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75 años del cepo estadounidense llamado OTAN

Hoy, Pedro Sánchez no tiene ningún problema en aceptar todas las órdenes que, en el ámbito militar, emite EEUU, sean éstas entregar el Sáhara Occidental, aumentar el gasto armamentístico, convertir Menorca en un objetivo militar o no hacer nada contra el genocidio en Gaza


Al comienzo de la Guerra Fría y precisamente con el objetivo de configurar un bloque de países que pudiese actuar militarmente de forma conjunta en caso de una guerra entre la Unión Soviética y Europa occidental, se firmó en Washington el 4 de abril de 1949 el así llamado Tratado del Atlántico Norte. Ayer se cumplían exactamente tres cuartos de siglo de dicha firma y la OTAN —la organización que se conformó como resultado de dicho tratado— celebró la efeméride en su cuartel general de Bruselas entre arengas de apoyo a Ucrania, amenazas a Rusia y llamamientos a aumentar el gasto militar de los países miembro.

Más allá de lo que uno piense de la OTAN, lo que es absolutamente innegable es que no se trata de una organización democrática sino del vector mediante el cual los Estados Unidos hacen pasar por iniciativas colegiadas y comunes sus acciones bélicas e imperialistas por todo el planeta.

Cualquiera que conozca el histórico de acciones militares de la OTAN difícilmente puede contener la carcajada al leer el artículo 1 del Tratado, en el cual «las partes se comprometen, tal y como está establecido en la Carta de las Naciones Unidas, al resolver por medios pacíficos cualquier controversia internacional en la que pudieran verse implicadas«. Si algo nos ha enseñado la historia es que, a la OTAN, le gusta mucho más un buen bombardeo que los «medios pacíficos» y, también, que lo que dicen las Naciones Unidas les suele entrar por un oído y salir por el otro.

Los defensores de la Realpolitik frente al «pacifismo buenista» te dirán que el meollo de la cuestión no está en el artículo 1 sino en el artículo 5, en el que se establece la norma fundamental de que, si un miembro de la OTAN es atacado, todos los demás miembros de la OTAN están obligados a defenderlo. Así, el pertenecer a la OTAN sería una tranquilizadora garantía de que, en el caso de que cualquier ejército malvado decidiese atacar nuestro país, la potencia militar más grande del mundo —los Estados Unidos— vendrían a defendernos. El problema con ese argumento es que eso no ha ocurrido nunca en 75 años. Lo que sí ha ocurrido es que la OTAN ha llevado a sus miembros a la guerra en numerosas ocasiones —empezando por la guerra de Yugoslavia en 1995, la primera vez que la OTAN lleva a cabo una intervención militar— sin que, en ninguno de los casos, se tratara de la defensa de los intereses de un miembro que no fuera Estados Unidos. Hasta ahora, siempre que la OTAN ha agredido a un tercer país se ha tratado de una decisión unilateral no justificada mediante la defensa propia, excepto en el único caso en el cual se ha invocado el artículo 5: la invasión de Afganistán como respuesta a los ataques terroristas del 11 de septiembre de 2001 en Estados Unidos.

De hecho, basta echar un ojo a los detalles más básicos respecto de cómo está organizada la OTAN para llegar a la conclusión de que no es otra cosa que una estructura en manos de Estados Unidos. Para empezar, aunque su Secretario General haya tenido históricamente una nacionalidad rotatoria —incluyendo el mandato de un español, Javier Solana, de 1995 a 1999—, esta figura no deja de ser un portavoz civil de una organización militar sin ninguna verdadera capacidad ejecutiva. ¿O es que alguien es tan inocente como para pensar que Estados Unidos se va a dejar dar órdenes por un español —o por un noruego como Jens Stoltenberg— en materia bélica —o en cualquier otra materia—? Pero es que, además, si uno mira la lista de los Comandantes Supremos Aliados en Europa —el militar de alto rango que realmente coordina las acciones operativas—, todos y cada uno de ellos desde la fundación de la OTAN han sido generales del ejército de Estados Unidos. Y la verdad es que el resto de países miembro tampoco tiene muchos elementos para objetar el dominio absoluto estadounidense de la OTAN si tenemos en cuenta que el país norteamericano supone aproximadamente el 70% de toda la inversión militar conjunta; es decir, más del doble que la suma del gasto militar de todos los demás 31 países miembros juntos.

Basta echar un ojo a los detalles más básicos respecto de cómo está organizada la OTAN para llegar a la conclusión de que no es otra cosa que una estructura en manos de Estados Unidos

A pesar de que todo el mundo sabe que la OTAN no es otra cosa que la estructura pantalla para que Estados Unidos pueda declarar la guerra cuándo, cómo y dónde quiere, y así alimentar con billones de dólares a su complejo militar-industrial, el PSOE de Felipe González puso todo su capital político adquirido en las elecciones de 1982 al servicio de la permanencia de España en este club de súbditos del hegemón norteamericano. Quizás en uno de los episodios más infames de la Transición y después de que González defendiera de forma feroz en la campaña electoral de las elecciones generales de 1982 la salida de nuestro país de la OTAN —»OTAN, de entrada no»—, una vez en el poder con mayoría absoluta, el PSOE traicionó la palabra dada, llevó a cabo un giro de 180° y utilizó todas sus armas políticas y mediáticas para conseguir el SÍ en el referéndum que se celebró, finalmente, en el año 1986. Tal era el compromiso de Felipe González con la organización militar pantalla de Estados Unidos que llegó a sugerir a la ciudadanía que él se marcharía en caso de perder el referéndum.

Con 9 millones de votos a favor, casi 7 millones en contra y casi 1,5 millones entre votos en blanco y votos nulos, González y el PSOE ganaron aquel referéndum y consiguieron mantener a España en la OTAN. Sin embargo, del mismo modo que González mintió a todos los españoles en la campaña electoral de 1982 prometiendo la salida de la OTAN, también se han demostrado falsas las condiciones que llevaba aparejado el SÍ en el referéndum:

  • La participación de España en la Alianza Atlántica no incluirá su incorporación a la estructura militar integrada. Mentira: en 1997, José María Aznar forzó la incorporación de España a esta estructura.
  • Se mantendrá la prohibición de instalar, almacenar o introducir armas nucleares en territorio español. Mentira: el propio Felipe González firmó un convenio internacional con el Reino Unido dos años después del referéndum en el que se comprometía a dejar entrar buques británicos en nuestro territorio «sin solicitar información sobre el tipo de armas a bordo». No hace falta decir que Reino Unido cuenta con armas nucleares.
  • Se procederá a la reducción progresiva de la presencia militar de los Estados Unidos en España. Mentira: la presencia militar norteamericana en España no ha dejado de aumentar desde la aprobación del referéndum.

Hoy, en el 75 aniversario de la OTAN, nuestro país cuenta con un presidente del Gobierno que es al menos un otanista tan fervoroso como Felipe González o José María Aznar. Hoy, en el 75 aniversario de la OTAN, Pedro Sánchez no tiene ningún problema en aceptar todas y cada una de las órdenes que, en el ámbito militar, emite Estados Unidos, sean éstas entregar el Sáhara Occidental a Marruecos, aumentar el gasto armamentístico, convertir la isla de Menorca en un objetivo militar o no hacer nada contra el genocidio en la Franja de Gaza más allá de declaraciones simbólicas. Hoy, en el 75 aniversario de la OTAN, España sigue siendo un protectorado norteamericano y es precisamente a través de la OTAN como se ejerce el cepo colonial.


Madrid –

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