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Mi celda es tu celda

Quiero la misma celda que comparten todos esos que miran a otro lado cuando hay un genocidio en Gaza o dicen que “se muere gente”


La celda de Julian Assange mide lo mismo que la tuya. La de Pablo González también (si no sabes de quién te hablo tienes un problema o Casals se ha vuelto a salir con la suya).

La celda de Pepe Mujica mide lo mismo que la tuya. La de Nelson Mandela también.

Tu casa es mi casa. Mi celda es tu celda. La abeja reina es republicana. Maya quería heredar la empresa.

La celda de Marcos Ana me pregunta cómo es un árbol, cómo es el canto del río cuando se cubre de pájaros, cómo es la amnistía que siempre llega tarde donde nunca pasa nada.

La celda de los otros tiene las llaves puestas, una ganzúa fabricada en los altos hornos de Mordor o en Gusen.

Las puertas de sus celdas están siempre abiertas, como las venas de América Latina.

Lledoners versus Waterloo. El Pardo versus Montauban.

Wikileaks es nuestra biblia. Basada en hechos reales, sin maquillar, sin tíos sangrando en una cruz. Los nuestros y nuestras vuelan por los aires mientras los soldados israelíes se hacen selfies delante de los escombros de lo que siempre fue Palestina.

Su vía crucis es una película de Disney comparado con nuestro carril izquierdo sembrado de bombas lapa fabricadas por los mandamases que dicen eso de “estas medidas de austeridad solo pueden entrar en la boca de la clase trabajadora si un partido socialdemócrata (o algo) les hace el avioncito”.

No hay una última cena sino millones de últimas cenas. La de los millones de familias masacradas en Iraq y Afganistán. Stealth Fighter muérete. Y no me olvido de Yugoslavia. Ni del frente de Gandesa, primera línea de fuego. La Desbandá de Schindler.

Judas se reproduce por esporas en Kandahar y Mosul. En el Dombás y en Sidón. De Acerinox a Tubacex.

Abu Ghraib es el templo de los mercaderes. Guantánamo la siguiente pantalla. Cualquier día nos echan una red por encima y voilà.

Altsasu, Zaragoza, rodea el Congreso… que soy compañero, ¡coño!

Alfon, Hasel, Víctor Jara, AlkaEta… armas de destrucción más IVA.

No enviamos armas a Israel a la luz del día ni con luces y taquígrafos pero las enviamos, que somos españoles y sabemos lo que queremos. ¡A por ellos!

Pagó con su vida (que era la nuestra) el maestro republicano que quería llevar a los niños a ver el mar. La mar.

El maestro republicano que les enseñaba a pensar. Pensar es la Isla de Robben de la Humanidad.

Nos mandan al rincón de no pensar y de acatar una semana sí y otra también.

A otros les mandan a Sanxenxo a lucir palmito. Al menos no está en Bostwana dando por saco.

Los que hicieron negocio con las mascarillas, los que asesinaron a miles de amigos y amigas durante esos días fatídicos de la pandemia siguen impunes. Sin piedad. Sin celda para ellxs.

Me lo confesó hace poco una enfermera de una residencia pública: “los recogíamos con palas, prácticamente”.  Lleva meses yendo al psicólogo, ha pensado en tirarse desde el cuarto piso donde vive.

Hija de fruta.

Sus celdas están abiertas de par en par, puertas giratorias que algún día darán al infierno, el suyo.

Si extraditan a Assange nos extraditan a todas.

Nos quieren con cinta americana en la boca y con cinta americana en las orejas (mientras en los auriculares inalámbricos suena la última de Ana Terradillos).

A mí lo que me hubiera gustado es vivir en la celda de Serrano Súñer. Ese hombre que cuando la GESTAPO le llamó para advertir de la presencia de españoles y españolas (vascos y vascas) en los campos de exterminio nazi dijo eso de: “Acabe con todos ellos, no son spanien”.

Yo quiero vivir en la celda de Aznar, Blair y Bush. Con vistas a las Azores.

Quiero vivir en la celda de los tipos que torturaron hasta la muerte a Mikel Zabalza y por ende (años después) a Ion Arretxe.

Quiero disfrutar cada día de la celda en la que se pudrió González Pacheco (Billy el niño).

Que construyan un Marina D’or en la DGS o en Intxaurrondo. Con decenas de ninots en forma de Corcuera atornillados a la pared, pegando (gracias a un muelle) patadas en las puertas de las celdas para que salgan por ahí los suyos, los de siempre.

La celda de Zaplana. La Celda del Señor X. La de Urdangarín.

Habría que hacerle un monumento a los que siempre se salen con la suya. El NH Impunidad.

¿Qué pasó la noche antes de que Rita cantara en el Congreso?

La community manager del perro de Espe es alérgica a los perros, y a los abuelos.

Eme punto Rajoy. Rodrigo Rato hace cosas. Muy españolas, mucho España.

Los renglones torcidos de los brazos de Blesa. Puto ponedle nombres y apellidos a los protas y secundarios de la película de Sorogoyen “El Reino”.

Me decía una amiga que trabaja en el Zoo de Madrid que a los flamencos les quitan un trozo de un ala para que no puedan volar. No necesitan ni celda.

Que a las jirafas las esconden en un refugio cuando hay lluvia porque debajo de la arena que pisan a diario hay hormigón y si las dejan ahí con la lluvia se romperían las patas y la crisma. ¿Qué hace una jirafa en Madrid?

