibición de los desahucios hipotecarios. Los argumentarios falsos pueden prosperar en el debate público cuando cuentan con poderosos apoyos mediáticos, pero un argumentario falso con problemas de credibilidad tan graves puede acabar dándose la vuelta. Y eso es justo lo que pasó. Poco a poco, hasta El País acabó dando la razón a Podemos y los sindicatos mayoritarios —muy afines a Díaz pero con la difícil papeleta de tener que explicar a sus afiliados un recorte social sobre las clases más vulnerables— acabaron también diciendo que ese recorte había que quitarlo.

La ventaja de este argumentario era clara y poderosa: al ir en contra de Podemos, era casi automático que determinados operadores lo comprasen y lo repitiesen en las tertulias y en los informativos

Cuatro meses después y con la necesidad de aprobar la reforma del subsidio de desempleo para cumplir los hitos establecidos por Bruselas para el desembolso de los fondos europeos, el último desarrollo en este asunto se daba ayer por la tarde. Después de constatar que los morados no iban a aceptar ningún tipo de recorte, aunque éste fuera más suave que el propuesto inicialmente, el ministerio de Trabajo ha terminado por llevar al diálogo social un nuevo texto en el cual el recorte se ha eliminado por completo.

La manera de hacer política de Podemos, combativa y firme, defendiendo hasta las últimas consecuencias su posición aunque eso les suponga recibir la máxima violencia política y mediática, se ha demonizando intensamente en los últimos años. Se ha dicho de los morados que son sectarios, que siempre están enfadados, que hacen ruido, que juegan a la contra por placer y muchas cosas más. Pero lo cierto es que, hoy, gracias a cuatro diputadas que a veces pueden ser más útiles que cinco ministros, los cientos de miles de parados de más de 52 años que hay en España pueden respirar aliviados porque no se van a recortar sus pensiones. Que los medios y los partidos sistémicos lo llamen como quieran; nosotras lo llamamos hacer Política con mayúsculas.


Madrid –

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