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Fachada de la Basílica de la Macarena — María José López / Europa Press

Un año sin el genocida Queipo de Llano en la Basílica de la Macarena de Sevilla

Las asociaciones memorialistas se plantean como objetivo recuperar para sus legítimos dueños el patrimonio expoliado por el general golpista 


La noche del 2 de noviembre de 2022, en la frontera con la madrugada del 3 de noviembre, de manera sorpresiva y en aplicación de la ley de memoria histórica, que entró en vigor el 19 de octubre, la Hermandad de la Macarena finalmente se vio forzada, después de resistirse durante décadas, a acceder a una petición histórica de las víctimas sevillanas del franquismo que nunca han contado con el apoyo ni del Ayuntamiento de Sevilla ni de la Junta de Andalucía, a pesar de que durante muchos años ambas instituciones han estado gobernadas por el PSOE, para sacar del templo los restos de Queipo de Llano. 

Los cuerpos del general golpista Gonzalo Queipo de Llano, que infundió el terror en Andalucía desde las ondas de Radio Sevilla y que mandó matar a unas 50.000 personas, salían así del templo hispalense junto con su mujer, Genoveva Martí, y el auditor militar Francisco Bohórquez. Entre aplausos de sus familiares, un furgón fúnebre se llevó los restos de quien ordenó asesinar, entre otros, al Padre de la Patria Andaluza, Blas Infante, y sembró el terror en Andalucía tras el golpe de Estado del 18 de julio de 1936. 

Paqui Maqueda, una de las fundadoras del movimiento hispalense por la recuperación de la memoria democrática en Sevilla, se levantó de la cama en cuanto se enteró de que estaban sacando a Queipo de Llano de la Basílica de la Macarena, símbolo de la religiosidad popular. Ni corta ni perezosa, se cogió un taxi y se plantó delante de los descendientes del genocida: “Honor y gloria para las víctimas del franquismo”, gritó entre la oscuridad de la noche. Sola, con la única compañía de su fortaleza moral y ética. A continuación, enumeró a voz en grito a sus familiares que fueron represaliados tras el golpe de Estado militar.

La activista, Paqui Maqueda, ante la fachada de la basílica tras la exhumación de Queipo de Llano — Joaquin Corchero / Europa Press

Preguntada por Diario Red, Maqueda, que hace 15 años comenzó junto con su hermana y otros activistas a poner fotografías en blanco y negro de “mis muertitos” en la céntrica Plaza de la Gavidia, admite que fue un acto “muy de barriga” y que ver aplaudir a los familiares de Queipo de Llano la llenó de rabia.

Un año después, las víctimas del franquismo no se conforman con haber sacado los restos del jefe militar de los sublevados en Sevilla, sino que aspiran a “que sea devuelto al pueblo lo que del pueblo salió”, en palabras de Juan Morillo, otro de los históricos del movimiento memorialista hispalense, que trabaja sin descanso desde hace décadas por desenterrar los candados del franquismo. 

El símbolo del expolio del franquismo en Andalucía es el Cortijo de Gambogaz, popularmente conocido como el ‘Pazo de Meirás andaluz’

RECUPERACIÓN DEL EXPOLIO

Las asociaciones de víctimas aspiran a que todos los bienes patrimoniales que los golpistas se apropiaron de forma indebida, y que más tarde han pasado a manos de sus herederos, sean devueltos a sus legítimos dueños. El símbolo del expolio del franquismo en Andalucía es el Cortijo de Gambogaz, popularmente conocido como el ‘Pazo de Meirás andaluz’.

El Cortijo de Gambogaz es una finca situada en el municipio sevillano de Camas, muy cerca de la capital y a pocos metros de la ribera del Guadalquivir, una de las vegas agrícolas más fértiles de Andalucía. En total, la finca son 640 hectáreas de regadío que cuentan con una casa que tiene una torre de estilo gótico-mudéjar, catalogada como Bien de Interés Cultural (BIC), que fue la residencia oficial de Queipo de Llano hasta su muerte en 1951.

Cortijo de Gambogaz.
Cortijo de Gambogaz — Raúl Solís

La finca fue un regalo que le hizo el alcalde franquista de Sevilla en 1937, Ramón de Carranza, al genocida por su labor como jefe militar de las tropas sublevadas. Las 640 hectáreas de tierras y el caserío fueron expropiados a su legítimo propietario, Ignacio Vázquez, un terrateniente famoso por su buen trato a los jornaleros y por haber modernizado la explotación agrícola, siendo un ejemplo de aplicación de los cambios que produjo la reforma agraria que puso en marcha la Segunda República.

A Ignacio Vázquez se le expropió el Cortijo de Gambogaz por 100.000 pesetas, que fueron recaudadas por el Ayuntamiento de Sevilla en una cuestación popular y del salario de un día de trabajo de los funcionarios municipales y de la Diputación provincial. Actualmente, la finca es propiedad de los nietos del criminal de guerra que llamaba desde Radio Sevilla a violar mujeres. La explotación agrícola sigue siendo muy rentable y en ella se siembran, sobre todo, verduras y hortalizas. El cortijo está en el punto de mira de las asociaciones memorialistas también porque fue un lugar de trabajo esclavo durante la dictadura. En la finca trabajó de niño el torero Curro Jiménez, natural de Camas, cuyo padre era republicano.

Gambogaz, según el Instituto Andaluz de Patrimonio Histórico, fue en su origen una alquería andalusí que pasó a manos de los conquistadores castellanos que se repartieron Sevilla tras la conquista en el siglo XIII por las tropas de Fernando III de Castilla. En 1851, la finca agrícola fue comprada por Manuela Gutiérrez a los monjes cartujos de Santa María de las Cuevas, quien se la dejó en herencia a su hijo, Ignacio Vázquez y Gutiérrez, último propietario de la hacienda antes de ser expropiada y que pasara a ser propiedad del genocida Queipo de Llano. 

El propietario legítimo de la hacienda, Ignacio Vázquez, fue una figura clave de la agroburguesía sevillana, de la modernización del campo andaluz en el siglo XIX y considerado un renovador de los grandes latifundios agrícolas, contrario a la imagen del agroburgúes andaluz como rentista, vividor, con comportamientos coloniales y poco dado a generar empleo con derechos en las zonas rurales. El hombre al que el franquismo le expolió sus propiedades dirigió sus explotaciones con inusual inteligencia y llegó a fundar y presidir el sevillano Círculo de Labradores y Ganadores. Entre sus aportaciones al campo andaluz, Ignacio Vázquez fue el primer terrateniente que importó maquinaria inglesa para mecanizar y modernizar las labores agrarias en Andalucía.

El biznieto de Ignacio Vázquez, del mismo nombre y apellido, fue un destacado miembro del Partido Comunista de España que llegó a ser candidato al Senado por Sevilla en las primeras elecciones generales tras la recuperación de la democracia.  Sus tataranietos, herederos legítimos, reclaman que se aplique la ley de memoria histórica para desvelar cómo se enajenó la finca, ya que consideran que la norma les ampara para reivindicar las propiedades que le fueron expoliadas a sus antecedentes. 


Madrid –

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