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Stéfanos Kaselakis

El nuevo líder de Syriza anuncia su deseo de ser padre mediante un vientre de alquiler

El giro neoliberal de la formación griega que representa el banquero y empresario Stéfanos Kaselakis se acentúa con su posicionamiento en torno a la gestación por sustitución


Desde que Stéfanos Kaselakis, de 35 años, ganara el pasado septiembre las primarias de Syriza tras la marcha de Tsipras derrocando a la hasta entonces sucesora oficial y ex Ministra de Trabajo Efi Achtsioglou, muchos han señalado el declive de la formación de izquierdas. Stelios Kouloglou, eurodiputado de Syriza, declaraba al diario británico «The Guardian». que su partido había muerto esa noche. “Apareció casi de la nada y ahora está al mando». Kaselakis, un aparente newcomer en el panorama griego, ha sido criado al calor de Goldman Sachs y de la industria naviera en Estados Unidos, y su irrupción ha venido acompañada de un modelo aspiracional para su partido pasado en el “modelo estadounidense” —fue voluntario en el equipo electoral de Biden— y define su irrupción política como un impass en su carrera empresarial, ya que se postula como el único capaz de frenar a la derecha griega en el poder por su conocimiento del poder financiero.

Kaselakis, definido como liberal por los medios de la derecha europea, genera no pocas contradicciones en el seno de su partido, pero la última, termina por definir el perfil neoliberal del candidato: ha anunciado su decisión de comprar dos bebés mediante un vientre de alquiler

Kaselakis, definido como liberal por los medios de la derecha europea, genera no pocas contradicciones en el seno de su partido, pero la última, recientemente anunciada, termina por definir el perfil neoliberal del candidato. Kaselakis ha comunicado a Alpha TV  su decisión de comprar dos bebé mediante un vientre de alquiler junto a su marido, el norteamericano Tyler McBeth. En esa misma entrevista, Kaselakis aseguraba ser «muy rico» para los estándares griegos, como «para no tener que volver a trabajar».

Kaselakis reviste esta decisión de “igualdad social” zanjando un debate social que sin embargo, ha sido enunciado como una forma de violencia reproductiva por los movimientos feministas de todo el mundo: tal es el caso de España, donde las recientes polémicas surgidas en torno a esta cuestión en nuestro país, han revelado la vulnerabilidad de las mujeres que participan de esta industria en países como Ucrania o los propios Estados Unidos y la vulneración de derechos existente tanto de las madres como de las niñas y niños paralela al lucro millonario de las empresas dedicadas a este fin. 

En el caso griego, aunque menos conocido, el país heleno es también una puerta de entrada a esta forma de explotación reproductiva: como celebran las propias páginas web de empresas dedicadas a esta práctica, la legislación griega contempla la gestación subrogada desde 2004 y fue en 2015 cuando se amplió la ley para permitir a los ciudadanos extranjeros participar en el proceso. De hecho este año pasado 2022 la legislación ha ampliado la edad de participación de las futuras mamás hasta los 54 años, y como reza una de esas webs “Grecia está en la Unión Europea y dentro del espacio Schengen por tanto evitamos el cruce de fronteras con un bebé al regresar a casa, además de contar con la tarjeta sanitaria Europea para cualquier contratiempo que nos pueda surgir.”. La realidad es que, bajo un aparente «altruismo» se esconden redes transnacionales de explotación en las que la carne de cañón son mujeres provenientes principalmente del Este de Europa. Ello ha hecho surgir varios casos de clínicas ilegales desmanteladas en el país, como la desmantelada en Creta el pasado agosto, donde mujeres de origen georgiano gestaban bebés en condiciones precarias para parejas europeas.


Madrid –

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