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El Mercurio refleja la nueva Junta Militar de Chile

Portada de el periódico chileno El Mercurio

La Base

El Mercurio debe pedir perdón

Lo mínimo que podría hacer El Mercurio y la familia Edwards, aunque sea con 50 años de retraso, es pedir perdón por su cooperación necesaria con el golpe, la persecución y el asesinato de miles de chilenas y chilenos, algo que hasta la fecha no han hecho nunca.


A 50 años del golpe militar contra el Gobierno de Salvador Allende, no se puede hablar de golpismo en Chile sin hablar del papel de El Mercurio, el periódico de la familia Edwards. Un dato: en torno a dos millones y medio de dólares de financiación directa de la CIA a El Mercurio entre 1970 y 1973 para promover, justificar y defender el golpe de Estado contra el Gobierno de Unidad Popular. Todo documentado en los informes Church del Senado estadounidense. ¿En qué se tradujo todo es apoyo económico del imperio del norte? Repasemos algunos ejemplos que forman parte de lo peor del golpismo mediático mundial. Portada de El Mercurio tras el golpe de Estado:

“Junta Militar controla el país. General Pinochet preside el Gobierno. Murió Allende. Hacia la Recuperación Nacional”.

“Murió” Allende. Como Lorca, que también “murió”, ¿verdad?

Existen multitud de trabajos y material audiovisual sobre el papel golpista de El Mercurio; por ejemplo el documental «el diario de Agustín» (Agustín Edwards), que está disponible en Youtube y es muy recomendable. Nosotros vamos a ver  algunos ejemplos más del papel que jugaron los periódicos de los Edwards (El Mercurio y La Segunda) antes del golpe de Estado, preparando el terreno para que fuera posible, y durante la dictadura y el terrorismo de Estado que desató el pinochetismo, ocultando, negando o mintiendo alevosamente sobre el secuestro, tortura y asesinato de miles de personas en Chile.

Meses previos al golpe de Estado del que ahora se cumplen 50 años. Portadas y noticias de El Mercurio, destinadas a instalar la idea de un país en caos por culpa del malvado Allende:

«Gobierno se pone la margen de la ley».

«Huelgas paralizan al país. En estado de emergencia otra provincia».

«Crece alarma por desabastecimiento».

Primeros días ya de septiembre de 1973:

«Chile al borde de la quiebra de su sistema democrático».

Y portada tristemente célebre de La Segunda el 10 de septiembre de 1973, en la víspera del golpe militar:

«Renuncie, hágalo por Chile». Los Edwards mostrándole la puerta de salida a Allende un día antes del golpe que acabó con su vida y con la democracia en Chile.

Pero El Mercurio no se quedó ahí, todavía falta lo más siniestro: después del golpe, el periódico de los Edwards colaboró activamente con el pinochetismo y en particular con la represión. Basta ver, por ejemplo, la portada en la que publicaron las palabras del propio Pinochet definiendo a El Mercurio, con lenguaje militar, como «trinchera contra el totalitarismo»: «desde este mirador que ya tiene 75 años de historia se debe orientar a los chilenos en estos años difíciles», dijo el dictador.

El Mercurio publicó también, por ejemplo, esta otra portada sobre la Junta Militar golpista: «libraron a Chile del marxismo», con las fotos de Augusto Pinochet y otros militares.

Pero si hay algo especialmente sangrante es el papel que jugó El Mercurio justificando, amparando y podría decirse que siendo parte sustancial del terrorismo de Estado de la dictadura. 26 de septiembre de 1973, dos semanas después del golpe: «La Junta Militar ordena ubicar y detener a las siguientes personas». Y debajo, las fotografías de varios dirigentes revolucionarios, entre ellas la de Miguel Enríquez, líder del MIR, que acabó siendo asesinado por la dictadura. El Mercurio actuando directamente como el boletín oficial del pinochetismo.

Un paréntesis: es muy recomenable ver las películas de Carmen Castillo, cineasta chilena que era la compañera de Miguel Enríquez. La flaca Alejandra, por ejemplo, o Calle Santa Fe, una película documental en la que la propia Carmen Castillo vuelve de su exilio en Francia a la calle y a la casa en Santiago en la que Miguel Enríquez fue asesinado y ella fue herida, y reconstruye la historia.

