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La prensa y el narcotráfico en Barbate

Todo se plantea como si la clave para luchar contra el narcotráfico fuera ponerle un motor más potente a las lanchas de la Guardia Civil


David Simon, periodista y guionista, dedicó una serie de 5 temporadas, The Wire, a intentar explicar el problema del narcotráfico en Baltimore y por qué la política policial de lucha contra las drogas fracasaba una y otra vez. Y uno de los sujetos en los que puso en foco y al que le dedicó la quinta temporada de The Wire fue precisamente el poder mediático, el papel de los medios de comunicación.

Simon, periodista veterano que se pateó las calles de Baltimore durante muchos años, retrató a una profesión periodística que había perdido en buena medida su propia razón de ser, que se mostraba incapaz de comprender y de explicar la complejidad del fenómeno y que cambiaba los análisis de fondo sobre el porqué de las cosas por el reduccionismo propio de una crónica de sucesos.

Ese retrato que hizo David Simon sobre el papel de los medios de comunicación en el problema del narcotráfico es perfectamente aplicable a lo que pasa en Barbate. ¿Por qué? Algunos ejemplos del enfoque que domina el discurso mediático sobre el asesinato de estos dos guardias civiles y el narcotráfico en Barbate.

Mayka Navarro -quizá la conocéis del programa de Ana Rosa- en La Vanguardia: «Faltan más medios, tanto materiales como humanos, en todos las fuerzas y cuerpos de seguridad que luchan contra el narcotráfico en el Campo de Gibraltar”.

Otra pieza, también en La Vanguardia, también firmada por Mayka Navarro: “Una zodiac de seis metros con un motor fuera borda de 80 caballos que trató de hacer frente a seis gomas de catorce metros, fibra de vidrio y cuatro motores de 350 caballos cada una. Alguien tuvo que dar la orden de que se utilizara una embarcación de rescate de goma en un dique con cuatro narcolanchas que llevaban fondeando y quemando gasoil desde primera hora de la mañana”

Ángel Expósito desde Barbate para la Cadena COPE: “los guardias no tienen medios, se enfrentan solamente con su valor y su par de… a esta panda de narcotraficantes”.

¿Qué tienen en común estos 3 ejemplos? Solo ofrecen un enfoque policial del fenómeno; lo reducen todo a un problema de falta de medios de la Policía y la Guardia Civil.

Por el contrario, no aparece ni una sola vez en ninguna de estas piezas la palabra «paro» o «desempleo», ni «desigualdad», ni «corrupción», ni «pobreza», ni «esperanza de vida», ni falta de oportunidades laborales, ni ausencia del Estado, ni ninguna de las causas estructurales -de la estructura económica y social de ese territorio- que explican realmente la existencia y el peso y el poder del narcotráfico en pueblos como Barbate. Exactamente lo mismo que denunciaba David Simon en The Wire.

Ninguno de los factores de fondo se menciona, y todo se plantea como si la clave definitiva para luchar contra el narcotráfico en Cádiz fuera ponerle un motor más potente a las lanchas de la Guardia Civil. Es evidente, y cualquiera que viva en esa región lo sabe, que las causas de fondo son otras, y esas causas, insisto, rara vez aparecen en el discurso mediático sobre este asunto; en particular, en el de la derecha mediática.

En una de las piezas anteriores de La Vanguardia se muestra de qué manera absolutamente lateral, con un matiz despectivo y clasista, se refiere este tipo de discurso mediático a esos factores económicos y sociales de fondo cuando sí los evoca. Dice Mayka Navarro: «El puerto de Barbate tiene varios diques y un gran muro, como el malecón de La Habana, pero mucho más alto. Allí se concentraron el viernes decenas, muchas decenas de jóvenes y no tan jóvenes de la localidad que llegaron quemando goma de los coches o haciendo caballitos en sus motos con el tubo de escape manipulado para hacer ruido. “Tampoco teníamos otra cosa mejor que hacer y medio pueblo se vino para aquí”, dijo uno”.

Ya se sabe que allí son unos vagos que odian trabajar y prefieren estar todo el día haciendo el gandul, ¿verdad? Escribes que “no tienen otra cosa que hacer”, pero no hablas del paro, ni de la desigualdad, ni del abandono escolar -ni de que, si eres un chaval en un pueblo como Barbate, lamentablemente, o eres camarero en temporada, o te metes a policía o a militar, o te queda poca opción más que el menudeo de droga, y encima puedes ganar más vigilando una descarga que siendo explotado todo el mes por cuatro duros-. Si omites todo eso, pues puede parecer que es cosa del carácter de los jóvenes de allí que, claro, es que son así, ¿no?

Un contrapunto al discurso mediático que reduce todo a un problema de cuántos caballos tenía el motor de la lancha de la Guardia Civil: la columna de Juan Antonio Delgado en Diario Red, “Barbate, desafíos y esperanzas”.

Delgado habla de un episodio sucedido en el año 2000 en Barbate, destino al que él mismo había sido destinado como Guardia Civil y en el que trabajó ocho años: el asesinato de un policía local, Diego Pérez. “En los días siguientes a la muerte del Cabo Pérez, el pueblo de Barbate se echó a la calle como pocas veces se recuerdan para, además de condenar lo ocurrido, exigir soluciones reales para su pueblo. En consecuencia, se tomaron decisiones durísimas para proteger la seguridad del municipio. Sin embargo, el trabajo que se realizó en materia de seguridad ciudadana no fue acompañado de otras políticas necesarias para el desarrollo social y fortalecimiento económico de la zona”.

