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Diario Red nace hoy como periódico digital para sumarse al trabajo que comenzó La Base y que, desde marzo de este año, continuó Canal Red. La mirada de izquierdas a la realidad plurinacional de España y a America Latina que define a Canal Red, tendrá ahora también un periódico en el que expresarse.


En nuestras modernas democracias mediáticas, los medios de comunicación no son solo uno  más entre los múltiples actores políticos sociales, sino el principal actor ideológico. Los ejemplos de subordinación del poder político al poder mediático son innumerables: Trump y su ejército de peligrosos chiflados negacionistas jamás habrían existido sin el persistente bombardeo de Fox News sobre la opinión pública norteamericana durante años; Javier Milei nunca habría sido el candidato más votado en las últimas PASO en Argentina si no hubiera sido fabricado y promocionado por los medios de comunicación; el ascenso del neofascismo, en sus distintas versiones, al gobierno de Italia es imposible de separar del irresistible poder mediático de Berlusconi y su familia.

España no es diferente y el propio surgimiento de Podemos en 2014 hubiera sido imposible sin las oportunidades mediáticas que aprovechó el equipo de Pablo Iglesias en un ecosistema periodístico que, desde entonces, se ha degradado y reorganizado como consecuencia, entre otros factores, de la propia irrupción de Podemos. Albert Rivera y Ciudadanos fueron fabricados en los platós de televisión como una «nueva derecha» ajena a la corrupción para frenar a Podemos. Lo llegó a pedir públicamente el presidente del Banco Sabadell, Josep Oliu: «necesitamos un Podemos de derechas” dijo. La cláusula de exclusión histórica que impidió el gobierno de coalición desde diciembre de 2015 hasta noviembre de 2019 no se habría podido imponer con tanta eficacia sin la ayuda del conjunto medios españoles, tanto los de derechas como los pretendidamente progresistas. Más recientemente, en 2022, vimos cómo bastaron apenas 72 horas para que la derecha mediática acabase con la carrera política de Pablo Casado, dejando perfectamente claro que el puente de mando de la derecha española no está en la planta alta de Génova 13 sino en las redacciones de los poderes mediáticos de Madrid.

La violencia mediática contra la izquierda, contra el independentismo y contra el feminismo está absolutamente normalizada en España. Si Pedro Sánchez acabó pactando con el PP sacar el consentimiento del centro del Código Penal y llegó a decir en campaña que el discurso feminista incomodaba a sus amigos de 40 y 50 años, fue en gran medida por el ejército de tertulianos que, en los medios de la derecha pero también en los de la progresía, repitió durante meses que la responsabilidad de las rebajas de penas a agresores sexuales era de la ministra Irene Montero —ni siquiera del ministro de justicia Juan Carlos Campo que diseño el sistema de penas— y no de la minoría de jueces que usaban su poder para atacar una ley que había surgido de las movilizaciones sociales que señalaron los sesgos machistas de una parte de la magistratura española.

El papel del poder mediático es también central en la práctica antidemocrática conocida como lawfare: esto es, la utilización espuria de la justicia mediante la apertura de procesos judiciales sin base y sin pruebas para alimentar «noticias» difamatorias en los informativos y en las tertulias.

El papel del poder mediático es también central en la práctica antidemocrática conocida como lawfare: esto es, la utilización espuria de la justicia mediante la apertura de procesos judiciales sin base y sin pruebas para alimentar «noticias» difamatorias en los informativos y en las tertulias. Aunque estos juicios fake a veces consiguen sentencias condenatorias, como en los casos de Rafael Correa en Ecuador, Lula Da Silva en Brasil o Cristina Fernández en Argentina, inhabilitando temporal o permanentemente a candidatos de la izquierda, el lawfare no necesita tener siempre éxito en los juzgados, porque su objetivo principal no es tanto ganar juicios como la destrucción reputacional y el asesinato civil. Lo hemos visto en los últimos días con los últimos coletazos del larguísimo «caso Neurona» contra Podemos y varios de sus dirigentes, pero este es tan solo un ejemplo mas de una muy extensa lista de operaciones. Y, de nuevo, no solamente la derecha y la ultraderecha mediáticas se ocupan de difundir bulos y acusaciones falsas contra la izquierda transformadora. También lo hace una parte de la progresía mediática. El audio dado a conocer por Crónica Libre y que difundieron las televisiones públicas de Catalunya y Euskadi, en el que Antonio García Ferreras reconocía ante el comisario Villarejo que difundió en La Sexta una “información” suministrada por Eduardo Inda que el propio director de La Sexta consideraba “burda”, hizo que incluso algunos referentes periodísticos del Grupo PRISA, poco dados a criticar el trabajo de otros periodistas, reconocieran la corrupción de Ferreras. Pero es que hasta la propia Cadena SER vio cuestionado su enorme prestigio cuando, de la mano de una de las periodistas afines al comisario Villarejo, Ana Terradillos, difundió el falso informe PISA (Pablo Iglesias S.A.) fabricado por mandos policiales a las órdenes del ministro del interior Jorge Fernández Díaz.

Incluso aquellos que sienten incomodidad cuando el periodismo se convierte en noticia y objeto de debate, reconocen hoy que la violencia mediática ha condicionado de forma determinante el devenir político en la última década en España.

Diario Red nace hoy como periódico digital para sumarse al trabajo que comenzó La Base y que, desde marzo de este año, continuó Canal Red. La mirada de izquierdas a la realidad plurinacional de España y a America Latina que define a Canal Red, tendrá ahora también un periódico en el que expresarse. Desde la enorme admiración a los periodistas y medios llamados alternativos que, desde hace años, navegan contra la corriente dominante en los poderes mediáticos, queremos aportar nuestro granito de arena a una tarea democrática fundamental: desafiar la actual correlación mediática de fuerzas. Con el apoyo y la confianza de los casi ya 16000 socios  y socias de Canal Red, queremos sumar este periódico a un proyecto periodístico, comprometido y riguroso, que asume que los medios y el periodismo deben ser objeto de información y análisis. “Perro no come carne de perro” es la máxima a la que se acogen los defensores de una praxis de omertà en la profesión periodística, según la cual un profesional de los medios no debe denunciar jamás la mentira o la corrupción de un colega, ni reconocer la evidencia de que el trabajo periodístico tiene siempre una orientación ideológica y editorial. En Diario Red no ocultamos ni nuestro compromiso ni nuestras ideas y pensamos que solo desde ese reconocimiento se puede hacer un trabajo periodístico riguroso, honesto y respetuoso con nuestros socios y socias y con las que desde hoy serán nuestras lectoras y lectores. Por eso Diario Red tendrá editoriales que cada día compartan y defiendan la visión y el análisis de Canal Red. Hemos podido iniciar este camino gracias al compromiso de una comunidad de socias y socios que ha crecido más rápido de lo que imaginábamos. A ella nos debemos. Gracias por hacer posible que hoy nazca Diario Red.


Madrid –

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