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Milei alimenta el fantasma de fraude electoral en Argentina

Milei alimenta el fantasma de fraude electoral

En Argentina, además, esta estrategia se combina, como vimos en la entrevista de Jaime Bayly, con denuncias de un posible fraude sin ninguna base factual, con acusaciones a líderes progresistas de Latinoamérica de estar compinchados en este fraude


“Contrataron con Lula a un grupo de brasileños para hacerme campaña sucia… es una maniobra de Lula”. Esto es lo que le dijo Javier Milei al peruano Jaime Bayly hace una semana durante una entrevista, días antes del último debate electoral en el que el Miléi no necesitó de brasileños “zurdos” (como diría él) a sueldo para dar un imagen lamentable.

No es lo único que dejó caer en esa charla: a la ‘inocente’ pregunta del Tucker Carlson peruano sobre si las votaciones de la primera vuelta electoral fueron limpias, contestó, contra todo pronóstico y para sorpresa de todas, que “hubo irregularidades de semejante tamaño que ponen en duda el resultado”. No sé si les sonará este recurso, una vez más, a las acusaciones de fraude.

No olvidemos que en la primera vuelta electoral Milei quedó segundo con un 30% de los votos por detrás de Sergio Massa con un 37%. Seguramente si el resultado hubiera sido inverso, no habría habido dudas por parte del partido La Libertad Avanza, la formación de Milei, ni preguntas por parte de Jaime Bayly sobre la transparencia del sistema electoral. Pero como Milei sigue el manual del buen facha —no se pierdan la edición de Caféinna sobre el tema, ahí están marcados ya de antemano todos los movimientos que hacen antes, durante y después de las elecciones— pues ahora mismo estamos en la etapa número 7 que consiste en denunciar un fraude electoral, cuando ves que el resultado que sale de las urnas no te favorece.

Lo hizo Jair Bolsonaro en Brasil y sus –numerosos, lamentablemente– seguidores. Lo hizo Donald Trump en EEUU, sus seguidores y también el canal de televisión Fox News, que tendrá que pagar más de 700 millones de dólares, nada menos, a la empresa responsable del sistema de recuento de votos, Dominion System, por difamación. También lo está haciendo la mafia guatemalteca desde hace tres meses secuestrando papeletas. Lo hizo la oposición venezolana durante años. Se hizo en Bolivia, con la ayuda del amigo Luis Almagro y de la OEA, y allí incluso les salió bien la jugada, al menos durante unos mesecitos, después de que las consiguientes revueltas provocadas por esas acusaciones condujeran a un golpe de Estado. Y claro, ¿por qué no lo van a hacer Milei, Villarruel y los seguidores de ambos?

Además, en unas elecciones que, según recientes encuestas, van a ser muy reñidas. Según la que sacaron nuestros compañeros de CELAG, Massa ganaría con un 46,7% mientras que Milei sacaría un 45,3%, lo que supone prácticamente un empate técnico. En un escenario con un resultado tan ajustado, las denuncias de fraude son un as en la manga de aquellos libertarios y demócratas que aceptan la voluntad popular siempre y cuando les favorece a ellos.

Si a ello le sumas los millones de suscriptores que tienen entre TikTok, Instagram y Twitter, que han estado años recibiendo la ‘información’ de ese tipo de fuentes, y el ejército de periodistas dispuestos a difundir acusaciones graves sin prueba alguna, la campaña puede llegar a tener dimensiones importantes y unos resultados imprevisibles.

Milei, como es lógico, no está solo en este camino hacia el descrédito de los resultados: lo acompaña su equipo. Lo hemos podido comprobar con el no tan extraño caso de las papeletas fugadas. Les cuento. En Argentina son los propios partidos los que imprimen sus papeletas, reciben fondos estatales para ello. Y resulta que en la provincia de Buenos Aires, la más grande del país, La Libertad Avanza entregó una cantidad de papeletas muy inferior a la que requieren las autoridades electorales. ¿Por qué? Según sus palabras, para que no las destrocen en los colegios. Dijo la compañera de fórmula de Milei, Victoria Villarruel, que en las elecciones anteriores tuvieron muchas boletas destrozadas o robadas y ahora prefieren retenerlas hasta el domingo para evitarlo, y que las entreguen sus representantes en los centros electorales a medida que se vayan agotando. Una acusación grave. Pero ¿se han presentado pruebas de que alguien les haya roto papeletas?, ¿Cuántas fueron? ¿Cómo influyó esto en el resultado final? ¿Se ha denunciado a las autoridades? ¿Se va a investigar? La respuesta les sorprenderá y coincide de forma sorprendente en todas las preguntas que se pueden responder con un sí o con un no, como le gusta al rival de Milei en las próximas elecciones: por supuesto que no. No hay prueba alguna, no se sabe cuántas fueron, no se ha denunciado, no se va a investigar, pero se va soltando a diestra y siniestra porque es así como percibe esta gente la realidad: si no nos cuadra, a ver cómo la ajustamos a nuestros intereses.

