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Artículo publicado en Die Zeit

Judith Butler, defensora de Palestina y judía, no quiere ir a Alemania

La filósofa advierte en una entrevista, en referencia a Gaza, de que hay quien se desentiende de un genocidio cuando ocurre y luego se arrepiente de haberse negado a nombrar lo que ve y lo que sabe


Estos días, la mayor parte de la sociedad alemana y sus políticos no tienen problema alguno en dar la vuelta a los significados. Lo que ocurre se resume en dos palabrotas: el Zeitgeist de la Zeitenwende, es decir, el espíritu de los tiempos en el cambio de paradigma bélico. Ése el tufo que respira un artículo sobre la filósofa estadounidense Judith Butler en el semanario Die Zeit. El título ya delata el problema intrínseco: «El malestar con Judith Butler». Lejos de preguntarse si hay algún malestar de la comunidad internacional con Alemania, y su postura de defensa a ultranza de Israel, sin permitir siquiera la duda sobre los crímenes de guerra, dan vuelta y vuelta… y resulta que es la famosa pensadora quien provoca el malestar. El subtítulo del ensayo, publicado el 15 de noviembre, va más allá y pone en cuestión toda su obra porque, según ellos, «la filósofa estrella está siendo criticada por su postura en el conflicto de Oriente Medio». Y plantea: «¿Es su obra válida todavía?»

Se da la circunstancia bien conocida de que Butler es judía y, al mismo tiempo, anti-sionista: «una judía anti-sionista como yo se convierte en presa fácil para ellos», le ha contestado al semanario, al que no ha querido conceder una entrevista, por temor a las malinterpretaciones. La filósofa, que asegura que estuvo por última vez en 2020 en Alemania en la Universidad Técnica de Berlín, entre un gran dispositivo de seguridad, explica que ha sido «tratada con desprecio y caricaturizada de manera burda en Alemania, como si pudieran excluirme de la prohibición alemana del antisemitismo». Ella asegura que es «una judía a la que los alemanes se permiten atacar o incluso odiar». A pesar de que dice tener muchas amistades y relaciones académicas en Alemania, siente en el país «una sensación subyacente de amenaza». Y explica que es cierto el rumor de que no quiere ir al país y el motivo es que no le gusta dar conferencias en sitios donde es necesario un gran dispositivo de seguridad, por ser muy caro y no sentirse cómoda.

En Alemania se ataca a cualquiera que abogue por la justicia para Palestina, asegura Butler.

Llama la atención que la teórica, cuyo trabajo gira en torno a la construcción social de la identidad de género, muy reconocido también en Alemania, diga de forma expresa que la cobertura mediática sobre su obra y su persona en Alemania es «agresiva, incluso antisemita». Y añade que «muchos alemanes creen que el respaldo incondicional a Israel es la prueba definitiva de que no son antisemitas». Y es que ése es el ambiente que impera en Alemania en torno al conflicto entre Israel y Palestina. Sin una oposición que proteste de forma visible, sino más bien dividida, en el país se han prohibido manifestaciones y eslóganes, mientras que las pocas protestas contra Israel que hubo, se tildaron de antisemitas y se aprovecharon para alentar prejuicios xenófobos e incluso para cambiar la ley de extranjería, como ya informamos en Diario Red. En Alemania se ataca a cualquiera que abogue por la justicia para Palestina, asegura Butler, algo que este diario suscribe desde Berlín.

Cría cuervos: La autora del libelo contra Butler, una doctora en ciencias políticas y redactora de la revista llamada Anna-Lena Scholz, antigua alumna de la pensadora, asegura que «desde el ataque de Hamás a Israel el 7 de octubre, Judith Butler ha estado bajo críticas, especialmente por un ensayo, pero sobre todo por varias cartas abiertas que ha firmado.» Y le pone sorna: «Ella, la filósofa destacada. La intelectual de izquierdas. Una de las pensadoras más conocidas en la actualidad». El mensaje que Scholz nos quiere transmitir y que es una advertencia es: nadie está a salvo de ser antisemita. Criticar a Israel es ser antisemita. Defender a Palestina es antisemita. Hacer una de estas dos cosas puede destruir tu carrera aunque seas alguien famoso. Le pasó incluso a «una de las pensadoras más conocidas en la actualidad» Y enumera, como prueba, varias críticas que se han hecho a la intelectual en las últimas semanas: «la filosofía política ha fallado de manera espectacular», de forma que «está llevando directamente al lodazal antisemita»o, en otro caso, se la tilda de ‘fracaso intelectual’. Los medios que cita son… ¡Oh, sorpresa!, también alemanes: El Frankfurter Allegemeine Zeitung y el Süddeutsche Zeitung.

