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Intención de voto para las próximas europeas según el último CIS — Europa Press

Las elecciones europeas, escenario abierto

Podemos llega a estas europeas en un momento muy difícil, pero con algunos elementos importantes a su favor. A partir de ahí, todo va a depender del grado de movilización de sus militantes y sus votantes. Si éste es máximo, el 10 de junio nos podemos levantar con una sorpresa


En el día de ayer, el CIS publicaba la intención de voto (IDV) a los diferentes partidos de cara a las elecciones europeas del próximo 9 de junio. Aunque se ha achacado —y con razón— al CIS el llevar a cabo un procesado de los datos que intenta favorecer al PSOE, hay que distinguir entre la IDV y lo que se llama en el ámbito de la demoscopia la «estimación de voto». La primera representa los datos sin procesar de las preguntas espontáneas que ha ido dando la gente cuando se le ha preguntado directamente «de ir a votar en las elecciones del 9 de junio ¿a qué partido votaría Ud.?«. Siendo el CIS una de las encuestas con mayor tamaño muestral —3750 entrevistas para la que se publicó ayer—, el dato de la IDV es un dato bastante objetivo y, por tanto, un dato a tener en cuenta. A partir de la IDV (y de otras variables como la simpatía o el recuerdo de de voto), las diferentes casas de demoscopia aplican cada uno un particular modelo predictivo —lo que se llama coloquialmente la «cocina»— para producir así la estimación de voto, es decir, la predicción sobre el porcentaje final de voto que va a obtener cada fuerza sobre el total de votos válidos. La estimación de voto es una cifra menos objetiva y menos confiable que la IDV y, de hecho, en el CIS publicado ayer, la estimación de voto ni siquiera se ha calculado.

Hecho el necesario preámbulo, hagamos un breve resumen de los resultados. En la parte de arriba, el CIS arroja un empate técnico entre el PSOE y el PP, con un 19,3% y un 19,2%, respectivamente. Ya lejos de la cabeza, tendríamos a VOX como tercera fuerza, con un 4,7% de IDV. Justo por detrás del partido neofacista, Sumar con un 2,9% y Podemos con un 2,3%; una distancia mínima de seis décimas entre los dos que, además, se ha reducido significativamente desde el último estudio publicado por el CIS, que arrojaba una IDV a Sumar del 5,3% y a Podemos una de 2,3%, idéntica a la actual. Ya por detrás de los de Yolanda Díaz y los de Ione Belarra, se situaría el partido del agitador ultraderechista y difusor de bulos, Alvise Pérez, y los diferentes partidos nacionalistas y soberanistas. Las opciones de voto en blanco, voto nulo o no votar sumarían una elevada intención de voto del 7,3% y el número de indecisos sería todavía mayor, alcanzando un 31,8% de la población en estos momentos. Finalmente, un 6% de los encuestados habrían rechazado contestar a esta pregunta.

Todos estos datos dibujan un escenario electoral sumamente abierto. Por un lado, el empate entre las dos fuerzas del bipartidismo deja completamente en el aire la interpretación —que tanto el PSOE como el PP como sus medios de comunicación afines van a fomentar— de un posible resultado final en clave de apoyo/impugnación al gobierno de Sánchez. Por otro lado, el elevado número de personas que todavía no habrían decidido su voto aumenta todavía más la incertidumbre. Finalmente, y en el ámbito del espacio político que se denominaba Unidas Podemos antes de la fundación de Sumar, este último estudio revela que los apoyos electorales relativos de Sumar y de Podemos podrían estar mucho más cerca de lo que han predicho encuestas anteriores. Así, otra de las preguntas políticas fundamentales de las elecciones europeas —si Sumar quedará por delante de Podemos u ocurrirá lo contrario— también parece relativamente abierta de acuerdo con este último CIS.

De este modo, la cita del 9 de junio se presenta como una importante oportunidad para los morados a la hora de recuperar espacio político. Y no solamente por estas IDV publicadas en el día de ayer, sino porque confluyen en estas elecciones europeas toda una serie de elementos demoscópícos y políticos que apuntan en la misma dirección.