Jair Bolsonaro, antes de perder las elecciones para su segundo mandato, estuvo meses sembrando dudas acerca de las máquinas de votación brasileñas que le dieron por ganador en 2018. A causa de ello fue posteriormente inhabilitado hasta el año 2030 como candidato a cargos públicos.

En Argentina, además, esta estrategia se combina, como vimos en la entrevista de Jaime Bayly, con denuncias de un posible fraude sin ninguna base factual, con acusaciones a líderes progresistas de Latinoamérica de estar compinchados en este fraude. Que no es que sea ninguna novedad: ya vimos cómo utilizó la ultraderecha chilena la figura de Evo Morales antes del referéndum constitucional, por poner solo un ejemplo; pero sí es muy atrevida.

Milei dice que Lula está financiando una campaña sucia en su contra y obviamente no muestra pruebas. Más allá de que la campaña en su contra se la está llevando a cabo exitosamente él solito (nada más hay que ver el debate y alguna entrevista anterior), en estos últimos días bien podría acusar a todo un grupo de líderes mundiales de sumarse a esto que él llama “campaña sucia en su contra”.

El presidente brasileño, principal inculpado por Milei, se dirigió a los argentinos pidiéndoles un voto para Massa, porque “juntos Argentina y Brasil serían más fuertes que separados”. Pero a él se sumaron otras figuras políticas de fuera del país, como el expresidente de Uruguay Pepe Mujica; el presidente del gobierno español, Pedro Sánchez y el expresidente español José Luis Rodríguez Zapatero. Gustavo Petro también escribió hoy que un Milei nos regresa a Pinochet y Videla mientras que un Massa puede abrir caminos de esperanza. “Nunca hay que votar por la barbarie y siempre hay que votar por la esperanza”, remata el presidente colombiano.

En esta misma línea, durante estos días en Argentina se ha intensificado la campaña ciudadana precisamente para convencer a la gente de no votar a “la barbarie”. Escribe hoy el compañero Marco Teruggi en ‘Público’ sobre cómo el miedo a Milei alimentó una serie de iniciativas en redes, en espacios públicos y en la calle. Entre pegatinas, carteles, mensajes y hasta discursos públicos de ciudadanos que defienden la educación y la sanidad pública y que tienen memoria histórica. Es el caso del video viral que grabó Ana Careaga, una hija de desaparecidos, en un vagón del metro de Buenos Aires, y que dio lugar a más intervenciones por el estilo en el metro.

Todo esto no parece una campaña sucia financiada por los comunistas, sino más bien el miedo real entre grandes sectores de la población a una etapa neoliberal “con motosierra”, a la reivindicación —que no es lo mismo que la negación, sino algo todavía mucho más grave— de la dictadura militar, al desprecio institucional de los humildes, al racismo sin tapujos, a todo ese ‘magma’ que está detrás de lo que ellos denominan “la libertad”.

La libertad, por ejemplo, para demoler la ESMA, centro de torturas durante la dictadura militar convertido hoy en un museo de la memoria histórica, para transformarlo en lo que se les ocurra, supuestamente para “el disfrute de los ciudadanos”, tal y como propuso ayer mismo Victoria Villarruel, para “ampliar la visión de los DD.HH.”.

Vamos a ver si el miedo a esta “visión amplia de los DDHH” y a esta barbarie con apariencia de gente normal, bien vestida, autora de libros y frecuentadora de platós de televisión, se refleja en los resultados de este domingo. Aunque sabemos que el miedo nunca debería ser lo que decidiera nuestro voto, la situación en Argentina es tan crítica y la alternativa a algo tan sistémico como Massa tan terrible, que casi mejor quedarnos con lo malo conocido, que experimentar con la ultraderecha cuyas soluciones siempre creativas ya conocen muy bien en Argentina.


Puedes ver el episodio completo de La Base por Canal Red aquí:

Madrid –

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