Célebre ilusión óptica creada por el dibujante W.E.Hill en 1915

Hay una frase en el ensayo de Scholz que es como la ilusión óptica de la vieja y la joven, que puede leerse de una forma u otra, y ambas son verdad, según quién la lea. Es cuando dice que «Judith Butler se opone a considerar al estado nacional de Israel como el único representante legítimo de la existencia judía; para ello, se basa en Hannah Arendt». Sí, es lo que hace la pensadora, ya que Israel no es el único representante legítimo de la existencia judía, porque hay más de ocho millones de judíos en el mundo aparte de los casi siete que viven en Israel. Sin embargo, la mayoría de lectores alemanes leen en esa frase, con indignación, su propia verdad: Butler se niega a reconocer al «único estado judío», como le llama incluso el canciller o el presidente.

El co-presidente verde Omid Nouripur afirmó en el parlamento que las actividades del BDS ‘no solo se dirigen contra todos los judíos, sino también contra todas las personas de Israel’.

Butler es acusada, además, de formar parte del movimiento Boicot, Desinversión y Sanciones (BDS), una campaña internacional pacífica que pretende presionar a Israel para acabar con la ocupación ilegal de territorios en Palestina y promover el fin de la desigualdad de los palestinos. En Alemania se ha tratado de ilegalizar. La última sentencia al respecto es de diciembre de 2022 y dice que los ayuntamientos no tienen derecho a cancelar actos del BDS. En 2019, los partidos socialdemócrata SPD, cristianodemócrata CDU/CSU, el partido liberal FDP, así como también el partido verde Die Grünen, condenaron el BDS por ser, según ellos, un movimiento antisemita. El co-presidente verde Omid Nouripur afirmó en el parlamento que las actividades del BDS ‘no solo se dirigen contra todos los judíos, sino también contra todas las personas de Israel’.

Todo lo que no sea la solución de los dos estados, se traduce en Alemania como el deseo de un solo estado y, con ello, de la destrucción de Israel, y, por ende, de todos los judíos. Un ejemplo de ser más papistas que el papa lo mostró una entrevista que hicieron en la televisión pública al columnista Gideon Levy, del diario israelí Haaretz. Una excepción en la cobertura desde hace más de un mes, hay que puntualizar también. En dicha entrevista, Levy asegura que es necesaria una «solución realista y justa». Y que «desde hace años, creo que la solución de los dos estados está muerta, porque si se permite a 700.000 colonos israelíes establecerse en Cisjordania, entonces dicha solución de los dos estados ha muerto». Y Levy asegura también que, para él, «solo hay dos opciones, o bien se continúa para siempre con el apartheid, y los palestinos no tendrán jamás un derecho de autodeterminación, derechos civiles… no tienen ni una nacionalidad, ni derechos humanos, ni ciudadanos, nada…» La otra solución para el periodista es «una democracia y no hay una tercera opción». Y lo deja más claro todavía: «Democracia supondría el fin del estado judío, el fin del sionismo: sería un estado entre el río Jordán y el Mediterráneo en el que estuvieran todos los millones de judíos y de palestinos, con Gaza también».

Wieland Hoban, presidente de la asociación ‘Voz judía por una paz justa en Oriente Medio’: «Asistimos a un genocidio en estos momentos.»

Estas afirmaciones han sido prohibidas de hecho en las manifestaciones en Alemania al prohibir el lema «From the river to the sea, Palestine will be free». Asimismo, tampoco existe el apartheid del que habla Levy desde Israel en Alemania, ya que quien usa dicho término tiene que ser antisemita. Pero, ¿puede ser un judío israelí también antisemita, y por tanto, antijudío? Alemania parece haberse encerrado en un dilema lógico derivado de su responsabilidad histórica para con las personas judías, por haber asesinado a más de seis millones en los campos de concentración nazis. Sin embargo, no todos los judíos están de acuerdo con Israel y en las manifestaciones en la propia Alemania hay personas judías, como las de la asociación ‘Voz judía por una paz justa en Oriente Medio’, que son acusadas de antisemitas.

En su vigésimo aniversario, celebrado el pasado 4 de noviembre en Berlín, el presidente de la asociación, Wieland Hoban, fue muy directo al expresar su opinión: «Asistimos a un genocidio en este momento. En Gaza, 9,500 personas han sido asesinadas por bombardeos israelíes, incluyendo a 4,000 niños». Nada que los lectores de Diario Red y los espectadores de Canal Red no sepan. En Alemania «muchas manifestaciones fueron prohibidas días antes, especialmente aquí en Berlín, donde la policía actuó con una brutalidad impactante y se movió más allá de la legalidad para hacer cumplir las prohibiciones», explicaba Hoban. Y seguía: «se evocó la imagen de hordas árabes y musulmanas sedientas de sangre, que representan principalmente una amenaza para los judíos y que deberían ser deportadas», algo que este diario comprobó sobre el terreno. «Las manifestaciones a favor de Palestina y Gaza a menudo fueron etiquetadas como «pro-Hamás», y si no, se les atribuían tendencias antisemitas“. De ese modo, se instrumentaliza el temor real entre los judíos, explicaba.