En la parte de arriba, el CIS arroja un empate técnico entre el PSOE y el PP, con un 19,3% y un 19,2%, respectivamente. Ya lejos de la cabeza, tendríamos a VOX como tercera fuerza, con un 4,7% de IDV. Justo por detrás del partido neofacista, Sumar con un 2,9% y Podemos con un 2,3%

En primer lugar, si la caída de más de dos puntos porcentuales en IDV de Sumar entre la encuesta anterior y esta parece sorpresivamente grande, cabe destacar que la misma tendencia se observa en la IDV de Sumar para unas hipotéticas elecciones generales, que ha caído desde el 12,2% en septiembre de 2023 al 4,8% actual, tan solo ocho meses después. Esta caída, además, es compatible con toda una serie de hechos políticos que están rodeando estos meses al partido de Yolanda Díaz. Por un lado, la demostración sobre el terreno de un muy escaso tirón electoral en el ámbito autonómico. Si hubo voces que justificaron el acorralamiento de Podemos por parte de Díaz en la negociación para la papeleta del 23J en el hecho de que los morados habían obtenido algo menos de un 5% en la Comunidad de Madrid, los resultados de Sumar en las dos primeras elecciones autonómicas a las que se presentaron —Galicia y Euskadi— han sido significativamente inferiores. A esta constatación de la falta de viabilidad electoral del nuevo proyecto, hay que añadir en las últimas semanas una turbulenta negociación para conformar la papeleta de Sumar para las elecciones europeas en la que varios de los aliados de Yolanda Díaz han amenazado públicamente con romper si no obtenían un mejor puesto en la misma y cuyo último episodio ha sido la decisión de Izquierda Unida de aceptar el cuarto puesto, pero romper temporalmente su integración orgánica en Sumar y hacer campaña por su cuenta con sus propios recursos. Por último, no se trata de una cuestión menor el hecho de que, frente a una actividad legislativa que, en la legislatura anterior y con Podemos en el gobierno, conseguía sacar adelante decenas de leyes cada año, prácticamente ninguna política pública esté siendo aprobada por el gobierno actual casi un año después de las elecciones generales. Si en la legislatura anterior con Podemos en el gobierno, se hablaba de vivienda, del tope al gas, de los impuestos a la banca y a las energéticas, de las leyes feministas —y no solamente se hablaba, sino que se aprobaban los correspondientes textos legislativos—, en esta legislatura, de lo único que se está hablando es de la amnistía a los represaliados catalanes y de la corrupción cruzada de PP y PSOE. Obviamente, esto también desdibuja políticamente a Sumar y es del todo compatible con los estudios demoscópicos que se van publicando.

Por su parte, Podemos llega a estas elecciones europeas en un momento muy difícil, pero con algunos elementos importantes a su favor. En primer lugar, su cabeza de lista, Irene Montero, es sin duda la más conocida de todas las candidatas y puede ejercer una importante tracción en el electorado más joven, femenino o LGTBI. Además, frente a unas elecciones generales, en las cuales la circunscripción provincial penaliza fuertemente a cualquier partido que esté por debajo del 15%-10%, la circunscripción única de las elecciones europeas significa que todos y cada uno de los votos que se emiten producen escaños, se emitan en Ceuta, en Valladolid o en Madrid. Por último, hay que tener en cuenta que la escalada bélica por la que están apostando prácticamente todos los partidos en España y en Europa, con honrosas excepciones, sitúa la pregunta de la guerra con una de las preguntas fundamentales en la próxima cita electoral. La credibilidad de los morados en este ámbito —al haberse opuesto desde el principio al envío de armas a Ucrania o al haber denominado desde el principio como genocidio lo que está haciendo Israel en Gaza— también les sitúa en un escenario de ventaja respecto de Sumar, que se ha mostrado mucho más tibio y ha llegado mucho más tarde a los diferentes posicionamientos, habiendo anunciado incluso que se va a integrar en el grupo de los Verdes Europeos, el cual está liderado por los Verdes Alemanes, quizás uno de los partidos que más han apoyado el furor bélico de la OTAN y la operación criminal de Netanyahu en Gaza.

Nada es fácil en esta época para una formación política como Podemos, pero todo indica que, en estas elecciones europeas, podrían estar soplando una serie de vientos a favor. A partir de ahí, todo va a depender del grado de movilización de sus militantes y sus votantes. Si éste es máximo, el 10 de junio nos podemos levantar con una sorpresa.


Madrid –

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