Pero sigamos con uno de los ejemplos más brutales de la cooperación necesaria de El Mercurio y La Segunda para intentar encubrir decenas de asesinatos por parte del terrorismo de Estado de Pinochet: la llamada “operación Colombo”, o “Caso de los 119”. La operación Colombo fue un operativo organizado por la dirección de inteligencia Nacional de Chile, la temible DINA, para encubrir el secuestro y desaparición forzada de 119 opositores a la dictadura de Pinochet, la mayor parte de ellos miembros del MIR, pero también miembros del Partido Comunista, del Partido Socialista, del Movimiento de Acción Popular Unitaria, de la Liga Comunista de Chile y del Partido Demócrata Cristiano, y también algunas personas sin militancia política. La operación consistió en publicar información falsa en medios extranjeros sui generis primero, y en El Mercurio y La Segunda después, para decir que esas 119 personas desaparecidas por la dictadura en realidad habían muerto en enfrentamientos contra fuerzas de seguridad extranjeras o matándose entre ellos mismos. La primera parte de la operación consistió en publicar una serie de artículos e informaciones en la prensa chilena que hablaban de un supuesto avance de guerrilleros chilenos desde Argentina hacia Chile y anuncios sobre supuestas muertes de opositores chilenos en el exterior. Así se creó el clima necesario para hacer verosímil la noticia de que todas esas personas cuya desaparición estaban denunciando sus familias en Chile, en realidad eran guerrilleros que se asesinaban entre ellos mismos. Y ahí llegó la gran mentira: la revista argentina Lea, creada específicamente para publicar esto, y el diario O Dia de Brasil, hecho reaparecer también ad hoc para sacar esta falsa información, publicaron que decenas de chilenos habían muerto en Salta, en el norte de Argentina, en enfrentamientos con los militares, o que se habían matado entre ellos. Estas notas fueron reproducidas por la Agencia UPI y publicadas por El Mercurio y La Segunda. El 23 de julio de 1975, El Mercurio publicó una lista con 60 nombres bajo el titular: «identificados 60 miristas asesinados».

En el antetítulo, los empleados de Edwards añadieron la mentira criminal: «ejecutados por sus propios camaradas».

Al día siguiente, el 24 de julio, La Segunda, el otro periódico de los Edwards, publicó esta portada macabra:

«Exterminados como ratones». 59 miristas chilenos caen en operativo militar en Argentina.

60 + 59: 119. «¿Dónde están los 119? No se mataron entre ellos. Fueron detenidos en Chile. El Gobierno debe responder», siguieron denunciando las familias.

Los Edwards no solo se quedaron simplemente en publicar todo ese montaje de la DINA para encubrir las desapariciones: también publicaron un editorial en el que casi se jactaban de que su mentira quitaba la razón a todas las denuncias sobre el terrorismo de Estado en Chile. Editorial de El Mercurio del 25 julio de 1975: «Los políticos y periodistas extranjeros que tantas veces se preguntaron por la suerte de estos miembros del MIR y culparon al gobierno de la desaparición de muchos de ellos, tienen ahora la explicación que rehusaron aceptar. Víctimas de sus propios métodos, exterminados por sus mismos camaradas, cada uno de ellos señala con trágica elocuencia que los violentos acaban por caer víctimas del terror ciego e implacable que provocan, y que, puestos en ese camino, ya nada ni nadie puede detenerlos». Uno de los editoriales más vergonzosos de la historia de los medios de comunicación en el mundo. Solo por esto, El Mercurio debería haber dejado de existir hace mucho tiempo. Por cooperación necesaria para identificar en sus portadas a personas que la dictadura después asesinó, por ocultar crímenes que incluyen, solo en este caso, 119 asesinatos, y por seguir durante toda la dictadura apoyando la represión y negando las desapariciones. El Tribunal de Ética del Colegio de Periodistas de Chile, en 2006, en un fallo de 35 páginas, estableció la responsabilidad de los entonces directores de El Mercurio, René Silva Espejo, y de La Segunda, Mario Carneyro, aunque ambos habían fallecido antes del proceso, por lo cual no pudieron ser condenados. También sancionó a la periodista de El Mercurio Beatriz Undurraga con tres meses de suspensión. Por su parte, ni El Mercurio ni La Segunda han mostrado jamás arrepentimiento por su cooperación necesaria con el encubrimiento de estos asesinatos.

Otra portada criminal de La Segunda: febrero de 1977, «no hay tales desaparecidos».

Los 50 años del golpe contra Allende que se conmemoran estos días también son los 50 años de toda esta infamia mediática. «No hay tales desaparecidos». Lo mínimo que podría hacer El Mercurio y la familia Edwards, aunque sea con 50 años de retraso, es pedir perdón por su cooperación necesaria con el golpe, la persecución y el asesinato de miles de chilenas y chilenos, algo que hasta la fecha no han hecho nunca.

Por cierto, una gente que dice básicamente lo mismo que esta última portada de La Segunda pero sobre la dictadura de Videla, Milei y Villarruel, que niegan los 30.000 desaparecidos, son los que ahora podrían ganar las elecciones en Argentina. Memoria para no repetir la historia y para entender también lo que sucede hoy.

Aquí puedes ver y escuchar el análisis íntegro en La Base:


Madrid –

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