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Nicolas Landemard / Zuma Press / ContactoPhoto

La diplomacia israelí presiona a Borrell mientras la inacción europea ante el genocidio continúa

El Mundo se hace eco de filtraciones diplomáticas desde Tel Aviv y acusan al responsable de la política exterior de la UE de «buscar el Nobel de la Paz»


«Borrell quiere recibir el Premio Nobel de la Paz a costa de la seguridad de Israel y de los habitantes de Gaza». El diario El Mundo filtraba así el pasado miércoles las declaraciones de fuentes diplomáticas israelíes que evidenciaban el malestar en Tel Aviv con las últimas declaraciones del Alto Representante de la Unión Europea para su política exterior y de Seguridad.

Las palabras de Borrell -que de momento y desde hace cuatro meses son solo eso, palabras- a inicios de la semana insistieron en la postura del mandatario europeo sobre lo desmedido de los ataques israelíes, afirmando que las acciones Gaza son «excesivas» y «desproporcionadas», y el balance de muertos «demasiado» alto, siguiendo la estela de Biden, quien afirmaba recientemente que la respuesta militar de Israel como «exagerada». El gobierno de Netanyahu reaccionó como suele hacerlo ante cualquier mínimo atisbo de crítica ante el genocidio en marcha, acudiendo presto a disciplinar a los líderes de la UE: «Israel se adhiere estrictamente a las leyes internacionales de guerra, garantizando el movimiento seguro de civiles en Gaza. En marcado contraste, Hamas impide su paso seguro. Nuestro compromiso con las vidas de los civiles de Gaza es mayor que el de Hamas. Los llamamientos a limitar la defensa de Israel sólo fortalecen a Hamas. Tenga la seguridad de que Israel está determinado en su misión de desmantelar a Hamas» contestaba a Borrell el ministro israelí de Exteriores, Israel Katz.

Las palabras de Borrell están siendo aplaudidas por muchos de los medios progresistas en Europa, tildadas de «franqueza» o incluso de valientes, si bien los hechos y datos contradicen su discurso: la Unión Europea no ha implementado ningún tipo de sanción económica, comercial ni diplomática con Israel hasta la fecha y el estado sionista continúa teniendo a la Unión Europea como principal socio comercial. Bruselas mantiene, de hecho, un acuerdo comercial preferencial con Israel, cuyo artículo dos condiciona la vigencia del mismo al respeto de los derechos humanos. 

La reciente petición de los gobiernos de España e Israel para revisar dicho acuerdo en Bruselas ya se ha topado con advertencias que señalan a los números, ya que comprometería casi 30.000 millones en exportaciones para la UE.

La evolución en las posturas de Borrell es evidente: si en noviembre viajaba a Israel a presentar a Isaac Herzog su «solidaridad y apoyo al derecho a la defensa» pese a mostrarse «preocupado» con los civiles en Gaza, en enero recibía el Honoris Causa en Valladolid señalando una obviedad histórica: la creación de Hamás por parte del estado israelí. Este movimiento discursivo 28.000 muertos después, puede ser síntoma de una preocupación,- esta sí, real-, por su propio futuro político e imagen pública ante la evidencia de la brutalidad israelí. Tel Avivi tampoco lo pasa por alto y afirma a El Mundo que «con su petición de un embargo de armas a Israel y una tregua inmediata cuyo significado es la continuación de Hamas en la Franja de Gaza para poder seguir atacándonos y controlar a su población sin importar sus necesidades, Borrell quiere recibir el Premio Nobel de la Paz a costa de la seguridad de Israel y de los habitantes de Gaza» advirtiendo de que «no corresponden a la política consensuada de la UE tal y como se expresó en la reunión de sus líderes en octubre en la que reconocía el derecho de Israel a defenderse y las decisiones del Parlamento europeo».

El segundo movimiento esta semana en clave estatal -la carta de Sánchez y su homólogo irlandés a la Comisión Europea pidiendo la revisión del acuerdo comercial- podría analizarse también con un prisma similar: las evidencias de envío de armas por parte de España, que vendió en noviembre un millón de euros en armas a Israel pese a que Exteriores afirmó en tres ocasiones que no había exportaciones bélicas a Tel Aviv desde el 7 de octubre, se hacían aún más graves cuando se confirmaba que nuestro país había sido el principal exportador comunitario a Israel en noviembre, uno de los meses más sangrientos del genocidio en curso.

Las palabras de Borrell están siendo aplaudidas por muchos de los medios progresistas en Europa, tildadas de «franqueza» o incluso de valientes, si bien los hechos y datos contradicen su discurso: la Unión Europea no ha implementado ningún tipo de sanción económica, comercial ni diplomática con Israel hasta la fecha y el estado sionista continúa teniendo a la Unión Europea como principal socio comercial.

Con la convocatoria de una manifestación para «parar la masacre» desde las fuerzas gubernamentales este sábado, el gesto a la interna de Sánchez busca posicionarse en su electorado como un líder comprometido con la paz en Palestina y borrar el mal recuerdo de los datos comerciales o de envío de armas que evidencian lo contrario. Sin embargo, la solicitud hecha a Bruselas cuenta con pocas posibilidades de materializarse en un acto real, según apuntaba este jueves una extensa pieza del diario Público, que consultaba al European Council of Foreign Relations. Desde allí se afirmaba la improbabilidad de que Bruselas pudiera echar la borda el acuerdo en su totalidad, pudiendo alegar múltiples razones para no hacerlo, entre ellas, las técnicas, algo en lo que la tecnocracia europea es experta. En su lugar, quedarían los «pequeños gestos» a nivel estatal -como el reconocimiento del estado palestino o el apoyo a la URNWA- que efectivamente, son eso, pequeños, ante la magnitud de la masacre.


Madrid –

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