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Pedro Sánchez interviene en la inauguración de la exposición Luis

El presidente, Pedro Sánchez, interviene en una exposición, abril 4 de 2024 — Alejandro Martínez Vélez / Europa Press

Te lo dijimos

Lo que está en juego es la calidad de nuestra democracia, ya maltrecha, por las prácticas contra la democracia por el lawfare, la cloaca mediática, demasiados jueces y el Partido Popular


Los ritmos son distintos fuera de Madrid. Las cosas solemos verlas con más perspectiva y casi nunca a la tremenda, es por eso, que la crispación que se propaga en la olla a presión madrileña no tiene el mismo reflejo que en el resto del estado plurinacional español. Es más, si observamos al todavía presidente de la Junta de Andalucía, Sr. Moreno Bonilla, nunca formula las cosas como lo hacen sus compinches de la espuma madrileña y espera a ver la reacción de la jefatura para luego acompañar, a su manera. No le pasa lo mismo al investigado por la Fiscalía Especial contra la Corrupción y la Criminalidad Organizada, Sr. Bendodo que al estar en contacto diario con la pompa dice cosas hilarantes.

Por supuesto, en Madrid, además de la capital del flamenco, dicen, que están los juristas más preparados y los mejores investigadores judiciales. El ejemplo manifiesto lo tenemos en el Ilmo. Sr. Magistrado García Castellón, que ahora anda indagando hechos terroristas ocurridos en 1997 y, recientemente, el Ilmo. Sr. Magistrado Peinado que, en base a su dilatada y consolidada experiencia judicial ha estimado que unos recortes de pseudos medios de comunicación bastan para admitir a trámite una querella criminal contra Dª Begoña Gómez, aun cuando los propios querellantes consideran que esas noticias que fundamentan la delación, son falsas.

La querella no se sostiene y debería haber sido pasada por el triturador sin más trámite, sin abrir diligencia alguna, como ya ha indicado el Tribunal Supremo sobre que hay que hacer con denuncias soportadas con recortes de periódico pero, al pandillero Partido Popular que tiene práctica por beneficiarse  de cientos de condenados e imputados por corrupción en todas sus expresiones, incluidos ministros que han formado parte de sus gobiernos, le basta para hacer el uso golpista que lo caracteriza para desacreditar al adversario político, a sabiendas de la falsedad en la que se sustenta la acusación. Eso ha sido suficiente para que el Presidente del Gobierno abra un periodo de reflexión, al verse su mujer implicada en la falsa querella, para ver si merece la pena continuar.

Es un caso de lawfare, uno más. Antes se han producido otros que han afectado a organizaciones políticas y personas honestas que su único pecado ha sido no claudicar al estatus quo que sustenta el régimen del 78. Es el caso de Podemos y casi todos sus dirigentes que, cuando se dieron, el Presidente del Gobierno, no solo se puso de perfil, sino que utilizó las acusaciones falsas en su favor, especialmente las relativas a Pablo Iglesias e Irene Montero que, además formaban parte de su Gobierno. En esa tarea ayudó y sigue, su Ministra de Trabajo, Yolanda Díaz.

Te lo dijimos Pedro, que la pieza a cobrar eras tú y que llegaría tu turno, pero desechaste y negaste la existencia de la guerra judicial. En su carta, la sigue sin nombrar cuando es más que obvio y que la pieza de caza es él a través de su familia para acabar con un gobierno legítimo y constitucional. Es más, es la propia ministra, la Sra. Morant, la que ha llegado a decir que se trata de un golpe de estado. Que, el Partido Popular no acepta las reglas democráticas más que cuando gana es una evidencia, que nadie decente puede negar.

Es muy importante, de gran valor político y humano que las personas y organizaciones políticas que han sufrido lawfare, todas sin excepción, se hayan solidarizado con el Presidente del Gobierno, que nunca ha tenido una palabra de aliento para con ellas, ni siquiera mostró opinión. Fue frío como un témpano. Todavía resuena la despedida que le regaló al vicepresidente de su gobierno, Pablo Iglesias: “le deseo suerte… ha hecho un buen trabajo en las residencias de mayores”.

Lo que está en juego es la calidad de nuestra democracia, ya maltrecha, por las prácticas contra la democracia por el lawfare, la cloaca mediática, demasiados jueces y el Partido Popular. Hechos que se deben reconocer por Pedro Sánchez y el PSOE para actuar en consecuencia, si bien, lo más relevante no es que el primero retorne o no, sino que el bloque democrático siga gobernando y, la primera medida no puede ser otra que acabar con el secuestro del Consejo General del Poder Judicial, tramitando, sin más dilación, la ley para renovar el órgano de gobierno de los jueces que devuelva la dignidad a la Magistratura, que debe ser independiente en sus decisiones. El pacto no es con el deshonesto Partido Popular, sino con la soberanía popular que reside en el Congreso de los Diputados.


Madrid –

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