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Felipe González, máximo exponente del PSOE Caoba

PSOE caoba y progresía mediática caoba

Obviamente, el PSOE caoba va a intentar con todas sus fuerzas hacer descarrilar la investidura. Pero tendríamos una visión muy limitada del tablero, estaríamos mirando apenas una esquinita de la foto global, si no prestásemos atención también a la progresía mediática caoba.


«La paradoja, Alfonso, es que nosotros defendemos al partido…» La cita es de Felipe González y se encuentra sobreimpresa delante de una gran foto del expresidente del gobierno junto a Alfonso Guerra en la presentación del libro de este último el pasado miércoles en Madrid. La foto ocupa prácticamente toda la portada de ayer del muy monárquico y muy derechas periódico ABC que, hace 90 años, le felicitaba los cumpleaños a Adolf Hitler. Debajo de la cita, el ABC escribe: «Felipe González y Alfonso Guerra arremeten contra la amnistía arropados por numerosos socialistas, pero sin rastro de Ferraz. El exvicepresidente acusa a Sánchez de desleal.»

Foto Gigante de González y Guerra dándose un abrazo en el mismo encuentro en la portada de ayer de El Mundo. Encima de la foto, el periódico que se inventó una conspiración fake para mentir a todos los españoles, durante años, sobre la autoría del peor atentado terrorista de nuestra historia escribe: «González y Guerra piden al PSOE que se rebele contra la amnistía», «Vuelven a abrazarse después de muchos años para llamar juntos a evitar la «humillación deliberada de la Transición»», «Reclaman que los socialistas no «se dejen chantajear por nadie» y rechacen a quienes «destruyen la democracia»», y «Page alerta de que el pacto con Junts «carece de base moral» y exige no formar Gobierno «a cualquier precio»».

«Guerra coloca a Sánchez fuera de la Constitución. Mientras un independentismo crecido sigue subiendo el precio de sus votos, Sánchez se encuentra cada vez más acorralado por las voces críticas de su partido», se relame Pedro J Ramírez desde su editorial en El Español. «Guerra y González agitan el rechazo socialista a Sánchez: «La amnistía es la condena de la democracia»», «Alfonso Guerra y Felipe González han acusado a Sánchez de «disidente» y de «saltarse la legalidad»», publica OKdiario, el libelo ultraderechista de Eduardo Inda.

Basta repasar la prensa de Madrid para darse cuenta de que el PSOE caoba goza de una protección por parte de la derecha y la ultraderecha mediática equivalente a la protección que tiene el PP. Cada vez que Felipe González, Alfonso Guerra, Emiliano García Page, Javier Lambán, o cualquier otro miembro de ese sector del PSOE furibundamente anti-independentista, agresivamente anti-Podemos, señoro en las formas —«le habrá dado tiempo entre peluquería y peluquería a estudiar— y con olor a puro y a Brummel abre la boca para disparar a sus enemigos, que son también los enemigos de la derecha, la amplificación mediática de sus palabras es básicamente toda la que haga falta. Y, entre esos enemigos, se encuentra también —desde 2016— Pedro Sánchez. Como no nos cansamos de explicar en Canal Red y en Diario Red, los poderes mediáticos son el principal actor político en las democracias modernas y, por lo tanto, no solamente es perfectamente natural sino también muy habitual —lo hacen prácticamente todos los días— que se dediquen a operar en la interna de los partidos. Fueron los cañones de la derecha y la ultraderecha mediática —fuertemente dependientes de la financiación de la Comunidad de Madrid— los que asesinaron políticamente a Pablo Casado en 72 horas cuando Isabel Díaz Ayuso bajó el pulgar. Son los mismos actores mediáticos los que estos días le han dicho a Borja Semper que tenga mucho cuidado con eso de hablar en Euskera, que «egun on» y poco más o que se atenga a las consecuencias.

Basta repasar la prensa de Madrid para darse cuenta de que el PSOE caoba goza de una protección por parte de la derecha y la ultraderecha mediática equivalente a la protección que tiene el PP.

Y obviamente este fenómeno no se produce únicamente en el lado derecho del tablero. La progresía mediática también juega —y con fruición— a operar en la interna de los partidos. Eso es lo que significa que estos medios no paren de hablar bien y amplificar a cualquier sector —por pequeño que sea— de Podemos que responda a las palabras clave de «transversal», «buen tono» o «bajos decibelios»; códigos que sirven para propulsar a los que se animen a dar la batalla contra la dirección de Belarra ahora y de Iglesias antes. Eso es lo que significa que se viese llorar a varios periodistas de medios progresistas en Vistalegre 2 cuando el equipo de Iñigo Errejón perdió la votación o que la cadena SER difundiera el bulo de que Pablo Echenique había manipulado el sistema tres días antes de votar.

Entender la interna de los partidos y la forma en la que los poderes mediáticos operan en ella es indispensable para comprender la política y no dejarse engañar. Pero si hay interna en los partidos, también la hay en los medios. La progresía mediática es mayoritariamente antipodemos, pero también hay algunos —pequeños— sectores en su seno que miran con simpatía al partido morado. De forma análoga, aunque podríamos decir en un sentido genérico que la progresía mediática trabaja para el PSOE —y para propulsar a aquellos actores políticos de la izquierda que están más dispuestos a subordinarse al PSOE—, del mismo modo que existe un PSOE caoba (un PSOE que se muere de ganas por llegar a acuerdos de país con el PP, un PSOE radicalmente monárquico, de raíces viejas, que odia a Podemos, mesetario, centralista y que va a los toros), también existe una progresía mediática caoba. Para comprender el desarrollo de los acontecimientos políticos actuales, pero también de los últimos años, es importante tener en cuenta este hecho.

Eso es lo que significa que Felipe González eligiese nada menos que la cadena SER para lanzar el «off with his head» contra Pedro Sánchez cuando éste dejó mínimamente abierta la puerta a llegar a un acuerdo con Podemos y los partidos catalanes y vascos en 2016 para ser investido presidente. Eso es lo que significa que el expresidente del gobierno fuese miembro del comité editorial de El País hasta hace apenas dos años o que la semana pasada Juan Luis Cebrián publicase en un lugar destacado del periódico del grupo PRISA un durísimo artículo en el que llamaba a Pedro Sánchez «felón» o «político ágrafo» y argumentaba que el hecho de serlo «es escaparate de la calidad intelectual y moral de nuestro presidente del Gobierno en funciones, que aspira a serlo de nuevo mediante el procedimiento Frankenstein: reconstruir un zombi a base de los despojos de unos cuantos incipientes cadáveres.»

Faltan cuatro días para el intento de investidura de Feijóo y, a partir de ahí, cuando esa votación fracase, empezará a correr el reloj y Pedro Sánchez tendrá apenas dos meses para conseguir los votos de Junts —como hemos explicado en este diario, son los únicos que necesita— y es evidente que eso pasa por acordar alguna forma de amnistía. Los números parlamentarios son los que son y eso no se puede cambiar. Si Sánchez es capaz de llegar a un acuerdo con Junts, contará con 178 votos a favor, 172 en contra y será investido presidente del gobierno. Pero, hasta que llegue ese momento, la batalla será cruenta, y será una batalla que se dará en el plano del relato y de los posicionamientos públicos. Obviamente, el PSOE caoba va a intentar con todas sus fuerzas hacer descarrilar la investidura. Pero tendríamos una visión muy limitada del tablero, estaríamos mirando apenas una esquinita de la foto global, si no prestásemos atención también a la progresía mediática caoba.


Madrid –

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