Que los osos saludan cuando les das comida. Ya no son osos ni son nada. El emparedado de crema de cacahuete de Bubú es la nueva hostia consagrada de los animales encarcelados. Un oso que saluda, vamos no me jodas.

Nuestras celdas, sus llaves. Somos sus flamencos, sus jirafas, sus osos amorosos.

Nos saludan desde el otro lado de la verja. Y ojo que las adornan con concertinas.

Ellos viajan en tanquetas, Pumas, Dodge Dart, Falcon Crest. Nosotros en coches con pegatinas que dentro de un año tendremos que quemar en una hoguera de las vanidades para comprarnos un coche eléctrico que no podremos pagar ni en doscientas vidas.

Gritan Jehová y a Irene Montero le llueven (sin su consentimiento y el tuyo) miles de piedras.

Lloviendo piedras, gracias Ken Loach.

Sueñan con una Irene Montero que tenga las llaves de las celdas de todos los violadores. Que cada día saque una bolita de una bolsa, mira el nombre y suelte a uno.

Todo lo bueno de los demás es suyo. Inventaron el fuego, la rueda, el divorcio, el aborto, el matrimonio homosexual y hasta la jornada de ocho horas.

En su día mataban contra todas estos avances. Veto va, veto viene. Te voy a dar un gato.

Su biblia no entra en el contenedor marrón ni en la bolsita negra de los excrementos del perro. No se la creen ni ellos.

La nuestra es Wikileaks, Chomsky, Pedro Páramo, el Coronel no tiene quien le escriba.

El general murió en la cama. Atado y bien atado. Damos fe cada día.

Las celdas de los que pasean muñecas hinchables y tiran botellas a policías en Ferraz están vacías.

Las celdas de los señoritos con tractor que empujan policías y dejan a la muñeca hinchable en casa están vacías.

La celda de Pedro y Mohamed en El Aaiún está vacía.

La celda de Albares en Polonia tiene telarañas.

La celda de Ayuso no está en la Almudena ni en la frutería de la esquina. Se le aparece cada noche en su colchón Lo Monaco king size. La imagen aparece en el primer episodio de la última temporada de True Detective. No hago spoiler pero es tal cual. Cuerpos en descomposición, miradas de terror. 7291 prefijo de Madrid.

Abuelos y abuelas gritando desconsoladamente, agarrados a los barrotes de seguridad de la cama… mientras en el túnel de su vida en vez de aparecer las barbas de San Pedro se les aparecen los fotogramas de una vida llena de partidas de parchís y abrazos mutuos.

Se iban a morir igual. Vete a cagar.

Ellos resucitan al tercer día, nosotros vamos renqueantes de Mostar a Aleppo pasando por el Palacio de la Moneda con más pena que gloria. Heridos de muerte. Siempre resucitan los que no tienen nada que aportar.

Se abren siempre sus alamedas, son los dueños de las llaves, del cortijo.

Nuestros cerrajeros se llaman Paco de Lucía, Angela Davies, Bakunin, Gramsci, Trinche Carlovich, Sacco, Vanzetti, Rosa Luxemburgo, Rosa Parks y hasta Tamara Bunke.

Pero no da. Siempre le buscan la vuelta. Barren para casa. Juegan dopados.

Jueces, ministros, líderes de la oposición, comunicadores de cartón piedra, obispos y por delante de todo la sensación de impunidad. Se ríen en nuestra cara. Que viene el lobo, decían. El lobo nunca se va, siempre llama dos veces.

Pepe Isbert sigue gritando “Chenchoooo” en la Plaza Mayor. Ahora gritaría “Assangeeeee”. Azcona desde el cielo dice “basta ya”.

Nos han robado todo lo que les podía poner un espejo delante. Nos robaron hasta las mascarillas y la posibilidad de disfrutar unos años más de nuestras abuelas.

Y si rechistas… jarabe de Abu Ghraib, un caldito de Guantánamo o simplemente un pedazo de brownie marca Kissinger. Henry sigue vivo, es tu vecino del sexto, de la sexta. El sereno de tu barrio. Pum, pum… ¿Quién es?. El sable del coronel. Abre la celda.

La celda de Martín Villa en Vitoria-Gasteiz sigue vacante. También la celda de los tres milicos gringos (de la 3ª División de Infantería) que dispararon o aplaudieron mientras disparaban ese obús contra el Hotel Palestina. Do not disturb.

Los calzoncillos manchados de Moratinos deberían estar en el Museo Smithsonian.

Todavía resuenan las risas en el Departamento de Estado en Washington desde ese día, cuando descolgaron el teléfono y el ministro de ZP les decía no sé qué de un camarógrafo llamado Jose Couso que había sido asesinado. No way Jose.

Seguro que si extraditan a Assange estos tres milicos se compran una caja de Budweiser.

Me gustaría también ver de cerca la celda del comunista que disparó contra Buenaventura en la Ciudad Universitaria. Bala “perdida” dijeron. Se fue a por tabaco la 9mm largo.

Lawfare since 1936.

Quiero la misma celda que comparten todos esos que miran a otro lado cuando hay un genocidio en Gaza o dicen que “se muere gente”.

La misma celda de los que quieren salir en la foto y sujetar (puestos hasta las cejas de gel hidro-alcohólico) la pancarta de “Libertad para Palestina”.

Tarjetas Black, Operación Chamartín, Amancio Ortega she loves you yeah, yeah, yeah. Mercadona go home. Florentino vete ya.

Padre Karras haz que la Ley Mordaza salga de nuestros cuerpos.

Las celdas de mis amigos son mis amigas.


Madrid –

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Editorial

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