Delgado añadía: “24 años después de la muerte violenta del Cabo Pérez, Barbate sigue teniendo los niveles más altos de desempleo, de pobreza, desigualdad, abandono escolar y faltas de perspectivas vitales para los jóvenes. Todos los planes de empleo han pasado de largo por Barbate y el abandono institucional, tanto de la Junta como del Estado, es la única política social que se ha llevado a cabo en todos estos años. De la Policía y la Guardia Civil depende la gestión de la seguridad ciudadana, pero sus agentes no pueden solucionar las causas de la situación de especial gravedad que vive la provincia y que las instituciones llevan décadas ignorando”.

Juan Antonio Delgado da en el clavo. Pero es precisamente la ausencia de todo eso de los enfoques del poder mediático lo que permite que hoy se pueda salir a intentar instrumentalizar el asesinato de esos dos guardias civiles. Que es lo que está haciendo la derecha sin ningún tipo de disimulo en las últimas horas:

Cope, 12 de febrero: “Feijóo se desplazará a Barbate hoy tras la muerte de los dos guardias civiles para conocer la situación de la zona”. (Podía hacer una gran aportación allí, porque de narcos y de lanchas el hombre saber, sabe).

OndaCero, 10 de febrero: “Pérez-Reverte estalla tras la muerte de los guardias civiles en Barbate: “Asesinados por la pasividad y cobardía de los ministros”.

Jiménez Losantos escribía en El Mundo: “Entierro en Barbate, reestreno sanchista en Valladolid”. “Los guardias civiles asesinados por una narcolancha de ricos morían en su lancha pobre sin que nadie los socorriera. Mientras Sánchez iba en Falcon a su fiesta de los Goya, en Barbate enterraban a las últimas víctimas de su negligencia”.

Okdiario, 11 de febrero: “Barbate o barbarie”. “El ministro de inseguridad y delincuencia hace tiempo que se dedica al matonismo político y a llenar de comisarios soviéticos los diferentes cuerpos policiales”.

Si hoy la derecha puede salir con este cinismo a instrumentalizar el asesinato de estos dos guardias civiles, a reducirlo todo a que si la lancha de Marlaska y a que si Sánchez estaba en los Goya, es precisamente por la ausencia en los discursos dominantes de las causas de fondo.

Si esas causas aparecieran, entonces los primeros que tendrían que agachar la cabeza y callarse serían ellos. Porque la diputación de Cádiz la gobierna el PP y la Junta de Andalucía también (y el puerto de Barbate es su competencia exclusiva), han gobernado en Barbate y han gobernado en España muchos años, y los problemas de fondo han seguido y han ido a más. Y del PSOE cabría decir exactamente lo mismo, por supuesto.

Pero eso no aparece y no aparecen nunca tampoco los peces gordos, los grandes beneficiados de esa estructura criminal. No se sigue el rastro del dinero. Y es más: cuando sí se sigue, cuando resulta que alguien desde el periodismo de investigación saca a la luz las conexiones personales y económicas por arriba entre el narcotráfico y el poder, la respuesta de buena parte de las empresas de comunicación es echar balones fuera.

Recordemos cuál fue el papel de muchos periodistas ante el escándalo de las fotos de Feijoo con Marcial Dorado -que habría acabado con la carrera política de cualquier líder de izquierdas-. El Confidencial, septiembre de 2023: “Marcial Dorado: «Me ofrecieron mucho dinero antes del 23-J por ensuciar la imagen de Feijóo». El Español, julio de 2023: “El PSOE desempolva una foto de Feijóo con un narco tomada hace 28 años para desacreditar al líder del PP”. Fernando Ónega escribió en La Voz de Galicia que la relación de Feijoo con el narcotráfico era “un borrón, no un motivo para dimitir», y habló de venganza, cacería, conspiración y profunda injusticia contra Feijóo.

Se omiten las causas de fondo, se omiten los actores más poderosos, y cuando aparecen, se echan balones fuera.Por eso pueden salir los responsables políticos de la situación a lavarse las manos diciendo: «el problema es que hay que ponerles una lancha más potente a los guardias» y «Marlaska maricón».

La prensa dice prácticamente al unísono que “se dejó vendidos a los agentes”. En realidad, en todo caso, lo que deja vendidos a los agentes es pretender que sean ellos quienes acaben con el fenómeno del narcotráfico, porque eso es pedirles que acaben con el paro, la pobreza o el abandono escolar. Lo que deja vendida a la Policía y la Guardia Civil es promover y beneficiarse desde la política y desde el poder de la estructura económica y social que genera el narcotráfico, como han hecho durante décadas tanto el PP como el PSOE, y después enviar a cuatro chavales en una lancha con un uniforme de la Guardia Civil a que lidien ellos con eso.

En el estrecho se encuentran los peones: de un lado, los empleados del Estado, y del otro, los empleados de los verdaderos narcos; mientras, los jefes de unos y de otros se fuman un puro.

No se va a acabar con el narcotráfico, ni en Baltimore ni en Barbate, con más guardias civiles, ni con más jueces, ni con más cárceles, ni con un motor con más caballos; todo eso no deja de ser lo de menos. No se va a acabar con el narcotráfico con mejores condiciones para la Policía, sino con mejores condiciones para la gente. Y eso lo sabe todo el mundo, no solo David Simon.


Este texto es una adaptación del análisis de Manu Levin en La Base, puedes ver el episodio completo aquí:

Madrid –

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