Al día siguiente, Judith Butler concede una entrevista

El texto anterior, era el informe que Diario Red había escrito sobre cómo se informaba acerca de Judith Butler en el semanario Die Zeit. Al parecer, la repercusión de dicho texto larguísimo ha motivado, al final, a Butler a conceder una entrevista al diario Frankfurter Rundschau. La filósofa explica en dicha conversación que el apoyo incondicional a Israel por miedo a que cualquier crítica sea interpretada como antisemita recorre la sociedad alemana. «Las atrocidades cometidas contra la población civil israelí fueron horribles y no pueden ser aceptadas ni justificadas de ninguna manera. Sin embargo, si nos interesamos por las razones que llevaron a esta violencia, deberíamos ser capaces de reconstruir la historia para comprenderla mejor», explica a la pregunta de quién es culpable en el conflicto entre Israel y Palestina. «Entender la historia y emitir un juicio moral no es lo mismo», recuerda y recalca que «el 7 de octubre no es el inicio de la historia de la violencia».

Y responde a la pregunta de cuándo empezó, respondiendo que tendríamos «que comprender los últimos 75 años, la Nakba, la traición a los palestinos a través del Acuerdo de Oslo, la historia de los bombardeos en la Franja de Gaza y la violencia de los colonos contra los pueblos palestinos». Para la filósofa, que sabe que con su posición se gana el odio de muchos de sus seguidores de las teorías de género en Alemania, es fundamental comprender «las condiciones bajo las cuales se fundó el Estado de Israel y la historia de despojo, desposesión, encarcelamiento, asedio y bombardeo». Butler criticó al gobierno estadounidense y recordó que Francia e Irlanda abogaron por un alto el fuego, así como por comenzar un proceso de diálogo para liberar a los rehenes israelíes. Uno de los problemas dialécticos en los que se ha enredado el estado alemán consiste en considerar la existencia del estado de Israel como una cuestión de estado. Para Butler, «al decir ‘Israel tiene el derecho a existir’, generalmente se defiende el derecho de Israel a no ser destruido por la fuerza», y eso es una posición lógica. Sin embargo, la pensadora llama la atención sobre el hecho de que los estados en sí «no ejercen un derecho a existir como sujetos humanos». Por otro lado, los estados que cometen limpiezas étnicas «deben enfrentar la cuestión de la legitimidad».

Judith Butler al diario Frankfurter Rundschau: «Hay personas que se apartan de un genocidio cuando ocurre y luego se arrepienten de haberse negado a nombrar lo que ven y saben».

Butler fue puesta en cuestión en el pasado por un vídeo en el que encuadraba a las milicias de Hamás y de Hezbolá dentro de movimientos anticoloniales, y por tanto, de la resistencia mundial en el marco de las izquierdas. En el diario FR dice al respecto que «podemos rechazar el marco ‘colonial’, pero esto es parte de un patrón de negación que con demasiada frecuencia es compartido por aquellos que, por sus propias razones internas, deben apoyar incondicionalmente a Israel para no convertirse en blanco de acusaciones de antisemitismo». Sobre la situación en Gaza, Butler no deja lugar a dudas y se le permite expresarse en la prensa alemana por su popularidad, aunque encuadrada bajo la etiqueta de antisemitismo: «Hay personas que se apartan de un genocidio cuando ocurre y luego se arrepienten de haberse negado a nombrar lo que ven y saben». Butler ve en la actuación de Israel el delito de genocidio: «la comisión de ciertos actos con la intención de destruir, total o parcialmente, a un grupo nacional, étnico, racial o religioso como tal». Y argumenta que «esto es claramente el caso cuando más de 10,000 personas, incluidos niños y bebés, son asesinadas, y cuando se destruye la infraestructura vital, incluida la reproductiva».

La filófosa firmó una carta con el título «filosofía por Palestina» y argumenta que lo hizo porque el lema derivado del holocausto, «Nunca más», segura, «no se aplica solo al pueblo judío, sino a toda la humanidad». En este sentido, asegura ser universalista. Butler quiere dejar claro que, Hamás debe ser señalada y responsabilizada por sus acciones“ y que en su obra ha dejado claro, que  defiende «la no violencia como práctica y filosofía». Y explica que «muchos se sentirán molestos cuando use el término «resistencia armada», ya que «terrorismo» debería ser el único nombre para esa violencia, y eso es ciertamente una táctica discursiva para no solo evadir preguntas como estas, sino también para justificar la masacre masiva de civiles». Butler aboga por el fin de la violencia y por una gran conferencia de paz en la que todos puedan participar. «Arendt entendía que las personas deben actuar en conjunto para crear una forma de gobierno que refleje su voluntad», explica, y advierte de que las grandes potencias no pueden imponer una solución, ni ésta podrá tener éxito si se basa en la discriminación y la exclusión de un grupo en favor de otro. «Como pensadora judía, Arendt comprendió que no tiene sentido que un grupo de refugiados, a raíz del régimen nazi, convierta a otro grupo en refugiados». Esta contradicción fatal, como ella la llama, aún no se ha resuelto.


Berlín –

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